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MUNDO

Boris Johnson en el 10 de Downing Street: Malas noticias para la Unión Europea

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Por Francisco Herranz //

Malas noticias para Europa. Boris Johnson se alojará en el número 10 de Downing Street en calidad de primer ministro del Reino Unido. El exalcalde de Londres ha alcanzado su anhelada meta, superando con comodidad a su último rival en la carrera por dirigir el Ejecutivo, el ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt.

La llegada de Johnson, 55 años recién cumplidos, consecuencia directa de la dimisión programada de Theresa May, no se fraguó mediante unos comicios generales sino mediante unas elecciones primarias realizadas entre los 160.000 miembros afiliados al Partido Conservador, una fórmula legal pero muy poco representativa, ya que sólo supone el 0,25% de la población británica.

El cambio de persona no ha apaciguado los divididos ánimos imperantes dentro del Gobierno de la reina de Inglaterra. Al contrario. Los responsables de carteras tan importantes como la de Economía o Justicia anunciaron, antes incluso de conocerse los resultados, que dimitían de sus cargos por diferencias irreconciliables con Johnson. Habrá pues una sustancial remodelación gubernamental, producto de los continuos encontronazos internos a propósito del Brexit, su dilatada negociación y sus graves consecuencias.

El exprimer ministro laborista Tony Blair (1997-2007) propuso en una tribuna publicada en el diario inglés conservador por antonomasia, The Times, que Johnson convoque otro referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Parece que el actual líder laborista, Jeremy Corbyn, apoyaría esa moción. Pero el cambio de idea de Corbyn llega tarde. Demasiado tarde. La falta de determinación y de eficacia del dirigente socialdemócrata opositor ha contribuido mucho en llevar a Londres a una crisis política sin precedentes que se prolonga desde hace más de tres años.

Johnson se ha encerrado en el Brexit sin acuerdo, fiel a sus principios abiertamente euroescépticos. En esta situación, podría intentar forzar una salida abrupta, pero eso significaría desafiar el mandato recibido por los Comunes (la Cámara baja del Parlamento británico), cuyos diputados votaron en marzo en contra de un Brexit sin acuerdo, aunque por sólo cuatro sufragios de diferencia.

El nuevo premier también podría adelantar las elecciones o incluso dirigirse a sus compatriotas con la convocatoria de un plebiscito que ofrezca entre no negociar y permanecer en el seno de la UE. Esta última carta parece bastante improbable, dado que Johnson ya ha prometido abandonar el club de Bruselas el 31 de octubre, pase lo que pase. En un artículo de prensa previo a su elección, Johnson decía que tenían «la tecnología» para llegar a un acuerdo en esa fecha y que sólo faltaba «la voluntad y el espíritu». El problema es que la Comisión Europea ha dicho por activa y pasiva que no piensa reabrir las negociaciones con Londres puesto que ya hay un documento que considera final. La partida de póker se prolongará hasta el otoño.

Lo cierto es que el referéndum del Brexit celebrado el 23 de junio de 2016 dio al Gobierno de Gran Bretaña la autorización de los ciudadanos para salir de la UE, pero no en un escenario de ruptura.

Johnson puede sentirse tentado a ir a unas elecciones parlamentarias debido a la extrema debilidad del laborismo y a la pésima popularidad de Corbyn entre sus militantes. No sería extraño que aprovechara esa ventaja táctica para salir reforzado y depurar a aquellos diputados que no le son afines.

Nadie sabe con certeza el impacto de una salida sin acuerdo por la sencilla razón de que ninguna nación desarrollada ha abandonado de la noche a la mañana sus acuerdos comerciales preferenciales de esta manera. Podría ser simplemente muy difícil o podría ser catastrófico», se aventuró a escribir Blair.

Otro exprimer ministro laborista, Gordon Brown (2007-2010), también se sumó a este coro de voces, un tanto estériles, que intentan convencer al núcleo eurófobo del partido tory, empeñado en «recuperar la soberanía» de la isla a cualquier precio, aunque eso implique una recesión económica y una renegociación comercial absoluta con cada país del Viejo Continente. Brown considera que un Brexit sin acuerdo empujará a la economía nacional al precipicio.

Johnson lo tiene todo para no pasar desapercibido. Es imprevisible, hipócrita, provocador, excéntrico. Le gusta llevar el pelo rubio despeinado adrede como si fuera un joven rebelde sin causa.

En 2007, arremetió contra el traspaso de poder en el Partido Laborista de Blair a Brown, que de facto convertía a un líder del partido en líder de la nación. Lo calificó de «golpe de Estado» y lo comparó con la sucesión de los emperadores romanos. Ahora ha callado porque se ha beneficiado precisamente de la misma circunstancia que tanto criticó entonces.

