Connect with us

CULTURA

CINE: Beautiful Boy: el dolor marchitable

Publicado

el

Por Carlos Sebastián Hernández ///

Nada es para siempre; para bien y para mal, todo se acaba. En la recién estrenada ‘‘Beautiful Boy’’ se habla de un pasado que termina convirtiéndose en breves recuerdos que con el tiempo parecen no tener relación con el presente; de los efímeros efectos de los estupefacientes que se esfuman de prisa, y que propician a la búsqueda constante de esas experiencias destructivas; de un amor que se desvanece casi en agonía, y casi para siempre.

Basado en el libro homónimo, y sexto largometraje dirigido por el belga Felix van Groeningen, Beautiful Boy: siempre serás mi hijo (título en México) relata la complicada relación del periodista David Sheff (Steve Carell) con su hijo Nic (Timothée Chalamet), el cual desea convertirse en escritor, pero al ser incapaz de superar la adicción a un sinnúmero de drogas duras, caerá y recaerá en un vacío de tristes episodios psicóticos que poco a poco resquebrajan sus vínculos familiares.

La estructura narrativa (a cargo del editor Nico Leunen), que consta destacadamente de escenas retrospectivas (flashbacks) en match cut, y secuencias de altibajos emocionales que cíclicamente muestran el retroceso/progreso de la salud mental y familiar de los protagonistas, es en definitiva una de los mayores lastres de la cinta. Aunque la idea de utilizar el montaje como herramienta interpretativa de las distintas etapas vivenciales que Nic atraviesa con pesimismo y locura funciona para experimentar la percepción lenta temporalidad, raya en lo predecible, y pronto se desgasta el efecto dramático de las auténticas actuaciones de Carell y Chalamet.

Para el hijo, el contacto con la sangre se vuelve inminente señal de su escabroso viaje por los estados alterados. Sangre que se funde con opioides y reingresa al torrente sanguíneo como una descarga de euforia y arrepentimiento; sangre de sobredosis que escurre por la nariz hacia la boca de una ambigua amiga/novia que implora amor, presagiando el destino del propio Nic Sheff; y finalmente, la sangre que corre por las venas del padre y del hijo, y se vuelve quizás lo único que logra unirlos, o más bien, lo único que impide el completo distanciamiento.

El padre mide a su hijo en días de sobriedad, en años universitarios, y en memorias de feliz infancia, da vueltas tortuosos recordatorios de todo lo perdido. Confundido, alejado, y desesperado, busca explicar la adicción de su hijo con reportes clínicos detallados y entrevista a jovencita pronta para el sexo en situación similar a la de su primogénito. Llega cinlcuso hasta la experimentación con cocaína inhalada a media noche mientras duermen su esposa y sus niños; todo para concluir los años de desvelo y lágrimas contenidas en un estoico rechazo de la responsabilidad de salvar a su hijo.

Un dolor que se marchita, que se pudre, y se resana con reticencia, con negación, y con la impotencia de no poder encontrar la salida del viaje aparentemente eterno de la adicción.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.