CULTURA
Sophia Antipolis: La alienación abismal

Cine, por Carlos Sebastián Hernández //
Un coincidente encuentro fortuito de seres de espíritu expirado, que nunca logra conectarlos o redimirlos, sino profundizar su angustia. La conjunción de una pesadumbre incomunicable, invadeable, e invariable a manera de síntoma social. La repentina desnudez de un lamentoso pasado arrastrante, que niega cualquier expectativa o esperanza presente, y parece borrar cualquier indicio de prosperidad futura.
En el reciente largometraje del actor y director parisino Virgil Vernier, se revela la naturaleza estática infecta en la psique de cinco personajes similarmente retenidos por la imposibilidad de afrontar, corregir, o remediar su latente precariedad existencial.
Quinto largometraje dirigido por Vernier (los documentales Autoproduction y Commissariat, 2009; Orléans, 2012; Mercuriales, 2014), Sophia Antipolis, 2018 relata dos historias episódicas situadas en el mismo parque tecnológico francés: una secta integrada por creyentes en el fatalismo, la vida extraterrestre, y lo paranormal, donde destacan una joven viuda (Dewi Kunetz), y la madre de una chica desaparecida (Sandra Poitoux). Un grupo clandestino de vigilantes, liderados por un guardia de seguridad, que realizan rondas nocturnas en las que entrenan con ex-policías, imparten justicia por mano propia, y obsesivamente recrean un macabro homicidio.
En la primera parte de la cinta, designada como el episodio femenino, brota el anhelo del cambio, resultante de una ansiosa carencia de aceptación prologal (la precoz jovencita pretendiendo la mayoría de edad para colocarse implantes de silicona; la desesperada actriz queriendo realzar sus únicos atributos con apresurada cirugía plástica; la nerviosa muchacha urgida por corregir sus asimétricos senos). Brota como revitalizador impulso significativo en la inmigrante viuda que acepta la invitación del grupo espiritual, más por enmendar su frívolo aburrimiento (‘‘Durante el día no sé qué hacer. Dejo pasar el tiempo’’) que por una necesidad de misticismo trascendental. Brota en la igualmente monótona miembro de la secta como una fuerza ilusionante, en la que confía su onírica creencia sobre la fantasiosa abducción de su hija (‘‘En mi último sueño ella decía que todo estaba bien, que volvería a casa pronto y que no me preocupase’’), puesta en duda por el escepticismo rotundo, aunque también infundado, de la hermana de ésta (‘‘La verdad, mamá, Melanie no ha desaparecido. Millones de personas se van e inician una nueva vida’’). Tres segmentos orbitados por una progresiva incertidumbre. Tres reunidas experiencias de rechazo, soledad y abandono, no menos percibidas como rechazadas, solitarias, y abandonadas en su conjunto.
En la segunda parte de la cinta, el correspondiente episodio masculino, la continuación, responsiva, o resultado del incierto existir, se propaga una búsqueda perturbadora del sentido como escarmiento desasosegador en el reclutador Christophe, entusiasta del brutal adiestramiento consistente en el uso de la violencia verbal, agresiones físicas, y simulaciones de atentados; auto-flagelación para expiar el tardío hallazgo del cadáver calcinado de Sophia Domínguez, que revive en la reconstrucción policial presenciada con incredulidad y remordimiento, firmemente acusada de inverosímil (‘‘Ella ya estaba muerta. Si hubiese gritado así la abríamos oído’’). Se propaga en el recluta Tarik (Hugues Njiba-Mukuna) como disimulada enajenación que lo aleja del grupo tras cuestionar la destrucción y quema de improvisadas casas marginales (‘‘¿No es ilegal hacer esto?’/No, no. Acampar es ilegal’’), y abandonar la cuestionable detención de un supuesto pedófilo sin cargos ni pruebas. Se propaga en la mejor amiga de Sophia (Lilith Grasmug) como duelo penitente, quien en epilogal narración del declive de la venerada chica idealizada (‘‘Todos decían que nos parecíamos/Descubrimos que teníamos la misma vida’’), se revela a sí misma como única conocedora de una verdad que desaparece junto a los últimos rastros de su olvidado amor. Lo que era resignación y contemplación, se transforma aquí en resentimiento y reacción, o intento de ella. Lo que eran abiertas interrogantes, se trastorna aquí en agresivas imposiciones de la realidad, tan irresolutas como insuficientes.
Un mosaico de fantasmagorías sutilmente humanas. Un despliegue de la alienación abismal, como reflejo crítico de la contemporaneidad. Una cinematográfica efigie de la desolación, derivada de un indiferente pasado irreparable, cuan inescapable.
CULTURA
Premios Ariel, la magia del cine mexicano: Jalisco es epicentro del evento

– Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias
Los Premios Ariel, máximo reconocimiento de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) se entregarán el 20 de septiembre. Por tercer año consecutivo, Jalisco ha sido la sede de los Premios Ariel, en esta ocasión se celebran en Puerto Vallarta.
