CULTURA
CONCIENCIA EN LA CULTURA /// Good bye Lenin!, San Miguel de Allende, A algún lugar de Oaxaca y La sombra del viento
																								
												
												
											Conciencia por la pantalla: Good bye Lenin!

Por Fernando Zúñiga ///
Dirigida por Wolfgang Becker es una película alemana de 2003, dirigida por Wolfgang Becker, cuyo reparto incluye a Daniel Brühl, Katrin Sass, y Chulpan Khamatova. La mayoría de las escenas fueron tomadas en la Karl-Marx-Allee en Berlín y alrededor de las Plattenbauten cerca de la Alexanderplatz.
Octubre de 1989 no era el mejor momento para entrar en coma si vivías en Alemania Oriental y eso es precisamente lo que le sucede a la madre de Alex, una mujer orgullosa de sus ideas socialistas.
Alex se ve envuelto en una complicada situación cuando su madre despierta ocho meses después. Ninguna otra cosa podría afectarla tanto como la caída del Muro y el triunfo del capitalismo en su amada Alemania Oriental.
Alex convierte el apartamento familiar en una especie de museo del socialismo en el que su madre vive cómodamente creyendo que nada ha cambiado.
Alex, su hermana y algunos vecinos se encargan de mantener la farsa para que la madre siga creyendo que al final Lenin triunfó.
Conciencia por México: San Miguel de Allende, patrimonio de la humanidad

Por Fernando Zúñiga ///
San Miguel de Allende es mundialmente famoso por su clima templado, su arquitectura colonial, y la gran población expatriada, la cual se estima en un rango de 9,000 -10,000.
Mucha gente ha elegido jubilarse aquí, y así la gran comunidad de extranjeros ha traído un buen número de conveniencias que normalmente no encontrarías en un pueblo de este tamaño.
Es conocido por su arquitectura barroca española, su activa escena artística y sus festivales culturales. En el Centro Histórico de adoquines de la ciudad, se encuentra la Parroquia de San Miguel Arcángel, de estilo neogótico, cuyas espectaculares torres se alzan por sobre la plaza principal.
En 2008 la UNESCO reconoció a San Miguel de Allende como una de las Ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad, debido a su aporte a la arquitectura barroca y a la cultura mexicana como un lugar de suma importancia en la guerra de Independencia Mexicana.
Una dulce tradición en San Miguel de Allende es los famosos tumbagones, que son dulces estilo oblea enrolladas espolvoreados con azúcar glass. Se hacen a base de tomates verdes, huevo, harina manteca de cerdo, tequesquite y alcohol. Este dulce tiene marca registrada en esta ciudad y por lo regular se consume con una taza de café.
Crónicas de un trotamundos: A algún lugar de Oaxaca…las palabras del fuego

