MUNDO
Nubes negras amenazan a las economías de Argentina, Brasil y México

Por Francisco Herranz // (Sputnik Mundo)
La compleja coyuntura internacional está ralentizando el crecimiento económico de América Latina y afectando especialmente a tres de las principales economías de la región: Argentina, Brasil y México.
La incertidumbre que emana de la guerra comercial entre China y Estados Unidos y del Brexit europeo tiene profundos efectos adversos en las previsiones del Producto Interior Bruto (PIB) de estas tres naciones, según el último informe publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Estas tensiones políticas y comerciales solo sirven para reducir la inversión y para fomentar los riesgos ya existentes.
En mayo, la OCDE ya había rebajado sus perspectivas a corto plazo. Ahora, en este nuevo informe de septiembre, la organización con sede en París confirma que, a la vista de los últimos acontecimientos económicos y financieros, la ralentización moderada durará más de lo previsto, lo que tendrá, sin duda, efectos negativos en la calidad de vida de los ciudadanos.
El pronóstico a la baja afecta de forma considerable a México, pues encabeza la lista de las naciones a las que la OCDE les recorta su proyección; en este caso, disminuyó 1,1 puntos porcentuales. En marzo, la proyección del PIB mexicano se situaba en el 1,6%; ahora, seis meses después, la cifra se queda solo en el 0,5%. Para 2020 se habla del 1,5% cuando era del 2% en marzo.
Brasil también se expandirá menos en 2019 y 2020. El crecimiento llegará este año al 0,8%, frente al 1,4% previsto en marzo. Para el año que viene se prevé un 1,7% frente al 2,3% anterior.
Argentina la peor parada
Con respecto a Argentina, los nubarrones son especialmente negros. La recesión se mantendrá en 2020 con un descenso del 1,8% del PIB. Para 2019 la OCDE apuesta por el -2,7%, 0,9 puntos porcentuales más de caída que en marzo.
La organización recomienda emprender inversiones públicas, limitar la dependencia en las políticas monetarias, pensar en más impuestos y detener la fusión de aranceles y subsidios que distorsionan el comercio. Para los tres principales países latinoamericanos, estas son algunas de sus conclusiones:
Argentina: Es actualmente una economía en recesión que ha abordado «ambiciosas» reformas, pero donde todavía «queda mucho por hacer». Las gráficas del país de los últimos 70 años muestran, en afilados dientes de sierra, varias crisis sistémicas y una elevada volatilidad, es decir, ciclos de gran contracción del PIB (-18,1% en 2002) y de fuerte crecimiento (10% en 2010). Son obvios los actuales desequilibrios fiscales y exteriores, con una moneda —el peso argentino— muy devaluada desde abril de 2018 que ha provocado un repunte de la inflación, calentando la economía. Las cifras en verde se retrasan por un tiempo.
Brasil: La recuperación económica prosigue, aunque a bastante menor ritmo, en especial en el caso de la inversión, ya que la capacidad del presidente, Jair Bolsonaro, para llevar a cabo reformas se ha convertido en el centro de la atención pública. La agenda del mandatario brasileño incluye la reforma de las pensiones, los recortes impositivos, la reducción del gasto público y las privatizaciones. Debido al fragmentado panorama político y a la relación en ocasiones difícil entre los diferentes poderes del Estado, está resultando muy complejo alcanzar consensos, estiman los analistas de la OCDE.
México: Las tasas de pobreza son todavía altas y varían considerablemente entre los distintos estados mexicanos. Así, en Chiapas, los niveles de pobreza y extrema pobreza se sitúan en el 70-80% de la población mientras que en Nuevo León están entre el 10-20%. Según la OCDE, el marco macroeconómico mexicano es sólido, con una inflación moderada, una política monetaria apropiada y un mejor desempeño fiscal. Dos problemas serios son la baja calidad de sus instituciones, debido al azote de la corrupción, y la alta informalidad laboral, que atrapa a grandes bolsas sociales y rebaja la productividad.
CUATRO ‘TRAMPAS’
Su último informe sobre América Latina habla de la existencia de cuatro nuevas «trampas»:
1. La trampa de la productividad: La región registra niveles de productividad persistentemente bajos en todos los sectores, debido a una estructura de exportación concentrada en el sector de la extracción de materias primas (soja, cobre, madera) con un bajo grado de sofisticación, lo que «debilita la participación de la región en las cadenas globales de valor y dificulta un mayor crecimiento de la productividad». Esta dinámica es esencial porque la demanda externa de productos básicos ha cambiado y se hace más urgente que nunca encontrar nuevos motores de crecimiento que vayan más allá de la agricultura, la ganadería o la minería.