El nuevo inquilino de Downing Street nos tiene acostumbrados a sus exabruptos desde que llevaba el timón de la Alcaldía de Londres (2008-2016). Sin pelos en la lengua, como su estrecho amigo Donald Trump, Johnson hace gala de una profunda ambición política. Los detractores del Brexit creen que esa sed de poder le motivó a posicionarse con rotundidad y desde el inicio en la campaña del no a Europa. Culto pero irreverente, educado en los exquisitos Eton y Oxford, tiene un alto concepto de sí mismo que trabaja con un peculiar sentido del humor. Dará mucho trabajo a la prensa extranjera.

Como ministro de Relaciones Exteriores, tergiversó el caso de una mujer británico-iraní detenida en Teherán, y como primer edil londinense, se embarcó en grandes proyectos que resultaron ser costosos fracasos, como el teleférico que cruza el Támesis, o el puente-parque sobre el río, finalmente abandonado.

Sin embargo, el primer gran reto de Johnson no será la delicada gestión del Brexit, sino la respuesta a las fuertes tensiones en el Golfo Pérsico y especialmente a Irán, tras la captura de un petrolero de bandera británica en las aguas de aquella región rica en petróleo.

Diez candidatos se habían presentado a las primarias. Los requisitos para poder votar eran asequibles: pagar 25 libras esterlinas (unos 28 euros), la cuota del partido, y tener al menos tres meses de antigüedad en el Partido Conservador. Al final, los afiliados tories han fijado el futuro inmediato del Reino Unido, repleto de riesgos e incógnitas.

 

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MUNDO

Acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hamás busca poner fin al horror, aunque persisten interrogantes

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– Por Redacción Conciencia Pública

Tras más de dos años de conflicto, Israel y Hamás han firmado un acuerdo para una tregua temporal acompañado de un intercambio de rehenes y prisioneros.

En este pacto, Hamás se compromete a liberar a los rehenes israelíes que aún estén con vida, y a cambio Israel liberará a cientos — incluso miles — de prisioneros palestinos. La firma del convenio fue producto de intensas negociaciones indirectas llevadas a cabo en Sharm el-Sheij (Egipto), con la mediación de Estados Unidos, Catar, Egipto y Turquía.

Israel aceptó también una retirada parcial de sus fuerzas en Gaza como parte del paquete negociado. No obstante, la aplicación del pacto depende de una ratificación oficial por parte del gobierno israelí.

En cifras, se estima que Hamás liberará alrededor de 20 rehenes vivos que le restan, más los cuerpos de quienes fallecieron mientras estaban detenidos. Israel, por su parte, liberará cerca de 2,000 prisioneros palestinos, excepto los terroristas que participaron directamente en el ataque contra Israel el 07 de octubre de 2023.

El intercambio se realizará por fases: se prevé que los primeros movimientos ocurran en los días siguientes a la aprobación estatal israelí.

Aunque este pacto es visto por algunos como un hito diplomático, contiene múltiples interrogantes. Entre los puntos no resueltos están el desarme de Hamás, el papel político del grupo en el futuro de Gaza y la soberanía palestina.

Además, hay sectores dentro del poder israelí — especialmente de tendencia ultraderechista — que han expresado su rechazo al acuerdo y podrían obstaculizar su ejecución.

La implementación del acuerdo requerirá vigilancia internacional. Se espera que garantes externos supervisen el cumplimiento de las distintas fases, desde la liberación hasta la retirada militar parcial y la apertura humanitaria.

Aun así, la experiencia reciente advierte que cada etapa puede ser objeto de demoras, interpretaciones divergentes o incluso rupturas.

El contexto es abrumador: desde el inicio del conflicto, se han reportado más de 67,000 muertes en Gaza, muchas de ellas civiles, mientras que el ataque inicial de Hamás en octubre de 2023 causó aproximadamente 1,200 muertos en Israel y la captura de 251 rehenes.

Para las poblaciones atrapadas en el enfrentamiento, las esperanzas con este pacto no pueden disociarse del temor: ¿logrará imponerse la paz sobre la ruptura?

En última instancia, el éxito —o fracaso— del acuerdo no dependerá solo de las letras firmadas, sino de la voluntad real de las partes para transformarlas en acción durable.

Si los liberados regresan con vida, si el retorno de los prisioneros se realiza sin tropiezos, y si Gaza vuelve a ver ingreso efectivo de ayuda humanitaria, podríamos estar ante un punto de inflexión. Pero si el pacto se queda en promesa incumplida, alimentará la desconfianza y prolongará el sufrimiento.

