CULTURA
A Punta Cana…la desmemoria del tacto
																								
												
												
											Crónicas de un Trotamundo, por Fernando Zúñiga //
Alberto era amigo de la familia paterna desde sus años de adolescencia cuando asistía a la secundaria con mi hermano mayor en donde comenzaron una amistad que perdura hasta hoy.
Mis padres lo adoptaron casi como un miembro más de la familia. Pasaba algunos momentos significativos como la navidad y año nuevo con nosotros.
Dejé de verlo durante muchos años; al término de sus estudios universitarios él emigró a otra ciudad por cuestión laboral y además yo también hice mis estudios universitarios en otra ciudad.
Supe del matrimonio de Alberto y de su paternidad. Él frecuentaba a mis padres con regularidad. Su relación con mi hermano y en general con mi familia se fortaleció al paso de los años.
20 años después de nuestro último encuentro y por cierta casualidad del destino nos encontramos en casa de mi hermano mayor en la Cd. de México.
Alberto me invitó a pasar el verano en Punta Cana, en donde él haría un trabajo para una empresa transnacional durante al menos un año.
Llegué a su casa dispuesto a quedarme una semana y regresar a México para iniciar un proyecto personal.
Mis hijas pasarían ese verano con su mamá en San Francisco.
Con Alberto vivían sus dos hijos: Rubén de 25 años y Susana de 23. Ambos lo apoyaban en su proyecto. A ambos chicos yo los había visto una sola vez hacía 20 años, al igual que a su esposa Carmela.
La convivencia era de 24 horas; el café mañanero; desayunar juntos la rica cocina de Carmela; los viejos recuerdos familiares; caminar por el puerto; beber algunas cervezas; la sobremesa; la reunión nocturna de los amigos de ambos chicos; ron; música; la carne asada a la mexicana.
Empecé a convivir con Susana gracias a su mayor tiempo libre, la acompañaba a sus tareas y hacíamos sobremesa después de la cena hasta la madrugada del día siguiente.
Repasábamos la historia de los últimos años de ambos.
Recientemente se había comprometido con su novio de varios años para casarse a su regreso a México. Habían sido compañeros durante los años de facultad. Él vendría la siguiente semana a pasar unos días con ella aprovechando las vacaciones de su trabajo.
Conocí a Mario, así se llamaba el novio de Susana. Era un joven afable, más serio que alegre, mostraba inteligencia, estudiante sobresaliente en su generación y gozaba de reconocimiento en su empresa, en donde le auguraban un gran futuro profesional, ya que en ese momento era uno de los pocos especialistas en su área en México.
Yo podía ver en ambos, Mario y Susana su amor mutuo. Ella más alegre, él más formal. Ambos se profesaban admiración y respeto, que según mi concepto son ingredientes del verdadero amor.
Mario regresó a México a la semana siguiente, justo el día que llegó de visita otra amiga de Susana.
Alberto y Carmela me animaron a quedarme más días. Empezamos a salir los 3, Susana, su amiga Sandra y yo; a la playa; a los bares; a recorrer algunas poblaciones cercanas a Punta Cana; salir a alta mar en el yate de uno de los ejecutivos de la empresa para la cual Alberto trabajaba.
No me costaba adaptarme al ritmo de las 2 chicas 20 años menores que yo.
Una noche, después de la cena y cuando solo quedamos Susana y yo charlando en la terraza de su casa me confesó que desde niña me había admirado, que escuchaba de mi persona por boca de sus padres; me imaginaba aventurero, viajero del mundo, aficionado a la literatura, la música, el cine, etc., etc….
Al día siguiente fuimos a la playa casi al terminar la tarde. Caminamos largos trechos por la arena. Salía la luna en el horizonte marino. Su amiga Sandra dormitaba bajo una pequeña palapa playera.
Susana y yo nos metimos al mar, que estaba tranquilo de oleaje….el Río de Luna sobre nosotros….el contacto de la piel de Susana todavía tibia por el sol del atardecer….me abrazó….su cuerpo firme….guió mis manos con sus manos….era la mujer más joven que, yo a mi edad hubiera descrito con mis dedos, con mis manos, con mi cuerpo….BalanceadoporelSuaveOleajesobre elLechodeunRíodeLunadeVerano.
Susana (y yo) sabía que Alberto y Carmela notaban su sentimiento hacia mí. Habló con ellos al respecto. Alberto y Carmela aceptaban que viviera su sentimiento y le pidieron que hablara conmigo; que fuera cuidadoso de no lastimarla, que aclaráramos que era una relación pasajera que se desvanecería cuando yo regresara a México.
Susana les solicitó que fuera ella misma la que me trasmitiera su mensaje. Así lo hizo.
Las 2 semanas siguientes le permitieron que viajara conmigo por la isla. Rentamos un Jeep y viajamos a lo largo de la costa. Escogíamos pequeñas palapas playeras o algún Bungalow junto al mar para pasar el día y la noche privada.
Susana lucía hermosa, su piel, las flores en su pelo, el brillo de su mirada….nadábamos a media noche, cocinaba para los dos; rentamos un velero para nadar a pleno sol en medio de alguna bahía rodeada de exuberante vegetación; comíamos con alguna familia en la carretera que cocinaba, con el duende del Caribe, sus platillos regionales; pescado con coco; Moro con Guandules con leche de coco; pan de coco…
Rentamos una choza colgada de la montaña, en una pequeña bahía a la que solo se llegaba navegando un tramo de río y una laguna. Era un mini paraíso vegetal; colores; aromas; rumores/sonido; cielos nocturnos infinitamente estrellados; brisa/caricia de trópico vivo, profundamente vivo que corre para volver a vivir….nadar bajo la mirada y el canto de las aves, las flores y el sol….agua tan transparente como la mirada de Susana….Back to the Raw.
Me arrobaba los sentidos observar a Susana a ContraLuzdeLunaenlaNocheTropical mientras me llenaba la copa de vino o arreglaba la hamaca para que las estrellas reposaran sus sensuales guiños…
Me despedí de ella una tarde que su hermano había organizado una fiesta en el jardín de su casa.
Fue la última vez que la vi desde la ventana del taxi que me transportaría al aeropuerto.
El tacto de Susana era tan suave y sutil como lo dulce de su mirada y el brillo de sus ojos….gemelo del brillo de sus labios.
La mayor memoria que guardo de Susana es la dulzura de su tacto en mi piel.
FZG GUADALAJARA VII/2016
PEQUEÑO RECUADRO
guandules con coco
- 2 cucharadas de aceite de oliva
 - ½ cucharadita de ajo triturado
 - 1 cucharadita de cilantro finamente picado
 - ¼ taza de ají cubanela cortados en cubos (aprox. 1 ají)
 - ¼ taza de apio picado
 - ⅛ taza de alcaparras (opcional)
 - 12 aceitunas sin hueso cortadas en mitades (opcional)
 - 1 pizca de orégano
 - 1½ teaspoon of salt
 - 4 tazas de arroz
 - 2 tazas de guandules hervidos
 - 3½ tazas de agua
 - ½ taza de salsa de tomate
 - 2 tazas de leche de coco
 - 1 cubo de caldo de pollo
 
