OPINIÓN
En la Mira: Unas y los otros
Por Óscar Constantino //
The order is rapidly fadin’.
And the first one now will later be last.
For the times they are a-changin’.
Bob Dylan.
Hace unos días, le decía a un amigo que, en cualquier tema real, la logística lo es todo. De hecho, la historia de la humanidad es la de unas y los otros:
1. Los otros inventaron la caza, cuando no había bestias, pasaron hambre e inventaron otras tres cosas: los lamentos, la religión y las excusas. Unas descubrieron la agricultura y se mitigó el problema.
2. Mientras unas desarrollaron la familia (y, al haber descubierto la escasez, también inventaron la economía y la administración), los otros inventaron el vino y las borracheras. Dado que los otros desenvolvieron el nomadismo que causaba más escasez, unas inventaron el sedentarismo, el ahorro… y la civilización.
3. Paralelamente al descubrimiento de la escasez, los otros inventaron la guerra, descendiente de otro invento de los otros: el conflicto y los golpes. Como las guerras y los pleitos sólo dejaban caos y destrucción, unas inventaron el diálogo y la diplomacia. A regañadientes, los otros comenzaron a usar los mecanismos diplomáticos, pero le agregaron un componente: el equilibrio, o sea, aliarte con quien hagas contrapesos, no con quien tenga la razón.
4. Mientras unas inventaron el acuerdo, los otros inventaron las leyes, los procesos y los linchamientos: había que castigar, incluso con tormentos y la hoguera, a quien pensara diferente. De la mano, los otros inventaron los fueros, castas y estamentos: cada conducta se trata dependiendo de quién la haga y no sólo de qué se hace.
5. Los otros mantuvieron el control de sus inventos más preciados: la religión, el gobierno y la burocracia. Cuando la ciencia cuestionó estos tres inventos, los otros liberaron un instrumento adicional: la represión. No era nuevo: no siempre se podía usar la hoguera, pero existían la calumnia, el descrédito, el exilio, el ostracismo, despojo, expolio, decomiso o confiscación. Como parte de esa represión, los otros impidieron que unas hicieran ciencia.
6. El invento de los estamentos terminó perjudicando a los otros, así que recurrieron a su vieja creación, la guerra: ahora, gracias a las revoluciones, todos serían iguales. Unas exigieron que en ese todos cupieran ellas, porque no las dejaban votar ni tener propiedades. Los otros se burlaron: ¿pues qué se creen? Ellos no contaron con una antigua conocida, que nunca se había ido: la escasez.
7. Como consecuencia de la escasez, no bastaba con que los otros trabajaran en industrias, oficinas y fuera de los hogares. Se hizo necesario que unas salieran de casa a conseguir ingresos… y quien se provee su propio dinero obtiene independencia real, ya no era opción para los otros seguir restringiendo las libertades de unas: se volvieron propietarias y electoras. La democracia de los otros se transformó en la democracia de todos y todas.
8. Pero, al igual que con el conflicto, la guerra y el fuero, los otros encontraron la forma de torcer el camino: sí, ellos también habían inventado el poder —que una persona haga algo que, por su propio gusto, no haría— y no les gustaba la idea de compartirlo con unas. Para conseguir sus fines, los otros inventaron la nominalidad —que los derechos declarados no se cumplan en la realidad— y pasaron 200 años haciendo nugatorios los derechos de unas.
9. Mientras los otros se concentraban en usar uno de sus inventos, la simulación, unas inventaron la representación paritaria y la exigieron. Parecía que, por fin, habían alcanzado la victoria. No contaban con que los otros desempolvarían un viejo invento: la demagogia.
¿Cuándo se va acabar este conflicto inútil? Diría Bob Dylan: the answer, my friend, is blowin’ in the wind.
