OPINIÓN
La educación, derecho primordial
																								
												
												
											Por Nayeong Kwon (*)
¿Cuál es la fundación del desarrollo estable de una economía, el fortalecimiento social y la claridad del objetivo de vida? La respuesta a esta pregunta puede variar de persona a persona, más si pensamos en la raíz del problema, podemos llegar a la conclusión de que la educación juega un papel primordial al formular una contestación.
Si llegáramos a un consenso en esta respuesta, podríamos decir que el resolver los problemas de los sistemas implementados en la sociedad sería una cuestión de mejorar el acceso y la calidad del adiestramiento que se ofrece a la población mexicana.
En compresión de la historia de México la impunidad y la corrupción —dos infamias recurrentes—brotaban al transcurso de los capítulos por falta de oportunidades provenientes desde la carencia educativa. El expandir y solidificar el conocimiento académico es una manera de combatir las iniquidades que se presenta tan frecuentes que parecen ser parte de la vida cotidiana. Realmente, la educación metamorfosea para ser una aptitud capaz de responder y reaccionar de una manera inteligente, eficiente y eficaz, así volviéndose en una herramienta y defensa en dadas injusticias provenientes de la política, economía y sociedad.
Este tema, particularmente en México, es como dar vueltas sin fin—un trayecto largo y arduo con un destino indefinido. Claro, no hay nadie quien niega la (hasta la desesperada) necesidad de la educación, sin embargo no hay un cambio al respeto y continuamos en el mismo circuito tedioso de ignorancia. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (Panorama de la educación 2017), México ocupa el último lugar en el acceso a la educación superior con solo el 22% de la población con tales privilegios. Esto quiere decir que México es un país con jóvenes quienes no estudian ni trabajan (apodados como ninis “de cariño”).
Las estadísticas son solamente números analizados, aún sin comprender la totalidad del análisis, las cifras nos alertan de una situación que requiere de resoluciones rápidas. La población está consciente del estancamiento educativo y demanda para el desarrollo de una acción que pueda poner fin a las vueltas interminables sobre este asunto, así poder llevar a la nación en vanguardia. Año tras año hay petición, pero ¿es recíproco, o estamos rogando a una pared? ¿Está el gobierno consciente de que sin este privilegio (que en realidad, debería ser otorgado por ser una necesidad) perdemos de muchos derechos?
(*) Naye Kwon es estudiante del Tecnológico de Monterrey de la carrera de Relaciones Internacionales.