Por Fernando Zúñiga ///
La vieja que me introdujo en la choza semi oscura le dijo algo en su idioma y se retiró al exterior con la misma parsimonia con la que me condujo desde el jardín donde la encontré.
Me propuso sentarnos en un viejo tronco, junto a la puerta, en el exterior de su choza. La vieja nos trajo unos jarritos y una botella de mezcal, chapulines asados y tortillas recién hechas.
Moldeaba el barro con sus pequeñas manos con gran habilidad. Las manos mismas parecían de barro. El fuego iluminaba su impasible rostro moreno con fulgores que le moldeaban reflejos de algún viejo dolor.
No identifiqué su edad. Esperé a que terminara la pieza que estaba trabajando en posición de cuclillas. La vieja que me introdujo en la choza semi oscura le dijo algo en su idioma y se retiró al exterior con la misma parsimonia con la que me condujo desde el jardín donde la encontré. Ambos vestían ropas tradicionales de su etnia.
En el pequeño poblado me habían recomendado a Aristeo como el autor de unas preciosas piezas de barro que me interesaron. Eran piezas delicadas, llenas de color….tenían duende (es la expresión que utilizo para la artesanía mexicana que atrapa mi atención por encima incluso de piezas en apariencia similares).
Un niño me condujo a las afueras del poblado de unas cuantas calles y después por un camino de tierra que concluía en un promontorio y en donde empezaba una estrecha vereda por entre la maleza. Llegamos a un claro donde había una choza que parecía ser habitada y separada a corta distancia otra más pequeña que supuse era su taller.
Una hora después de mi llegada, depositó la pieza en el piso junto al fuego. Me propuso sentarnos en un viejo tronco, junto a la puerta, en el exterior de su choza. La vieja nos trajo unos jarritos y una botella de mezcal, chapulines asados y tortillas recién hechas.
Aristeo hablaba poco español pero suficiente para entablar una plática sencilla. El chico que me llevó le comentó acerca de mi interés por sus piezas en la tiendita del poblado. El chico se despidió después de comer unas tortillas con sal y aceptar las monedas que le ofrecí. Me propuso sus servicios profesionales de traductor, pero la vieja le hizo la señal de que regresara al pueblo.
Habían vivido ahí desde siempre, en ese lugar y en esa misma choza. La vieja era su abuela, los demás de la familia habían muerto y dos hermanos mayores hacía ya tiempo que se habían ido a EEUU y nunca supo más de ellos, quizá ya habían muerto. Yo era el primer “extranjero” que había llegado a su casa.
Me señaló ceremoniosamente mi cara, el corazón y elevó su mano al cielo. Hizo lo mismo con su cara, su corazón y dirigió su mano al cielo. Con el “traductor de mezcal” en mis venas concluí que él veía en mí a una persona buena.
La abuela nos había acercado media docena de piezas realmente bonitas. Le pregunté a Aristeo en palabras simples como lograba embellecer el barro de esa manera. Había heredado de sus antepasados el oficio, lo practicaban todos desde siempre.
Hacía 10 años había llegado al poblado una mujer Noruega…Elke. Se quedó a vivir con Aristeo. Se enamoraron. Hicieron matrimonio. Ella solo hablaba su idioma extranjero.
Fueron 8 años. Ella no quería tener hijos. Vivían felices. Ella aprendió a cocinar y a bordar como la abuela. Sembraba la milpa…traía un violín con ella y lo tocaba como nosotros….ya en la noche mientras bebíamos el mezcal…participábamos en las fiestas y durante un año fuimos “patrones”. Todos la querían mucho…ella llevaba cada mes nuestras piezas a la ciudad. Compraba tela, hilo y cosas para regalar a las mujeres y a los niños…enseñaba a los niños su violín….a veces les cocinaba su comida…al principio hablábamos con señas, leíamos los mensajes en el fuego. Cuando yo hacía el fuego era mi lengua.
Cuando ella lo hacía era su idioma. Las llamas nos decían cosas…ella siempre preparaba el barro y el fuego. Las piezas que yo hacía salían cada día más bonitas…nunca aprendí su idioma. Me decía que no quería que perdiera mi habla.
Ella fue aprendiendo la nuestra y la hablaba de forma muy graciosa…algunas noches me pedía que la moldeara con mis manos cuando nos acostábamos junto al fuego que ella hacía….en esas ocasiones ella hablaba en su idioma….yo podía haber cocido alguna pieza sobre su piel y con su mirada yo podía hacer el fuego…un día regresó de la ciudad con una carta.
Me dijo que iría a su país y que regresaría pronto para la Fiesta Mayor…me dejó mucho barro preparado…pero el fuego no se podía….dejó todas sus cosas aquí…todas sus cosas las eché al fuego hace un año.
La abuela si guarda un huipil que ella le hizo, pero no lo usa…la abuela me dijo que ella iba embarazada….o no sé si lo soñé o lo escuché en el fuego una noche que lo hice con mezcal. No he querido volver a preguntar.
Sus manos morenas apoyadas con firmeza, una en cada rodilla. El sentimiento que liberaba le daba juventud perene, profunda, a su voz y a su angosta sonrisa. La noche había caído, el crepitar de la leña, las chicharras, la luz del relámpago lejano, cercenaban el tiempo y el silencio. La abuela fumando junto a la entrada de su choza.
Me obsequió una bellísima pieza que trajo del interior de su choza que a pesar de la semioscuridad de la noche refulgió en mis manos. Me acerqué por unos minutos al fuego donde lo había encontrado a mi llegada…quise escuchar algunas voces de entre sus llamas.
Me regaló el resto del mezcal y me acompañó hasta el camino de tierra que bajaba al caserío. No le prometí regresar para la fiesta mayor, algo que me había pasado por la mente durante su charla…Juanito, el chico que te trajo hasta acá me enseña español desde hace un año. Él la quería mucho, la conoció muy chiquito recién muerta su mamá.
Me dijo adiós en su lengua: su voz y sus manos. Al día siguiente compré la pieza que me había llevado hasta Aristeo Tlalpani y su idioma de sueños de fuego y barro. En la tiendita dejé unos billetes para Juanito. Al mediodía tomé el bus que me llevaría a la ciudad, en un viaje de 5 horas por lo menos, siempre que no lloviera.
FZG GUADALAJARA VII/2016
Conciencia en las letras: La sombra del viento

LABERINTO DE SECRETOS
Es un misterio literario ambientado en la Barcelona de la primera mitad del Siglo XX, desde los últimos esplendores del modernismo a las tinieblas de la posguerra.
Mezcla técnica de relato de intriga, de novela histórica y de comedia de costumbres. Es, sobre todo, una tragedia histórica de amor cuyo eco se proyecta a través del tiempo.
Con gran fuerza narrativa, el autor entrelaza tramas y enigmas a modo de muñecas rusas en un relato inolvidable sobre los secretos del corazón y el embrujo de los libros, manteniendo la intriga hasta la última página.
