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MUNDO

Política Global: De cómo el imperio destruye a Julian Assange y a Wikileaks

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Con información Agencia de Noticias Sputnik //

Ya es de conocimiento mundial que cuando un ser humano entra en la mira de los servicios de inteligencia en cualquier país del mundo por considerarlo un «peligro para la seguridad nacional» todo el sistema represivo se lanza contra este hombre o mujer hasta destruirle o desprestigiarle.

Así está pasando con Julian Assange, uno de los tres pilares de WikiLeaks, quien abrió los ojos al mundo entero sobre los crímenes y las atrocidades que estaban cometiendo EEUU y sus obedientes sirvientes de la OTAN en el Oriente Medio al lanzar su ‘guerra permanente’ para apoderarse de los recursos nacionales de Irak, Afganistán, Libia, Somalia, Siria. Ahora, este valiente comunicador social está recluido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en Londres, conocida como el ‘Guantánamo británico’ y con la salud seriamente decaída.

Lo trágico de este caso consiste en que todo el proceso contra Assange está basado en la decisión de Washington de considerarlo culpable hasta que se demuestre su inocencia en los 18 cargos sobre el rol de Julian Assange en la revelación de crímenes de guerra de EEUU en Irak y Afganistán publicados entre 2011-2012 por WikiLeaks y conspiración diplomática global.

Sin embargo, la arremetida de Washington contra WikiLeaks arrancó ya en 2009 después de la divulgación de un video del tiroteo a periodistas en Bagdad el 13 de julio de 2007 por un helicóptero militar norteamericano. La publicación por WikiLeaks del ‘Diario de Guerra en Afganistán’ el 25 de julio de 2010 hizo intensificar aún más la irritación de la Casa Blanca.

En 2017, el entonces director de la CIA y hoy secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró una guerra abierta contra los tres pilares de WikiLeaks: Julian Assange, el abogado y activista Jacob Appelbaum y el relacionista público Trevor Fitzgibbon.

Por una simple decisión política del ‘establishment’ norteamericano, el Departamento de Justicia de EEUU se convirtió en un ‘inquisidor’ global del siglo XXI que concentró su mirada primero en Julian Assange, lanzando, según el relator especial de las Naciones Unidas sobre Tortura y Penas Crueles, Nils Melzer, «una campaña implacable y desenfrenada de acoso público, difamación e intimidación de Julian Assange no solo en EEUU sino en Reino Unido, Suecia y Ecuador».

Melzer señaló también que «en 20 años de trabajo con las víctimas de la guerra, la violencia y la persecución política, nunca vi a un grupo de estados democráticos asociarse deliberadamente para aislar, satanizar y abusar de un solo individuo por tanto tiempo, con tan poco respeto por la dignidad humana y el imperio de la ley».

El ‘modus operandi’ del sistema de represión globalizada dirigida por Washington ha tenido de preferencia desde hace bastante tiempo el uso de la táctica de rumores, denuncias y acusaciones relacionadas con el sexo como acoso sexual, ataque sexual, violación, homosexualismo para dañar la reputación pública del personaje que atenta a desafiar el sistema político y social existente.

El acusado por muy inocente que sea se convierte en una víctima señalada y manchada como un «violador en serie». El sistema sabe que esta táctica produce un efecto inmediato negativo sobre la capacidad de producción de esta persona y afecta seriamente su estado de ánimo y mental. Así hicieron con Julian Assange cuando dos mujeres, la periodista y feminista sueca Anna Ardin de 30 años y su amiga Sofia Wilden de 26 años denunciaron al fundador de WikiLeaks por abuso sexual y reconociendo al mismo tiempo que el sexo en ambos casos fue consensuado.

