OPINIÓN
Diplomacia, más que un oficio
Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //
Reconozco los oficios diplomáticos y la piel dura ante las ofensas de la comitiva encabezada por Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores de México, en sus negociaciones con el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en un ambiente por demás complejo y, a mi entender inicial, imposible de destrabar pues se estaba ante un Donald Trump que juega con el poder, la ofensa y la amenaza como sus tres estrategias preferidas de negociación e imposición. A Trump le encanta contaminar emocionalmente a sus relaciones y le es fácil sustraerse de lo correcto, aun y a pesar de ser el Presidente y jefe de Estado de EEUU y de estar ante un amigo y vecino, que es también su más importante socio comercial: México.
Ebrard estaba advertido y aun así se presentó a las negociaciones. En dos ocasiones, Mike Pompeo lo había dejado plantado, pero Ebrard no lo había entendido o estaba resignado… para el secretario de Estado norteamericano, el canciller mexicano no es, aun hoy, su igual ni es importante. Así lo veo.
El viaje a Washington parecía condenado al fracaso pues la negociación no sería sobre los aranceles sino por los migrantes y el narcotráfico. Creo que se recibió a la comitiva mexicana tan solo para dejar en claro que con Trump no se negocia, tan solo se cumplen sus mandatos y no se habla en el vacío que hay fuera de sus intereses. Para el gobierno de Trump, México no es necesario como lo afirmó en entrevista con la cadena Fox de TV.
Cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador dio respuesta al tuit amenazante del presidente Donald Trump, juzgué equivocado el modo y contenido de la carta de AMLO. Cuando decidió enviar a Ebrard sin cita ni agenda de discusión y sin incluir a los responsables de la seguridad de nuestra frontera sur y del combate a los narcotraficantes, también lo critiqué. Hoy reconozco que, aun sin todo ello, los resultados fueron buenos para ambas naciones.
Debo, sin embargo, señalar que las exigencias de Trump me eran entendibles pues las oleadas de migrantes centroamericanos hacia nuestra frontera norte fueron resultado de una decisión política permisiva y equivocadamente humanitaria del Gobierno federal mexicano orquestada desde la Secretaría de Gobernación. He sostenido que una frontera nacional con la porosidad como la nuestra con Guatemala, ni es frontera ni resguarda nuestra soberanía e insisto en que jamás la exigencia de orden fronterizo debió venir de un mandatario extranjero pues aquel, el orden fronterizo, es mandato constitucional que AMLO obvió y pareció no importarle. Por otra parte, debo manifestar que el indebido tráfico de drogas desde México hacia EEUU es total responsabilidad del Gobierno mexicano en sus tres órdenes. Donald Trump calcula que tal tráfico tiene un valor cercano a los 500 mil millones de dólares anuales. Algo de este tamaño no se hace posible sin el contubernio de decenas de muy altos funcionarios, incluidos algunos gobernadores, empleados de gobierno de alto nivel y de miembros de las fuerzas armadas y del orden público. Este problema es de mayor tamaño e impacto que el del robo de combustibles.
Celebro que la imposición de aranceles a nuestras exportaciones hacia EEUU se haya detenido, pero lamento que sean resultado de presiones de fuera para poner orden adentro y también lamento, profundamente, que algunos crean que el asunto está zanjado.
Trump está en campaña hacia su reelección y tiene en México como “al gran enemigo de América”, como el país que ha abusado de su América; el país que le ha robado millones de puestos de trabajo al llevarse cientos de empresas norteamericanas que él recuperará o al invadir al campo, la ciudad y las industrias de trabajadores ilegales que él expulsará; México es el país que mata a cientos de norteamericanos con drogas de mil efectos… ese es México en su delirante imaginación y lo será para Trump éste y el siguiente año, así que qué se negoció y qué se negociará en los días, semana y meses siguientes.
En diplomacia, el discurso se cifra y descifra desde un lenguaje encriptado. Hasta hoy, el discurso de respuesta a Trump, jamás encriptado de AMLO, se había quedado en la antesala de la levedad diplomática limitada por lo legal y lo ilegal. La cita en Tijuana, a la que AMLO nos convoca, me parece un giro interesante en su retórica, aunque solo importará a los mexicanos pues no tendrá efecto alguno en Trump, quien, por cierto, se olvida que vive en un Estado de Derecho que le obliga y limita; como nadie antes en la historia de EEUU, el presidente norteamericano abre nuevos frentes de conflicto con sus socios comerciales.
Sostengo que en materia de política comercial y de diplomacia, los objetivos deben definirse en razón del interés nacional y las alianzas binacionales deben estar sustentadas en tratados internacionales que sí se respetan. Hoy se logra un acuerdo, pero no por el camino que, idealmente, se debió seguir.
México ha resuelto, obligado, a reforzar su frontera sur, pero también debe hacerlo en su frontera norte para que no lleguen armas provenientes del mercado norteamericano, y debe reforzar las aduanas de sus puertos marítimos y puertos aéreos para que no se internen mercancías ilegales que compiten abusivamente con las nuestras y para que todo lo que se interne pague los impuestos debidos que fortalezcan nuestras finanzas públicas.
México debe asumir una postura menos permisiva hacia el uso y abuso de las drogas. Éste es un asunto y problema de salud y seguridad pública y no es solo un problema que a cada uno nos corresponde tomar o dejar en razón de nuestra libertad al decidir sobre nuestro cuerpo y mente. Es un asunto de Estado porque le toca al Estado mexicano atender, con recursos públicos, a quien ha perdido control de su adicción y se ha dañado emocional y físicamente. El reto del tráfico de drogas no se queda en una simple decisión personalísima de consumo o no, sino que crece hacia otros ámbitos que afectan a nuestro Estado de Derecho: Secuestros, cobro por derechos de piso, extorsiones, asesinatos por ajustes de cuentas, autogobiernos en los centros penitenciarios, complicidades desde oficinas de gobierno, apoyo a candidatos afines y asesinados los que no se sujetan a sus mandatos, desánimo en los inversionistas, fayuca, productos pirata, tráfico de personas, prostitución, pornografía infantil, tráfico de armas, tráfico de auto robados hacia el mercado internacional… Este no es un asunto sobre si la marihuana es más dañina o no que el cigarro o el alcohol. Es más profundo y de largo aliento. Dejemos de jugar al tío Lolo y hagamos gobierno.
Por forma diplomática, debió exigirse a Trump dejarse de meter en nuestros asuntos, pero por el fondo que contiene y el futuro que nos depara, arreglemos lo que hoy hace mal o deja de cumplir el gobierno. Que nuestro nacionalismo nos haga mejores en todos los sentidos, ante nosotros mismo, ante el mundo y ante la historia que todo lo exhibe. He insistido en que un nacionalismo efectivo no puede ser jamás visceral y hoy lo reitero.
E-mail: comunamexico@yahoo.com