2. La trampa de la vulnerabilidad social: La mayoría de quienes escaparon de la pobreza en la región forman ahora parte de una creciente clase media vulnerable, que llega a ser el 40% de la población. Estos ciudadanos se enfrentan a un círculo vicioso de empleos de mala calidad, es decir, precariedad laboral, más una deficiente protección social que los deja en una situación muy comprometida, con el riesgo de volver a caer en la pobreza. Bajo estas circunstancias, carecen de capacidad para ahorrar o invertir en un negocio.
3. La trampa institucional: Pese a los avances logrados en los últimos años, algunos gobiernos latinoamericanos no han podido responder a las crecientes demandas de los ciudadanos. La desconfianza y la poca satisfacción con los servicios públicos se han acrecentado. Eso es especialmente significativo en Argentina o México. «A gran parte de los ciudadanos no les parece importante cumplir con sus obligaciones sociales, como la de pagar impuestos», dice la OCDE. Esa actitud complica la recaudación fiscal necesaria para financiar mejores servicios públicos y responder a las exigencias sociales.
4. La trampa medioambiental: Muchas economías latinoamericanas, por ejemplo, Brasil, hacen un uso intensivo de sus recursos naturales, lo que podría llevarlas a una dinámica insostenible en términos ambientales y económicos. La OCDE reconoce que «es difícil» y «costoso» abandonar la vía del crecimiento basado en la alta emisión de carbono. Además, los recursos naturales en los que se basa este modelo se van agotando a medida que pasa el tiempo, lo que lo vuelve insostenible. Esto ha cobrado singular importancia dado el mayor compromiso global para combatir los efectos del cambio climático.
LA CLASE MEDIA SE ADUEÑA DEL MUNDO, ¿PASA LO MISMO EN AMÉRICA LATINA?
Son 3 mil 800 mlones de los 7.500 millones de habitantes del mundo que han sido catalogados como «clase media» o «ricos», según las últimas estimaciones de World Data Lab que tomó datos del Banco Mundial relacionados a 188 países.
«Septiembre de 2018 marca un punto de inflexión global. Después de este mes, por primera vez, la pobreza y la vulnerabilidad ya no serán mayoría en el mundo. A menos que se produzca un revés económico global desafortunado, esto marca el inicio de una nueva era de mayoría de la clase media», dicen los autores del estudio Homi Kharas y Kristofer Hamel del Instituto Brookings.
La estimación se basa en los ingresos del hogar: la capacidad de comprar alimentos, electrodomésticos, ocio y vacaciones.
Para World Data Lab, una persona de clase media gasta entre 11 y 110 dólares al día, según la Paridad de Poder Adquisitivo de 2011 —PPA, método para convertir diferentes monedas a una común y eliminar las diferencias en los niveles de precio entre países—.
Casi el 90% de la nueva clase media se encuentra en Asia, dicen los economistas, sin mencionar nada sobre América Latina.
¿Esto significa que la situación allí no es tan optimista?
«América Latina, lamentablemente, no queda muy bien en ese panorama. Aunque no hay datos recientes, la recesión de los últimos años muestra un estancamiento regional, en el mejor de los casos. Debido a ello, estaríamos por debajo de la media mundial», escribe en su blog Ricardo Ávila, director de Portafolio
Según el último informe elaborado por la OCDE, Cepal, CAF y la Comisión Europea, alrededor del 40% en América Latina y el Caribe pertenece a la clase media vulnerable, mientras que un 23% de los latinoamericanos vive por debajo del umbral de la pobreza. Es decir, más del 60% de América Latina es pobre o «vive con numerosas incertidumbres», con trabajos informales, por debajo del nivel promedio mundial.
Otro informe de Cepal de 2017 fijó el aumento de la pobreza en la región.
Kharas mencionó a Brasil, donde «el Gobierno deberá prestar más atención a la clase media a medida que crezca su influencia, o sufrir las consecuencias».
“La clase media se hartó de la corrupción y de los servicios públicos deficientes. (…) Todavía no ha encontrado algo que le guste», afirma Kharas, en vísperas de las elecciones presidenciales en ese país.