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MUNDO

Francia mira hacia México: interés europeo por el gobierno de Claudia Sheinbaum

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– Por José Modesto Barros Romo

A un año de haber asumido la presidencia de México, Claudia Sheinbaum se ha convertido en una figura de atención global. Desde París hasta Bruselas, su estilo de gobierno, sus reformas sociales y su firmeza frente a los Estados Unidos despiertan un creciente interés en los círculos políticos y académicos europeos.

En Francia, medios como France 24, Le Monde y el CNRS han dedicado amplios espacios a analizar su perfil, su política interior y su papel como la primera mujer presidenta en la historia mexicana.

El interés francés no es casual. En un contexto internacional marcado por el avance de la derecha populista y el repliegue de muchas democracias, México ofrece un caso singular: un gobierno progresista que combina ciencia, ecología y política social.

Sheinbaum, doctora en ingeniería energética y exintegrante del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), representa para Europa una nueva clase de liderazgo: técnico, racional y comprometido con la justicia social. Su discurso feminista y su promesa de “poner a los pobres primero” contrastan con las tendencias autoritarias que dominan en buena parte del continente americano e incluso en algunas partes de Europa y Asia.

Durante su primer año de gestión, Sheinbaum ha mantenido una alta popularidad, impulsada por un avance en la reducción de la pobreza, el aumento del salario mínimo y el fortalecimiento de los programas sociales. Los observadores europeos destacan que estos resultados no se explican solo por la continuidad del proyecto de López Obrador, sino por una administración más metódica, con énfasis en el orden, la transparencia y la rendición de cuentas.

Francia, que atraviesa su propio debate sobre la igualdad de género y la transición ecológica, observa en México un experimento político de gran valor simbólico.

Uno de los temas que más atención ha generado en los foros franceses es la reforma judicial mexicana. La elección directa de jueces y magistrados —una medida sin precedentes a nivel mundial— ha sido vista en Europa como una apuesta arriesgada por democratizar la justicia, aunque no exenta de riesgos.

Investigadores del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés), como Hélène Combe, han subrayado la importancia del intento mexicano por romper con décadas de impunidad, aun cuando la baja participación electoral (13 %) y las acusaciones de politización ensombrecen los resultados iniciales.

En materia de relaciones exteriores, la prensa francesa destaca la capacidad de Sheinbaum para mantener la autonomía nacional frente a Estados Unidos. Su frase “cooperamos, pero no nos sometemos” resonó en los medios galos como símbolo de una política exterior soberana.

Incluso cuando el expresidente Donald Trump amenazó con endurecer aranceles y militarizar la frontera, México optó por la diplomacia firme, enviando refuerzos militares a sus fronteras sin ceder en su dignidad. Ese equilibrio entre pragmatismo y soberanía ha sido interpretado en Europa como una lección de política exterior latinoamericana.

Francia también observa con atención el componente feminista y cultural de la llamada “Cuarta Transformación”. En los debates televisivos franceses, se ha destacado cómo el ascenso de Sheinbaum refleja tres décadas de feminización de la vida política mexicana. Hoy el Congreso es paritario y más del 50% de los cargos locales están ocupados por mujeres. “El tiempo de las mujeres ha llegado”, dijo un analista en France 24, aludiendo al impacto simbólico que tiene que una nación históricamente patriarcal haya elegido a una científica feminista como jefa del Estado.

Este interés europeo no se limita a la política. En el ámbito económico y ambiental, el modelo de desarrollo sustentable promovido por México podría ofrecer nuevos puentes de cooperación con la Unión Europea. París ve en Sheinbaum una interlocutora con quien se puede dialogar sobre energía limpia, justicia climática y reducción de desigualdades.

La “presidenta científica” se ha convertido en un referente de gobernanza moderna, donde, hasta el momento, la evidencia y la ética pública reemplazan el populismo y la improvisación de administraciones pasadas.

México, por tanto, vuelve a ocupar un lugar importante en el mapa de la atención internacional. A ojos de Francia y del mundo, el país se está transformando en una especie de laboratorio político donde se combinan la ciencia, la igualdad y la justicia social bajo un liderazgo femenino que redefine la izquierda latinoamericana.

Los expertos europeos coinciden en que si logra consolidar sus reformas y mantener su independencia diplomática, política y administrativa, incluso frente a varios de sus propios compañeros de partido (Morena-AMLO), Claudia Sheinbaum podría pasar a la historia no solo como la primera presidenta de México, sino como el rostro de una nueva era de cooperación entre América Latina y Europa.

