OPINIÓN
Educar en la infancia para el emprendimiento
Educación, por Isabel Venegas //
El Centro de Desarrollo para la Competitividad Empresarial dice que 8 de cada 10 pequeñas y medianas empresas en México, fracasan durante sus dos primeros años de vida.
El pasado domingo escuchaba en las noticias radiofónicas de red nacional, los resultados de la encuesta más reciente que presentaba la empresa Demotecnia cuyo análisis fue titulado “Clase Media Mexicana”. Se trata de un estudio de percepción en donde a través de una muestra aleatoria a 500 individuos, indaga sobre sus ingresos, capacidad de ahorro, frecuencia para vacacionar, así como las áreas en las que creen que el gobierno debería poner atención de manera prioritaria. Ciertamente hacer un análisis al respecto es muy valioso, porque el hecho de que la mayoría pueda situarse dentro de esta categoría debería ser un buen indicador de estabilidad y equilibrio económico, es decir, una población en la que la mayoría no es dramáticamente pobre, ni tampoco vive en la utopía de ser todos deliciosamente ricos, es más bien la descripción de un sector que, con base en el esfuerzo dentro del contexto familiar ha logrado escalar para tener una estabilidad que le permite cubrir las necesidades básicas, junto con un margen de gozo más o menos sano.
Cabe recalcar que el estudio que presenta Rodrigo Galván de las Heras hace referencia a la percepción, con lo cual la mayoría de las personas establece la definición a través de sus referentes más cercanos, es decir, la mayoría asume una posición social a partir de un comparativo con lo que las generaciones pasadas lograron conseguir económica y académicamente hablando, y es que para situarse dentro de una escala de valores, los referentes contemporáneos son la competencia a vencer, mientras que los antecesores son un parámetro más natural.
Es fácil deducir por la oferta académica de nuestro país a nivel bachiller y universitario, que la mayoría tendrá referentes de un padre o un abuelo cuyo máximo grado escolar fue de educación básica y una carrera técnica o comercial; aunque en ese sentido la evaluación rigurosa del comparativo deja entrever que mientras hay una superación en el nivel de títulos y certificaciones de las nuevas generaciones, temerosamente también se alcanza a observar uno que otro ejemplo de la diferencia generacional, como que nuestros abuelos contando con menor trayectoria escolar, tenían una mejor caligrafía y ortografía, conocimientos de historia o capacidad para el cálculo mental que cualquiera de los egresado de maestría en la actualidad; entre otras muchas diferencias que ponen en evidencia la fragilidad entre el vínculo del desarrollo empresarial y el académico.
Continuando con los resultados del estudio de Demotecnica, el 84% de los encuestados dijo haber estudiado en escuelas públicas, además de que la mayoría cree que el ingreso para ser considerado dentro de la categoría de clase media debe rondar entre los 15,000 y los 36,000 pesos mensuales, mismos que según la mayoría, dan para tener un modo de vida más o menos cómodo pero que hablan también de un estatus frágil que suele tener poco ahorro, no cuenta con pólizas de seguro, ni contempla mecanismos que soporten los avatares que puede presentar la economía global.
En ese contexto complejo se ubica una de las etapas nacionales más significativas de los últimos tiempos, donde una de las principales banderas que el gobierno federal planteó desde sus actos de campaña, era la de regresar al punto en el que los esquemas de capitalización fueron encaminados hacia políticas que parecían ser la causa de los males que hasta ahora se habían identificado: injusticia, corrupción, desigualdad, etc., así que los votantes que apoyaron la nueva directriz de gobierno emitieron su voto esperando que ese cambio fuera un punto de quiebre real y positivo, incluso aunque la mayoría estuviera consciente de los grandes costos que se deberían pagar.
