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OPINIÓN

El otro lado de la moneda

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Políticamente Correcto, por César Iñiguez //

En la vida pública hay temas que gozan de mucha aceptación y otros más que son impopulares y muy difícilmente, la gente los ve bien.

Es importante señalar que, para que el Estado funcione, hablando como tal el gobierno, la población y su territorio en conjunto, se necesita de un engranaje de diversos actores y de responsabilidades compartidas, pero pocos distinguen eso y es común que la mayoría de la gente exija las mismas responsabilidades a todos.

Es común que a los diputados, por ejemplo, se les exija que haya alumbrado público, que la infraestructura en las calles sea mejor, que no haya baches, que la seguridad pública mejore, entre otros reclamos que son temas muy sentidos de la población, pero son acciones que no son su responsabilidad y escapan de sus competencias.

También es común que a las autoridades que impartan justicia, particularmente a jueces, magistrados y ministros, se les acuse de que hacen poco, porque sus acciones no son muy difundidas y son poco digeribles por la población.

Es decir, la mayoría de la gente espera que la utilidad de este poder del estado se refleje en beneficios palpables para todo la población de manera permanente, con acciones concretas, pero difícilmente eso ocurre.

Hay cosas que sufren del desprestigio de la gente.

El tema es, que en el servicio público, en nuestra estado democrático, que se integra por tres poderes del estado que cada uno cumple con una función específica, y no todos tienen la misma responsabilidad.

El poder del estado, de mayor contacto, el que resuelve los servicios públicos y demás programas en beneficio de la población es el poder ejecutivo, de los tres niveles de gobierno, el municipal, estatal y federal; porque esa es su obligación de acuerdo a la ley.

Pongo este antecedente para darr otro ejemplo, el de los trabajadores públicos.

Lo comento porque leía hace unos días, comentarios en la redes, luego de nuestra actividad en el Congreso de Jalisco, en la que la gente, en su mayoría, tiene una mala imagen de los trabajadores públicos. 

Leía algunos comentarios en que las personas asociaban ideas relacionadas a los privilegios, a la poca actividad laboral, a que la mayoría de los empleados públicos son integrantes de una clase privilegiada, indistintamente de su trabajo y función.

Veía algunas opiniones orientadas a que quienes trabajan en el servicio público, no deben pedir mejorar sus condiciones, porque al ser parte de una “clase privilegiada” ya era suficiente y no tenían derecho de exigir aumento de sueldo, ni mejorar sus condiciones laborales.

Explico esto, porque es importante que todos conozcamos, que dentro del servicio público, hay quienes cumplen funciones específicas, y no todos son jefes o personas influyentes, ni forman parte de la clase política.

En el servicio público hay gente que limpia, que son afanadores, carpinteros, herreros, que hacen mantenimiento, gente que hace el trabajo que hace la gente común, solo con la diferencia que sus jefes, no son los dueños de una empresa, sino que son autoridades que integran el gobierno.

En el servicio público también hay profesionistas que son abogados, contadores, médicos, ingenieros, informáticos, administradores y de diversas carreras, pero la diferencia es que su trabajo no lo hacen para una empresa, sino para alguna dependencia gubernamental, que tiene necesidades técnicas que estos profesionales resuelven.

Estas personas ordinarias, como cualquier gente, tienen un trabajo definitivo, de muchos años dentro del servicio público; que si su chamba no la hicieran bien, como en cualquier lugar, ya los hubieran despedido.

Todo mundo tiene el derecho a mejorar su condición laboral, a pedir que se le pague mejor por el trabajo que hace, en el que pueda escalar en el nivel de responsabilidades para que mejore su calidad de vida; tanto en la iniciativa privada, como en el servicio público.

Pareciera que quienes trabajan en el servicio público son parte de una clase privilegiada, pero no es así, y menos los que tienen un trabajo definitivo porque tienen una triple exigencia.

La primera de ellas es que deben hacer su trabajo bien, deben de ser eficientes porque de no ser así, los gobiernos que llegan votados por la gente, los pueden botar sin ningún reparo, porque no llegaron con ellos y no son parte de su equipo.

Además, otra exigencia es que sus jefes no son los ejecutivos de empresas que pretenden lucrar y mejorar sus rendimientos, sino personajes que se deben a la aprobación de la gente, lo que provoca que los trabajadores de base estén constantemente dando su mejor esfuerzo.

Y finalmente, una exigencia mayor es que el jefe en el servicio público, no sólo es jefe, sino que también es autoridad y su proceder tiene que ver con la aplicación de la ley; con todo lo que eso conlleva, por eso es que las condiciones laborales de la gente que tienen un trabajo definitivo o de base, no es una cosa sencilla.

Lo que sí es real, legal y justificable, es que se pueda pedir que los trabajadores del servicio público, que tienen definitividad, puedan aspirar, como cualquier persona, a ganar más y mejorar su calidad de vida.

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cesar_iniguez@hotmail.com

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