Fue una operación bien montada contra Assange, aceptando el Scotland Yard la acusación de supuestas ‘víctimas’ de coerción ilegal y abuso sexual sin presentar las afectadas alguna prueba concreta contra su victimario. El preservativo que presentó Anna Ardin no reveló ADN ni de ella ni de Assange. Sin embargo, el fundador de WikiLeaks fue arrestado bajo sospechas y sin cargos de violación y después fue liberado bajo fianza mientras se estudiaba su posible extradición a Suecia que a su vez podía entregarlo a EEUU donde sería juzgado por espionaje

EL PRESIDENTE DE ECUADOR LO ENTREGÓ

Después que la Corte británica determinara extraditarlo a Suecia, Assange pidió en 2012 asilo en la Embajada de Ecuador en Londres, donde se quedó durante siete años sin asistencia médica. El 11 de abril de 2019, el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, tras recibir promesas de Washington de nuevos créditos financieros para su país, suspendió el asilo de Assange y lo entregó a Scotland Yard, que lo sacó a rastras de la Embajada ecuatoriana y lo trasladó a la prisión de Belmarsh, donde estuvo durante un tiempo en el hospital de la cárcel debido al serio deterioro de su salud, llegando al extremo de no poder sostener una simple conversación con sus abogados.

El sistema represivo globalizado tampoco dejó en paz a otros dos pilares de WikiLeaks: el activista y abogado Jacob Appelbaum y el relacionista público Trevor Fitzgibbon. La periodista Suzie Dawson describió en su ensayo ‘Freeing Julian Assange’ como la prensa globalizada se empeñó en destruir sus carreras, sus finanzas y hasta el matrimonio de Jacob creando imagen de ‘violadores en serie’ sin presentar ninguna prueba concreta. Bastaron rumores, mentiras, insinuaciones, alegaciones para convertirlos en unos depredadores sexuales. Tan fuerte fue la guerra informativa contra Trevor que 70 organizaciones progresistas lo repudiaron.

En 2018 el periodista islandés Kristinn Hrafnsson, nombrado editor jefe de WikiLeaks, fue acusado por los medios de comunicación globalizados de ser violento con las mujeres sin presentar ninguna prueba. El otro colaborador de WikiLeaks, Matt DeHart, exanalista de inteligencia de EEUU y miembro del grupo de piratas informativos, fue tildado de perverso y se le inventó la tenencia de pornografía infantil que indignó a la opinión pública a tal extremo que inclusive Edward Snowden atacó a Matt. Resultó que esta táctica usada con fines políticos funcionó a la perfección para hacer debilitar a WikiLeaks.

Mientras todo esto estaba sucediendo, los agentes del FBI estaban extremadamente activos interrogando a su informante islandés Sigurdur Thordarson, quien se convirtió en el principal acusador de Assange. En mayo pasado, la agente especial del FBI Megan Brown, quien está a cargo de investigación contra Assange, viajó a Islandia junto con el fiscal Kellen Dwyer del Distrito Oriental de Virginia para interrogar a Thordarson. Este informante no tiene mucha credibilidad por tener un historial criminal.

Este personaje había sido un colaborador de WikiLeaks en Islandia desde 2010 hasta que en 2011 cuando se contactó con la embajada norteamericana en Reikiavik ofreciendo ayuda a EEUU en investigación criminal relacionada con Julian Assange. Entre 2011 y 2012 Thordarson entregó a las autoridades norteamericanas ocho discos duros de información perteneciente a WikiLeaks por los cuales recibió miles de dólares en recompensa.

El arresto y el traslado de Assange al ‘Guantánamo británico’ está demostrando el poder de largo brazo de Washington que ya estaba seguro que el fundador de WikiLeaks sería extraditado a EEUU tarde o temprano y donde sería acusado de contactar con la analista del Departamento de Defensa, Chelsea Manning, para «obtener ilegalmente documentos clasificados relacionados con los secretos de defensa nacional y su posterior publicación».