Regresar específicamente a ese punto de inflexión, era prácticamente volver a los años ochenta para que a partir de ahí, en lugar de haber dado el giro hacia la derecha, se moviera el volante hacia la izquierda; sin embargo la analogía podría hacernos pensar en un automóvil sobre la carretera, es decir, algo estático que cuando toma movimiento permite el control total de la dirección, eso forma parte de un imaginario que parece favorecer los impactos de campaña, pero que no da para el momento de ser gobierno, en donde la situación se asemeja más a estar parado dentro del mar en la zona donde rompen las olas, ahí donde quieres avanzar hacia adelante y la fuerza te jala hacia atrás, otras te pegan de lado y en segundos algo te lleva a la dirección contraria. La economía actual mexicana se enfrenta a repercusiones en el ámbito global, a catástrofes naturales que implican costos, tratados de comercio, eventos migratorios, niveles de inversión extranjera, las implicaciones de salud mental y física, e incluso a organizaciones delictivas locales e internaciones, entre otros muchos elementos que juegan a veces a favor y otras en contra.
Todo ese mar de situaciones hace que nuestro país tenga una fragilidad económica a la que debe sobreponerse su ciudadanía, reclamando con mayor urgencia una cultura de innovación y emprendimiento para el que nuestras generaciones no fueron preparadas. ¿Cómo podrían nuestros niños estar listos para una vida económica, productiva y exitosa, ante escenarios tan complejos? En algunas escuelas privadas se tienen algunas estrategias concretas, pero para la escuela pública el tema todavía dista de ser abordado con la urgencia que requiere, donde sabemos que una clave está en el diseño del plan de estudios que contemple una formación innovadora, basada en la creatividad y en una reingeniería que vaya mucho más allá de pensar en contenidos o estrategias didácticas nada más.
Es en ese sentido que pasan dos cosas: Una es que la literatura al respecto es poca, porque precisamente para nuestras generaciones de docentes resulta muy complicado plantearse un cambio paradigmático que contemple esta perspectiva, y es que podemos apuntar que, mientras el concepto de actualización en la formación docente ha sido vinculante a una actividad de capacitación, éste aleja del aprendizaje permanente que debería ser inherente a todo ser humano de modo que, en nuestro país los docentes de educación básica terminan haciendo poca investigación y reflexión sobre sus propios procesos cotidianos o la intencionalidad de su labor.
La definición de -emprender- desde la Real Academia de la Lengua Española, dice “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Emprender entonces va más allá de monetizar el proyecto, se trata de iniciar el camino para llegar al puerto que quedó trazado desde un ejercicio de planeación bien dibujado, es decir, es aprender a dialogar sobre la innovación, la creatividad, las propuestas diferentes, pero que una vez habiendo sido evaluadas por un grupo de trabajo que colabora y aporta talentos diferentes para enriquecerle, debe apegarse al mapa para que la trayectoria no pierda rumbo, se evalúen bien los posibles escenarios, y se cuente con la mayor cantidad de herramientas que permitan conseguir el éxito esperado, sin perder de vista el peligro de caer en la conceptualización de la cultura del emprendurismo con una reducción al ámbito económico y materialista, e incluso su vinculación con conceptos como el de capitalismo voraz, injusticia, abuso, explotación de recursos desmedidos, por mencionar algunos. Este viaje entre la incertidumbre y la objetividad, son un claro ejemplo de la necesidad que tienen nuestras escuelas de evolucionar en los paradigmas que hasta hoy sigue manejando.
En las escuelas el trabajo bien planeado, basado en proyectos, incluso con esquemas de dualidad (un tiempo dentro de los planteles y otro dentro de los contextos de trabajo real), son propuestas probadas de éxito que se deben fortalecer, cuidando siempre llevar de la mano a los niños para que no pierdan el rumbo de la ética, la empatía, la solidaridad y la generosidad, con lo cual la escuela mexicana estaría egresando a futuros empresarios que no necesariamente estén peleados con la idea de ser “empleados”, sino que sean siempre quienes hagan propuestas de mejora para el espacio en donde se encuentren, pensando en el bien común como la mejor vía para el bien individual.
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa venegas@hotmail.com
Agosto, 2019

Cheli
5 de agosto de 2019 at 12:23 PM
????La estancia de los niños y jóvenes en la escuela es larga, por lo que inculcar valores es esencial.