La AMACC impulsa una política de itinerancia para que los Ariel dejen de celebrarse exclusivamente en la Ciudad de México, buscando y fortalecer la conexión entre la industria cinematográfica nacional y los diversos estados. Jalisco ha mostrado una receptividad notable a esta política, ofreciendo no solo capacidad logística e infraestructura adecuada, sino también apoyo institucional y económico.
A través de la Secretaría de Turismo y FILMA Jalisco, el estado ha otorgado incentivos para atraer producciones, políticas públicas de cine y recursos concretos para la realización de la ceremonia, como los más de 10 millones de pesos destinados a la producción del evento 2025. Además, la elección de Puerto Vallarta como sede se vincula con un interés estratégico por consolidar un polo cinematográfico dentro del estado.
Con apoyos como el “cash rebate”, la comisión de filmaciones y la existencia de festivales de cine consolidados como el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), demuestra que puede ofrecer garantías logísticas y técnicas para eventos de gran magnitud, al mismo tiempo que refuerza su visibilidad cultural y turística.
El gobierno del estado ha buscado que los Ariel sirvan también como plataforma de promoción turística, vinculando cine, cultura y visitantes; la cobertura mediática que genera el evento, junto con los atractivos turísticos de Puerto Vallarta, amplifica la proyección del estado en el ámbito nacional e internacional.
Esta política contempla además la diversificación dentro del propio territorio jalisciense: si bien los premios se han celebrado en Guadalajara y ahora en Puerto Vallarta, la intención es rotar la sede dentro del estado en futuras ediciones, mostrando así la variedad de escenarios y consolidando a Jalisco como un punto neurálgico del cine mexicano contemporáneo.
Entre las películas nominadas, Pedro Páramo de Rodrigo Prieto se consolidó como una de las favoritas, obteniendo 17 nominaciones. La ópera prima de Prieto es una adaptación de la emblemática novela de Juan Rulfo que fusiona el realismo mágico con una estética cinematográfica contemporánea, aprovechando la experiencia del director como director de fotografía.
Su propuesta visual busca capturar la atmósfera surrealista de la obra literaria, y cada encuadre, cada composición lumínica, remite a la memoria de un México lleno de fantasmas y ecos del pasado. Prieto logra, con sorprendente soltura para un debut en la dirección, trasladar la intensidad emocional y la ambigüedad de los personajes a la pantalla, mostrando un cine que dialoga tanto con la tradición literaria como con el lenguaje cinematográfico moderno.
La Cocina, dirigida por Alonso Ruizpalacios, también acaparó la atención de la crítica y del público, con 15 nominaciones en diversas categorías. Ruizpalacios, conocido por su capacidad de mezclar humor, crítica social y frescura narrativa, invita a explorar las dinámicas de poder y género en un contexto culinario, donde la cocina se convierte en un microcosmos de tensiones, aspiraciones y secretos.
La dirección de Ruizpalacios se distingue por su ritmo ágil, su atención al detalle y la manera en que los personajes se despliegan en un espacio aparentemente cotidiano, transformando lo familiar en un escenario de reflexión sobre la sociedad contemporánea mexicana.
Sujo, codirigida por Fernanda Valadez y Astrid Rondero, recibió 13 nominaciones y ofrece una mirada íntima y profunda a la búsqueda de identidad de una joven que enfrenta los retos de la migración y la pertenencia. Valadez y Rondero despliegan un estilo cinematográfico sensible, que combina la narrativa íntima con un fuerte compromiso social.
La película se mueve entre el drama personal y la denuncia de condiciones sociales, logrando un equilibrio entre emoción y reflexión, mientras invita al espectador a contemplar los dilemas humanos y la construcción de la identidad frente a contextos adversos.
Corina, de Úrsula Barba Hopfner, con 9 nominaciones, centra su historia en las complejidades de las relaciones humanas y la búsqueda de la verdad en la interacción entre sus personajes. Hopfner demuestra un manejo refinado de la introspección dramática y una capacidad notable para capturar la esencia de cada individuo, explorando cómo los deseos, miedos y secretos moldean las decisiones y la convivencia. Su dirección, delicada y precisa, pone en primer plano la psicología de los personajes y transforma la narrativa en un examen de la condición humana contemporánea.
Finalmente, Un actor malo, que obtuvo 5 nominaciones, se destaca por su reflexión sobre la identidad, la percepción pública y los conflictos entre la vida personal y la fama. La película combina elementos de comedia y drama con un estilo original y arriesgado, mostrando cómo la construcción de la imagen propia y la exposición ante los demás pueden convertirse en territorio de exploración artística y social. Su dirección, creativa y audaz, logra mantener la tensión entre humor, ironía y crítica, permitiendo al espectador identificarse con los dilemas del protagonista y reflexionar sobre el espectáculo de la vida pública.
El conjunto de estas películas refleja la diversidad y riqueza del cine mexicano contemporáneo. Cada una de ellas ofrece una perspectiva única sobre temas universales como la identidad, el poder, la migración y las relaciones humanas, evidenciando la capacidad del cine nacional para dialogar con su contexto histórico y social. La crítica y la audiencia han reconocido que, más allá de la técnica y la narrativa, estas producciones invitan a la reflexión y al cuestionamiento, ofreciendo miradas que son tanto íntimas como colectivas, particulares y universales.