El Departamento de Justicia de EEUU ya presentó 18 cargos contra este comunicador social y el secretario de Interior de Reino Unido, Sajid Javid, no se dejó esperar y firmó una solicitud formal para extraditar a Assange a EEUU donde el Gran Jurado le podría condenar hasta 175 años de prisión. El Tratado de Extradición entre Washington y Londres fue firmado y ratificado en 2007 sin necesidad de presentar evidencias sustanciales para proceder con extradición.

Ahora todo depende de la decisión de la justicia británica. El pasado 14 de mayo durante la sesión de procedimiento la jueza de la Corte de Magistrados de Westminster, Emma Arbuthnot, ordenó para el 25 de febrero 2020 una audiencia con una duración prevista de cinco días para revisar la extradición de Julian Assange a EEUU.

Se prevé también vistas preliminares en julio y octubre próximos. Si tomamos en cuenta que el esposo de la magistrada, James Arbuthnot, es exdirector de Security Intelligence Consultancy SC Strategy Ltd., la empresa privada británica de inteligencia cuya ‘labor’ fue divulgada en más de 500 informes de WikiLeaks, ya podemos darnos cuenta del veredicto que espera al periodista y activista Julian Assange.

Lo nuevo de este caso es la aparición inmediata de lo que se llama ‘Efecto Assange’, que consiste en el inicio de una nueva ola de ‘cacería de brujas’ contra el periodismo de investigación y el pensamiento alternativo en Australia, Francia y EEUU.

La Policía de Australia realizó ya una redada en la Australian Broadcasting Corporation con la orden de apropiarse, eliminar o cambiar la información periodística relacionada con la seguridad nacional del país. En San Francisco, California, el 14 de junio pasado una docena de policías fuertemente armados abrió a martillazos la puerta de la casa del periodista Bryan Carmody, lo esposaron y requisaron todo su material de trabajo. Esto ocurrió al negarse el periodista revelar su fuente de información tras publicar un informe sobre un turbio suceso local.

Frente a estos ataques contra los medios de comunicación, el periodismo globalizado que hasta poco estaba proyectando a la opinión pública una imagen distorsionada y vilificada del creador de WikiLeaks y posteriormente mantuvo silencio sobre la tragedia de Assange dando luz verde a su persecución por el Gobierno estadounidense, por primera vez en los últimos 10 años los informadores globalizados se sintieron inseguros.

Surgieron dudas en los medios de comunicación más alineados con Washington respecto a su futuro en el caso de publicar algunos documentos clasificados. Recién han comprendido que la criminalización de la práctica periodística no tendría límites y podría inclusive afectar al mismo The New York Times o The Guardian británico que supuestamente son partidarios y luchadores por la democracia y la libertad.

Una posible extradición de Julian Assange a EEUU junto con una arremetida por el sistema represivo globalizado neoliberal contra los medios de comunicación abriría la puerta a una dictadura con todas sus consecuencias. El fundador de WikiLeaks ya nos advirtió sobre este peligro al exponer a EEUU, a sus aliados de la OTAN más importantes y a sus líderes divulgando sus secretos, sus crímenes más cruentos y sus planes para domesticar a la opinión pública mundial silenciando a la prensa alternativa y tratando inclusive controlar internet.

La libertad es lo más importante en la vida y precisamente esta libertad está en peligro actualmente. Ya es hora para los medios de comunicación darse cuenta de lo que les espera a ellos y al mundo entero si es que siguen siendo promotores y portavoces del sistema represivo globalizado.

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MUNDO

Acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hamás busca poner fin al horror, aunque persisten interrogantes

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– Por Redacción Conciencia Pública

Tras más de dos años de conflicto, Israel y Hamás han firmado un acuerdo para una tregua temporal acompañado de un intercambio de rehenes y prisioneros.

En este pacto, Hamás se compromete a liberar a los rehenes israelíes que aún estén con vida, y a cambio Israel liberará a cientos — incluso miles — de prisioneros palestinos. La firma del convenio fue producto de intensas negociaciones indirectas llevadas a cabo en Sharm el-Sheij (Egipto), con la mediación de Estados Unidos, Catar, Egipto y Turquía.