AQUÍ PUEDE VER UNO DE LOS PROGRAMAS FRANCESES DONDE SE HA ANALIZADO EL GOBIERNO DE CLAUDIA SHEINBAUM:

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JALISCO

Edición 810: Claroscuros de la reforma a la Ley de Amparo de Sheinbaum: Javier Hurtado ve la mano de EEUU, GAFI y T-MEC

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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:

Claroscuros de la reforma a la Ley de Amparo de Sheinbaum: Javier Hurtado ve la mano de EEUU, GAFI y T-MEC

El modelo de Zapopan frente a municipios quebrados

Fernando Espinoza de los Monteros: Reforma a la Ley de Amparo, una traición a su esencia

 

El objetivo de rendir cuentas: Diputada Claudia Salas impulsa armonización legislativa en materia de fiscalización

Viaducto subterráneo y drenaje profundo: Propuestas de César Madrigal para una cirugía mayor contra el colapso metropolitano

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MUNDO

Del arroz al silicio

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– Opinión, por Miguel Anaya

En octubre de 1949, Mao Zedong proclamó la República Popular China sobre los escombros de una guerra civil y de siglos de invasiones extranjeras. Era un país rural, analfabeto, con hambre y sin rumbo. 75 años después, esa misma nación fabrica teléfonos y desarrolla apps que influyen en todo el mundo. El gigante, en teoría comunista, es parte vital del rompecabezas capitalista. Ironías del progreso.

China no conquistó el mundo con ejércitos, sino con contenedores, con comercio. No levantó su poder con discursos sensacionalistas, sino con fábricas. Mientras occidente se perdía en contradicciones sociales y culturales, China hablaba poco, trabajaba mucho y exportaba todo.

El secreto no está solo en la economía, sino en la idiosincrasia. China entendió el comunismo con alma confuciana: orden antes que libertad, armonía antes que rebeldía. Mao, no impuso una doctrina foránea; apenas adaptó la vieja idea de que el individuo debe inclinarse ante el todo. Así, el Partido Comunista se convirtió en una versión moderna de un imperio: no se cuestiona, se obedece; no se dice, se hace.

Claro que el camino no fue un cuento chino. El “Gran Salto Adelante” fue más bien un salto al vacío: millones sufrieron entre hornos de hierro y campos estériles. La Revolución Cultural desató una purga donde callar se volvió virtud y la lealtad, salvoconducto. Pero incluso en el desastre, el sistema sobrevivió. China tiene una habilidad ancestral para convertir la tragedia en método.

Luego llegó Deng Xiaoping, un pragmático con alma de comerciante. Su frase, “no importa de qué color sea el gato con tal de que cace ratones”, inauguró el comunismo más rentable de la historia. Permitió la riqueza privada, pero no la libertad pública; abrió las puertas del mercado, pero cerró las ventanas del poder. El resultado: cientos de millones salieron de la pobreza, mientras el partido consolidó el control absoluto.

Hoy, China es el espejo que el mundo observa con una mezcla de fascinación y recelo. Produce, compra, vende y presta. Dirige satélites, controla redes sociales y construye su propio universo digital. Lo que empezó como una extraña mezcla del capitalismo de Occidente y el comunismo de la Unión Soviética, la convirtió en el competidor más disciplinado.

Mientras en las democracias los presidentes cambian cada cuatro o seis años, en China los planes se diseñan para medio siglo. Mientras aquí debatimos el precio de la gasolina, allá diseñan los autos eléctricos que la harán obsoleta.
Y mientras unos discuten si la inteligencia artificial es peligrosa, China ya la utiliza para vigilar a sus ciudadanos, predecir sus hábitos y hasta modelar su “buena conducta”. Orwell se quedó corto: el Gran Hermano aprendió mandarín.

Pero más allá de todo, hay algo que resulta innegable: China entendió el poder como una ciencia exacta. No necesita persuadir, solo demostrar eficiencia. Donde Occidente se desangra en ideologías, China se concentra en resultados. Donde otros prometen libertad, China ofrece prosperidad. Y aunque lo nieguen los románticos, la prosperidad convence mejor que cualquier discurso.

El dragón no rugió: esperó. Tejió mientras otros se distraían en guerras, elecciones o redes sociales. Planeó mientras el mundo lo subestimaba. Y cuando todos despertaron, ya era demasiado tarde: China estaba en los bolsillos, en las pantallas, en las deudas y en los sueños del siglo XXI.

Quizá no sea el modelo ideal para imitar, pero sí el espejo que obliga a mirar sin filtros. Porque, al final, China no sustituye el poder económico, militar y ni el alto consumo de Estados Unidos, pero si hace ver un mundo distinto. Una realidad qué algunos admiran y otros más, temen.

 

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