Los nominados a los Premios Ariel ponen de manifiesto la evolución y el dinamismo de la industria mexicana. Las películas y sus directores son la muestra de que el cine mexicano continúa siendo un espacio de innovación, reflexión y expresión artística que resuena dentro y fuera del país, consolidando su relevancia en el panorama global.
CULTURA
México celebra el Día Nacional del Charro: tradición, deporte y orgullo patrio

– Por Redacción Conciencia Pública
Cada 14 de septiembre México rinde homenaje a una de sus tradiciones más representativas: la charrería.
El Día Nacional del Charro fue instaurado en 1934 como una manera de reconocer al charro como figura central de la identidad mexicana y al mismo tiempo consolidar este deporte ecuestre como una práctica cultural de enorme arraigo.
Esta celebración se vive en todo el país, desde los lienzos charros hasta las plazas públicas, con un ambiente que enlaza historia, destreza y orgullo patrio.
En redes sociales, la fecha adquiere una fuerza particular. Hashtags como #DíaDelCharro y #DíaNacionalDelCharro agrupan miles de publicaciones en X, Facebook, TikTok e Instagram.
Usuarios comparten fotos de trajes bordados, sombreros de ala ancha, montas de caballos y suertes espectaculares como manganas, coleaderos o el paso de la muerte.
También abundan los mensajes de autoridades, artistas y asociaciones que felicitan a los charros y escaramuzas, exaltando el valor de mantener vivas las costumbres.
La Federación Mexicana de Charrería y la Asociación Nacional de Charros son protagonistas en la promoción de actividades conmemorativas.
Desde sus cuentas oficiales en internet se difunden la agenda de charreadas, congresos y campeonatos que se desarrollan en distintos estados del país.
Las escaramuzas, grupos femeninos que ejecutan rutinas a caballo con precisión y estética, se han vuelto además un símbolo de inclusión y disciplina dentro de esta disciplina reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial desde 2016.
En municipios y capitales estatales (Guadalajara no es la excepción), el Día del Charro se acompaña de desfiles, exhibiciones y actos solemnes. No faltarán hoy los honores a la bandera ni los espectáculos ecuestres que refuerzan el vínculo entre tradición y mexicanidad.
La fecha, además, se sitúa estratégicamente en la antesala de las Fiestas Patrias, lo que le otorga un carácter doblemente simbólico: recordar el legado charro y enmarcar la conmemoración de la Independencia.
En la esfera digital, las publicaciones destacan tanto la herencia familiar como la profesionalización del deporte.
Muchos jóvenes charros y escaramuzas utilizan hoy en día redes TikTok e Instagram para mostrar rutinas, vestimentas y entrenamientos, contribuyendo a que nuevas generaciones se acerquen a la charrería.
Esa combinación entre tradición e innovación ha hecho que la conversación en línea sea particularmente activa, alcanzando públicos que van más allá de los asistentes habituales a los lienzos.
Así, el Día Nacional del Charro se mantiene como una de las celebraciones más singulares del calendario mexicano: una fusión de historia, arte ecuestre y pasión comunitaria.
La charrería no solo sigue viva, sino que se adapta a los tiempos modernos sin perder su esencia.
En cada suerte, en cada traje de gala y en cada caballo brioso, resuena el eco de una tradición que México reconoce como suya y que proyecta al mundo como parte de su identidad.
CULTURA
La legendaria actriz Kim Novak recibe a sus 92 años el León de Oro en Venecia

– Por Redacción Conciencia Pública
La legendaria actriz estadounidense Kim Novak, conocida por su papel en Vértigo del también legendario director Alfred Hitchcock, recibió el León de Oro por su trayectoria en la 82ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, este lunes 1 de septiembre de 2025.
A sus 92 años, Novak hizo una rara aparición pública para aceptar este prestigioso reconocimiento, presentado por el director mexicano Guillermo del Toro.
Durante la ceremonia, Novak fue ovacionada de pie durante ocho minutos. En su discurso, expresó su preocupación por la situación mundial actual y abogó por la unidad y la creatividad para salvar las democracias.
La entrega del premio coincidió con el estreno del documental El vértigo de Kim Novak, dirigido por Alexandre O. Philippe y producido por su amiga y representante Sue Cameron. El documental ofrece una mirada íntima a su vida, explorando su infancia difícil, su lucha contra el trastorno bipolar y su decisión de alejarse de Hollywood en los años 80 para preservar su identidad.
Además, Novak expresó su desconfianza hacia una próxima película biográfica sobre su vida que protagonizará Sydney Sweeney, mostrando reservas sobre cómo será retratada en la cinta.
Este reconocimiento en Venecia reafirma el legado de Kim Novak como una figura icónica del cine clásico y una mujer que ha luchado por mantener su autenticidad a lo largo de su vida.