Israel aceptó también una retirada parcial de sus fuerzas en Gaza como parte del paquete negociado. No obstante, la aplicación del pacto depende de una ratificación oficial por parte del gobierno israelí.

En cifras, se estima que Hamás liberará alrededor de 20 rehenes vivos que le restan, más los cuerpos de quienes fallecieron mientras estaban detenidos. Israel, por su parte, liberará cerca de 2,000 prisioneros palestinos, excepto los terroristas que participaron directamente en el ataque contra Israel el 07 de octubre de 2023.

El intercambio se realizará por fases: se prevé que los primeros movimientos ocurran en los días siguientes a la aprobación estatal israelí.

Aunque este pacto es visto por algunos como un hito diplomático, contiene múltiples interrogantes. Entre los puntos no resueltos están el desarme de Hamás, el papel político del grupo en el futuro de Gaza y la soberanía palestina.

Además, hay sectores dentro del poder israelí — especialmente de tendencia ultraderechista — que han expresado su rechazo al acuerdo y podrían obstaculizar su ejecución.

La implementación del acuerdo requerirá vigilancia internacional. Se espera que garantes externos supervisen el cumplimiento de las distintas fases, desde la liberación hasta la retirada militar parcial y la apertura humanitaria.

Aun así, la experiencia reciente advierte que cada etapa puede ser objeto de demoras, interpretaciones divergentes o incluso rupturas.

El contexto es abrumador: desde el inicio del conflicto, se han reportado más de 67,000 muertes en Gaza, muchas de ellas civiles, mientras que el ataque inicial de Hamás en octubre de 2023 causó aproximadamente 1,200 muertos en Israel y la captura de 251 rehenes.

Para las poblaciones atrapadas en el enfrentamiento, las esperanzas con este pacto no pueden disociarse del temor: ¿logrará imponerse la paz sobre la ruptura?

En última instancia, el éxito —o fracaso— del acuerdo no dependerá solo de las letras firmadas, sino de la voluntad real de las partes para transformarlas en acción durable.

Si los liberados regresan con vida, si el retorno de los prisioneros se realiza sin tropiezos, y si Gaza vuelve a ver ingreso efectivo de ayuda humanitaria, podríamos estar ante un punto de inflexión. Pero si el pacto se queda en promesa incumplida, alimentará la desconfianza y prolongará el sufrimiento.

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MUNDO

Francia mira hacia México: interés europeo por el gobierno de Claudia Sheinbaum

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– Por José Modesto Barros Romo

A un año de haber asumido la presidencia de México, Claudia Sheinbaum se ha convertido en una figura de atención global. Desde París hasta Bruselas, su estilo de gobierno, sus reformas sociales y su firmeza frente a los Estados Unidos despiertan un creciente interés en los círculos políticos y académicos europeos.

En Francia, medios como France 24, Le Monde y el CNRS han dedicado amplios espacios a analizar su perfil, su política interior y su papel como la primera mujer presidenta en la historia mexicana.

El interés francés no es casual. En un contexto internacional marcado por el avance de la derecha populista y el repliegue de muchas democracias, México ofrece un caso singular: un gobierno progresista que combina ciencia, ecología y política social.

Sheinbaum, doctora en ingeniería energética y exintegrante del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), representa para Europa una nueva clase de liderazgo: técnico, racional y comprometido con la justicia social. Su discurso feminista y su promesa de “poner a los pobres primero” contrastan con las tendencias autoritarias que dominan en buena parte del continente americano e incluso en algunas partes de Europa y Asia.

Durante su primer año de gestión, Sheinbaum ha mantenido una alta popularidad, impulsada por un avance en la reducción de la pobreza, el aumento del salario mínimo y el fortalecimiento de los programas sociales. Los observadores europeos destacan que estos resultados no se explican solo por la continuidad del proyecto de López Obrador, sino por una administración más metódica, con énfasis en el orden, la transparencia y la rendición de cuentas.

