OPINIÓN
Proteger la biodiversidad de los océanos
Comuna México, por Benjamín Mora // (segunda de tres partes)
Casi nunca pensamos en los océanos y mares como el gran factor meteorológico y climático del planeta. En ellos se produce la mitad del oxígeno planetario gracias a la fotosíntesis de diminutos organismos agrupados en el fitoplancton; adicionalmente, aquellos absorben 25% del CO2 emitido por el uso de combustibles fósiles, reduciendo su efecto invernadero. Los océanos y mares, en razón de su masa y propiedades térmicas, absorben grandes cantidades de calor solar, regulando la temperatura de los continentes; gracias a las grandes cantidades de vapor de agua que desprenden, son posibles las lluvias continentales, trascendentes y determinantes de la vida.
En pocas palabras, sin los océanos y mares no tendríamos la misma cantidad y calidad de aire para respirar, nos ahogaríamos en CO2, la temperatura de nuestras ciudades sería insoportable y sería casi imposible proveernos de agua. Con igual necesidad de entendimiento deberíamos mirar a los ecosistemas –manglares, marismas salinas y praderas submarinas- costeros al ser sumideros de carbono al absorber cinco veces más a la de los bosques tropicales, y olvidamos que el agua que extraemos del subsuelo alguna vez fue agua de lluvia que se infiltró en la tierra, y que, muy probablemente, tuvo su origen en los océanos y mares.
Hoy hablamos del punto crítico en que se encuentran los mantos friáticos de las ciudades y el campo, y establecemos políticas para su preservación, uso, tratamiento y destino, pero casi nunca nos detenemos a cuidar nuestras costas de desechos urbanos e industriales sin depurar, y menos intuimos acciones que minimicen los impactos de la contaminación de origen natural como la Intoxicación Paralítica por Moluscos o marea roja que es un fenómeno biológico incontrolable e impredecible, o las lluvias intensas, los huracanes y los cambios climáticos inesperados.
De acuerdo con Greenpeace, cada segundo se vierten a nuestras cuencas 124 mil litros de aguas sin tratar, en un ambiente de permisividad e impunidad en dónde los tres órdenes de gobierno son omisos e, incluso, corresponsables.
Greenpeace ha señalado que, de los 154 municipios costeros de México, únicamente la mitad cuenta con plantas de tratamiento de aguas negras que, en muchos casos, no funcionan al 100 por ciento de su capacidad y en otros, ésta es menor a la necesaria. Asimismo, se ha puesto al descubierto que estados como Veracruz, Jalisco y Campeche se encuentran algunas de las playas más contaminadas del país, aunque, en el caso de Jalisco, los gobiernos tienen otras cifras… dijera el clásico.
A manera de ejemplo, para la Semarnat, las aguas costeras de Sayulita, Nayarit, no son aptas para su uso recreativo a pesar de ser un destino de turismo internacional. Es un hecho que de dichos mares contaminados se extraen ostras, mariscos y pescados que contienen sustancias tóxicas como cadmio, plomo, mercurio, cobre, zinc, compuestos orgánicos persistentes como plaguicidas, hidrocarburos y bacterias de salmonella y de cólera, que llevamos a nuestras mesas.
Según la diputada Sara Paola Galico Félix Díaz (Morena), en México, medio millón de toneladas de residuos plásticos terminan en el mar al año, lo que equivale a “vaciar un camión de basura cada hora (…) alterando la entrada de luz solar, disminuyen el oxígeno y modifican la temperatura del océano”. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), “si continuamos con el ritmo acelerado de contaminación de los océanos, para 2050 los ecosistemas marinos tendrán más plásticos que peces y aproximadamente 99 por ciento de las aves marinas habrán ingerido plástico”.
Es, en ese escenario, en que resulta de la mayor trascendencia la alianza Puerto-Ciudad que la Administración Portuaria Integral (API) de Manzanillo promueve con el gobierno de Colima, las autoridades portuarias, los operadores del puerto, el ayuntamiento de Manzanillo y los y las manzanillenses con acciones como la salvaguarda y recuperación de la Laguna de las Garzas y lograr el Parque Metropolitano como nuevo atractivo para el turismo y beneficio local; además, se trabaja de la mano con los pescadores para que no les afecte la actividad portuaria. Hoy, lo ha señalado el director del puerto, los puertos más importantes del mundo compensan sus crecimientos con acciones sociales y ambientales de gran impacto. Tan simple de decir como: “El Puerto tiene un compromiso con Manzanillo; todo lo que la actividad portuaria afecte a la ciudad, API debe compensarlo”. Debemos destacar el Plan Maestro para la laguna de Cuyutlán que va más allá de su eventual aprovechamiento portuario para anteponer el bienestar de los lugareños y la preservación de tan importante hábitat con manglares, lagartos, tortugas de mar y diversas aves.
En la próxima reunión del Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, se discutirán los problemas mundiales de los océanos y se presentará la iniciativa Amigos del Océano en Acción que buscará medir la contaminación plástica, la acidificación y el calentamiento de los mares y costas para la toma de decisiones de las autoridades marinas de los países.
Hoy, debido a la sobreexplotación hemos agotado especies de la plataforma continental y en muchos países se pesca a niveles más profundos, lo que se agrava debido a las presiones que tiene el ecosistema marino por la contaminación por hidrocarburos derramados por accidentes de buques y plataformas petroleras, plaguicidas, pesticidas y basura diversa como las toneladas de plásticos que formas “islas flotantes”, además de la pérdida de hábitats, invasión de fauna exótica acarreada en las aguas que llevan los grandes buques a manera de laste, eutrofización y acidificación por el cambio climático.
Como dijera Adolfo Gracia Gasca, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM; una mejor relación con los océanos y mares contribuirá a que haya seguridad alimentaria, y permitirá mantener su capacidad productiva y tener desarrollo económico.
