Connect with us

CULTURA

Witkin y Witkin: Un fotógrafo y un pintor, la divergente coincidencia

Publicado

el

Por Carlos Sebastián Hernández //

Dos visitas a la clínica oftalmológica donde se realizan infructuosas pruebas con foróptero son el arranque casual que pretende confrontar a los casi octogenarios gemelos Witkin, cuya vista no les alcanza para mirarse a los ojos.

Una culminante exposición pictórica y fotográfica situada en la capital mexicana, donde se conjuntan por primera vez la obra de ambos, es la climática catarsis que pretende reunir a los hermanos como artistas, y entrañablemente como familiares, quienes en seco silencio recorren los pasillos abiertos del Foto Museo Cuatro Caminos, apenas notando la ineludible presencia del otro.

La última entrega fílmica de la cineasta, a la vez curadora de fotografía contemporánea, Trisha Ziff, traza una línea tajante que delimita en su visión, narrativa, y estética a dos entidades creativas que se niegan a compartir más que el apellido; incapaces de reconocerse como semejantes más que en ciertos rasgos físicos ya difusos; incompatibles individuos irreconciliables más que en su ferviente pasión como creadores.

Tercer largometraje documental dirigido por la británica Ziff (‘‘La maleta mexicana’’, 2011; ‘‘El hombre que vio demasiado’’, 2017) radicada en Ciudad de México, ‘‘Witkin & Witkin’’ (título original), hace un retrato bisecado de los hermanos americanos Jerome y Joel-Peter Witkin, ambos artistas, ambos sobresalientes en sus propios medios, y concordando en una supuesta indiferencia hacia la existencia del otro, que a través de una investigación intimista de la vida familiar, artística, y amorosa del fotógrafo y el pintor por separado, se presentan las características propias de cada uno, y las coincidencias que los dos insisten en negar.

Y mientras los Witkin se esmeran por distinguirse el uno del otro, cayendo en la casi caricaturesca situación de residir Joel-Peter en el desértico Albuquerque, Nuevo México, mientras Jerome habita en la nevada Siracusa, Nueva York, Ziff descubre con discreta fascinación aquellos momentos clave en la historia de los artistas, que funcionan tanto para vincularlos como para profundizar su distanciamiento, e indirectamente servirán para resolver la fijación por la figura femenina, presente en diversas y complejas formas en el trabajo de ambos: el primer contacto con el arte ofrecido al joven Jerome por medio de una pintora de decadentes paisaje urbanos (‘‘¿El arte se trata de pintar autos oxidados? Eso llamó mi atención’’) y luego al resignado Joel-Peter, solicitado por su hermano, pintando ya con encaminado estilo, para conseguir fotografías del espectáculo circense de fenómenos, las cuales realiza con prematuro ojo expresivo, destacando a las peculiares mujeres que desde entonces ya posaban para él; la desoladora, en retrospectiva reconfortante, experiencia resentida por el fotógrafo al recordar el cuidado ofrecido a su esposa, Bárbara, en sus últimos meses antes de perder la lucha contra el cáncer, sentimiento extendido en la pérdida del pintor y su esposa Lisa Pennella del hijo con rara enfermedad sanguínea, Andrew, a sus cortos dieciséis años, cuyo luto servirá para elaborar una de las pinturas más sombrías e impactantes producidas por su padre; y la espontánea frase acuñada por su abuela tras un día lluvioso (‘‘corre entre las gotas’’), que reflexiona Jerome como máxima inspiradora (‘‘Esa era su filosofía de vida’’), y Joel-Peter deduce como responsabilidad moral (‘‘Mi abuela tenía la pierna gangrenada. Ella sabía que no podía correr’’).

En contraparte, o en resultado, o en patrón predestinado, y rechazando inútilmente la acertada construcción cinematográfica que remarca las vivenciales tangentes de los Witkin, la constante esfumación de la figura masculina vuelve al hombre acaso una efímera suposición; la sombra lógica de la deslumbrante feminidad; la contradicción primitiva de la cual los gemelos serán víctima y victimario al prolongar la desaparición de lo masculino, aun en su máximo parentesco, de su vida familiar.

Aunque en temas y disciplinas aparte, como bien hacen en recalcar, la amplia producción artística de los Witkin coincide en fuerza y proliferación, necesariamente abordada en el documental a partir de entrevistas que se convierten en una revisión de los ideales que aun hoy en día siguen siendo sus motores creativos, y quizás donde Jerome y Joel-Peter, sin entrar en debate, establecen en definitiva, su propia e incomparable identidad como artistas. Sin ser demasiado explicativos, los hermanos ahondan en la revisión de sus causas (‘‘Amo a los no amados’’), la revisión de sus revelaciones (‘‘El arte deja de ser un ejercicio sobre lo bueno que soy, y empieza a ser sobre lo mal que está el mundo’’), la revisión de sus propósitos (‘‘Con mis pinturas puedo hacer que los demás digan ‘esto no puede volver a ocurrir’ ’’), y concluyendo con la revisión de su legado (‘‘Lo que ven es lo que quieren ver’’).

Un conciso y sobrio relato sobre la complicada condición humana, protagonizado por aquellos sensibles a la misma. La divergencia absoluta como única coincidencia, como ultima posible oportunidad de redención imposible. Una bifurcada autoafirmación de desdibujado paralelismo.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.