Francia, que atraviesa su propio debate sobre la igualdad de género y la transición ecológica, observa en México un experimento político de gran valor simbólico.

Uno de los temas que más atención ha generado en los foros franceses es la reforma judicial mexicana. La elección directa de jueces y magistrados —una medida sin precedentes a nivel mundial— ha sido vista en Europa como una apuesta arriesgada por democratizar la justicia, aunque no exenta de riesgos.

Investigadores del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés), como Hélène Combe, han subrayado la importancia del intento mexicano por romper con décadas de impunidad, aun cuando la baja participación electoral (13 %) y las acusaciones de politización ensombrecen los resultados iniciales.

En materia de relaciones exteriores, la prensa francesa destaca la capacidad de Sheinbaum para mantener la autonomía nacional frente a Estados Unidos. Su frase “cooperamos, pero no nos sometemos” resonó en los medios galos como símbolo de una política exterior soberana.

Incluso cuando el expresidente Donald Trump amenazó con endurecer aranceles y militarizar la frontera, México optó por la diplomacia firme, enviando refuerzos militares a sus fronteras sin ceder en su dignidad. Ese equilibrio entre pragmatismo y soberanía ha sido interpretado en Europa como una lección de política exterior latinoamericana.

Francia también observa con atención el componente feminista y cultural de la llamada “Cuarta Transformación”. En los debates televisivos franceses, se ha destacado cómo el ascenso de Sheinbaum refleja tres décadas de feminización de la vida política mexicana. Hoy el Congreso es paritario y más del 50% de los cargos locales están ocupados por mujeres. “El tiempo de las mujeres ha llegado”, dijo un analista en France 24, aludiendo al impacto simbólico que tiene que una nación históricamente patriarcal haya elegido a una científica feminista como jefa del Estado.

Este interés europeo no se limita a la política. En el ámbito económico y ambiental, el modelo de desarrollo sustentable promovido por México podría ofrecer nuevos puentes de cooperación con la Unión Europea. París ve en Sheinbaum una interlocutora con quien se puede dialogar sobre energía limpia, justicia climática y reducción de desigualdades.

La “presidenta científica” se ha convertido en un referente de gobernanza moderna, donde, hasta el momento, la evidencia y la ética pública reemplazan el populismo y la improvisación de administraciones pasadas.

México, por tanto, vuelve a ocupar un lugar importante en el mapa de la atención internacional. A ojos de Francia y del mundo, el país se está transformando en una especie de laboratorio político donde se combinan la ciencia, la igualdad y la justicia social bajo un liderazgo femenino que redefine la izquierda latinoamericana.

Los expertos europeos coinciden en que si logra consolidar sus reformas y mantener su independencia diplomática, política y administrativa, incluso frente a varios de sus propios compañeros de partido (Morena-AMLO), Claudia Sheinbaum podría pasar a la historia no solo como la primera presidenta de México, sino como el rostro de una nueva era de cooperación entre América Latina y Europa.

AQUÍ PUEDE VER UNO DE LOS PROGRAMAS FRANCESES DONDE SE HA ANALIZADO EL GOBIERNO DE CLAUDIA SHEINBAUM:

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JALISCO

Edición 810: Claroscuros de la reforma a la Ley de Amparo de Sheinbaum: Javier Hurtado ve la mano de EEUU, GAFI y T-MEC

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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:

Claroscuros de la reforma a la Ley de Amparo de Sheinbaum: Javier Hurtado ve la mano de EEUU, GAFI y T-MEC

El modelo de Zapopan frente a municipios quebrados

Fernando Espinoza de los Monteros: Reforma a la Ley de Amparo, una traición a su esencia

 

El objetivo de rendir cuentas: Diputada Claudia Salas impulsa armonización legislativa en materia de fiscalización

