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OPINIÓN

OPINIÓN /// Por el bien de los peques

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Por Benjamín Mora Gómez ///

El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió cancelar el programa de Estancias Infantiles de la Sedesol por razones que, si bien son ciertas, no tocan a quienes delinquieron y sí afectan a niños y niñas, y a sus mamás, trabajadoras todas fuera o no de casa. Por esta omisión tan grave, la acción me parece injusta e imprudente.

No tengo la menor duda de que sí hubo abusos sobre el erario federal que podrían constituir fraudes y que deben perseguirse, buscar sentencia judicial y castigarse con cárcel; sin embargo, podría haber más que hoy permanece oculto. 

Varias estancias infantiles cambiaron de manos desde la presión de funcionarios de Sedesol hacia sus directoras originales: amenazas, retrasos en los pagos, inspecciones de los tres órdenes de gobierno y más, mucho más.

Pero eso no es todo, también se les presionó –a las directoras de tiempo atrás- a engrosar las listas con nombres falsos de alumnos y alumnas y este “extra” iba para los empleados de Sedesol. Razones hay para actuar pero sin dañar a las madres y sus peques.

Francisco de Quevedo, uno de mis escritores más queridos, alguna vez dijo: “Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”, y estamos ante un caso de profunda injusticia donde, además, la razón parece naufragar en un mar de simplicidades argumentativas.

Atreverse a proponer que los abuelos y las abuelas se hagan cargo de sus nietos y nietas, por ahorro de inteligencia gubernamental, es grave pues se desdice de la obligación del Estado y el gobierno de velar por el bien superior de la niñez. No se trata de entretener a esos peques mientras sus mamás trabajan sino de estimular su sano desarrollo social, emocional e intelectual. Las estancias infantiles no miran a las mamás como sus destinatarias finales sino para esos niños y niñas que se abren al mundo y están ávidos en aprender; son para iniciar el largo y bello camino de convertirse en hombres y mujeres de bien.

Tampoco se trata de una caridad gubernamental bajo el disfraz de justicia social. Los niños y niñas acuden a las estancias infantiles al encuentro de sus iguales y, por ello, de sí mismos; en las estancias infantiles se descubre la mismidad desde la otredad y eso, estimado lector y lectora, es fundamental para convertirse en seres sociales, desarrollando las inteligencias intra e inter personales.

En las estancias infantiles descubren otras formas de vivir, de comer, de jugar, de ser. Advierten que el mundo se les abre y los acoge, que hay reglas que deben respetarse, que hay un orden, que hay momentos de descanso y actividad, y que, al final del día, se reencuentran con los suyos… con su mami.

Hoy, el gobierno federal fracasa al no saber conciliar el bienestar de miles de niños y niñas con su obligación de llevar ante un juez y castigar a quienes abusaron del dinero público y vulneraron programas sociales de gobierno. El gobierno federal fracasa cuando elije lo superficial sobre lo profundo al creer que todo se reduce y resuelve con la entrega de dinero federal. Tan simple: “Dinero hay, solo falta justicia”.

Estoy convencido de que, si el gobernante acusa a otros gobernantes de actos ilegales pero no actúa conforme a lo que la ley le manda, entonces él también falta a su obligación y es sujeto de juicio. Mi madre me insistía en recordar a Santo Tomás de Aquino cuando decía: “Justicia sin misericordia es crueldad” y hoy ni hay justicia hacia quien faltó a su obligación como servidor público ni hay misericordia hacia esos miles de niños, niñas y mamás.

No podemos olvidar la causa primera y última de este programa gubernamental, reconocido y bien valorado fuera de México: Los niños y niñas. No es, insisto, un asunto que se resuelva delegándolo a los abuelos y abuelas mientras las mamás trabajan sino de ayudar a los niños y niñas a crecer como personas y regalarles, desde ya, un mejor futuro.

Julián Castro, ex alcalde de San Antonio, Texas, y secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano con Obama, implementó el programa “Pre K San Antonio” dirigido a niños y niñas en el pre kinder. Después de años, hoy es un ejemplo que podríamos revisar y adecuar a nuestra realidad. El fin del Pre-K-SA fue entusiasmar a los pequeños en descubrir y conocer, a saberse dignos e incluidos, a imaginarse triunfadores. No es tarea fácil; sin embargo es lo correcto y justo.

benja_mora@yahoo.com

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