Viaducto subterráneo y drenaje profundo: Propuestas de César Madrigal para una cirugía mayor contra el colapso metropolitano

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MUNDO

Del arroz al silicio

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– Opinión, por Miguel Anaya

En octubre de 1949, Mao Zedong proclamó la República Popular China sobre los escombros de una guerra civil y de siglos de invasiones extranjeras. Era un país rural, analfabeto, con hambre y sin rumbo. 75 años después, esa misma nación fabrica teléfonos y desarrolla apps que influyen en todo el mundo. El gigante, en teoría comunista, es parte vital del rompecabezas capitalista. Ironías del progreso.

China no conquistó el mundo con ejércitos, sino con contenedores, con comercio. No levantó su poder con discursos sensacionalistas, sino con fábricas. Mientras occidente se perdía en contradicciones sociales y culturales, China hablaba poco, trabajaba mucho y exportaba todo.

El secreto no está solo en la economía, sino en la idiosincrasia. China entendió el comunismo con alma confuciana: orden antes que libertad, armonía antes que rebeldía. Mao, no impuso una doctrina foránea; apenas adaptó la vieja idea de que el individuo debe inclinarse ante el todo. Así, el Partido Comunista se convirtió en una versión moderna de un imperio: no se cuestiona, se obedece; no se dice, se hace.

Claro que el camino no fue un cuento chino. El “Gran Salto Adelante” fue más bien un salto al vacío: millones sufrieron entre hornos de hierro y campos estériles. La Revolución Cultural desató una purga donde callar se volvió virtud y la lealtad, salvoconducto. Pero incluso en el desastre, el sistema sobrevivió. China tiene una habilidad ancestral para convertir la tragedia en método.

Luego llegó Deng Xiaoping, un pragmático con alma de comerciante. Su frase, “no importa de qué color sea el gato con tal de que cace ratones”, inauguró el comunismo más rentable de la historia. Permitió la riqueza privada, pero no la libertad pública; abrió las puertas del mercado, pero cerró las ventanas del poder. El resultado: cientos de millones salieron de la pobreza, mientras el partido consolidó el control absoluto.

Hoy, China es el espejo que el mundo observa con una mezcla de fascinación y recelo. Produce, compra, vende y presta. Dirige satélites, controla redes sociales y construye su propio universo digital. Lo que empezó como una extraña mezcla del capitalismo de Occidente y el comunismo de la Unión Soviética, la convirtió en el competidor más disciplinado.

Mientras en las democracias los presidentes cambian cada cuatro o seis años, en China los planes se diseñan para medio siglo. Mientras aquí debatimos el precio de la gasolina, allá diseñan los autos eléctricos que la harán obsoleta.
Y mientras unos discuten si la inteligencia artificial es peligrosa, China ya la utiliza para vigilar a sus ciudadanos, predecir sus hábitos y hasta modelar su “buena conducta”. Orwell se quedó corto: el Gran Hermano aprendió mandarín.

Pero más allá de todo, hay algo que resulta innegable: China entendió el poder como una ciencia exacta. No necesita persuadir, solo demostrar eficiencia. Donde Occidente se desangra en ideologías, China se concentra en resultados. Donde otros prometen libertad, China ofrece prosperidad. Y aunque lo nieguen los románticos, la prosperidad convence mejor que cualquier discurso.

El dragón no rugió: esperó. Tejió mientras otros se distraían en guerras, elecciones o redes sociales. Planeó mientras el mundo lo subestimaba. Y cuando todos despertaron, ya era demasiado tarde: China estaba en los bolsillos, en las pantallas, en las deudas y en los sueños del siglo XXI.

Quizá no sea el modelo ideal para imitar, pero sí el espejo que obliga a mirar sin filtros. Porque, al final, China no sustituye el poder económico, militar y ni el alto consumo de Estados Unidos, pero si hace ver un mundo distinto. Una realidad qué algunos admiran y otros más, temen.

 

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