CULTURA
A París…era una fiesta
Crónicas de un Trotamundo, por Fernando Zúñiga //
Viajamos en la línea 2…Porte Dauphine – Nation…ella estaba sentada en el asiento de enfrente. El vagón iba casi vacío. Yo, sin rumbo.
Su cara era de una belleza sobria. Piel blanca y cabello castaño oscuro, ojos color miel. Vestía de manera elegante…falda larga, botas altas, pañoleta en su cabeza y una bellísima y amplia pañoleta/paliacate sobre su pullover negro de cuello alto, un reloj, una pulsera y un collar Cartier. Su figura dulcemente serena, confiada, me animó a iniciar una charla.
Charlamos en francés al principio. Cuando me identifiqué mexicano, me habló en español con un ligero acento.
Me invitó a bajarnos en la estación siguiente (Montmartre). Salimos a una calle a esa hora con pocos peatones. Caminamos a un Café con algunas mesas al aire libre, caía el atardecer y el ambiente se perfumaba con las primeras luces artificiales de la calle.
Pedimos un cóctel (ella lo invitó).
…Nací en un lugar perdido de la sierra. 5 chozas, algunos niños y muchos perros. Sin electricidad ni agua potable. Tomaba casi un día completo llegar al caserío más cercano que, aunque más poblado, tampoco contaba con alguno de los servicios. Camino para mulas, de tramo en tramo se caminaba por el borde de un precipicio y había que cruzar algún río que en tiempo de lluvias impedía el paso y se pasaba la noche en medio de la selva tupida, como boca de lobo, cuando no había luna. Yo nunca lo recorrí. Eso lo contaba mi abuelo…
…Mi mamá era indígena pura. A mi papá no lo conocí, era extranjero. Un día había llegado en la avioneta que bajaba cada 3 o 4 semanas con algún encargo…medicina, botellas de agua, utensilios de cocina, baterías para el radio, veladoras…permaneció hasta el siguiente vuelo que lo recogería para llevarlo de regreso. Tendría unos treinta y tantos años de edad. Mi mamá tenía 14. Nunca supimos de él…
…Desde su embarazo se mudó a una choza que estaba retirada de las demás como a unos 300 m., crecí feliz cuidando a unas cuantas gallinas, una chivita ciega, el aroma del fogón, lasnochesinfinitamenteestrelladasarribayabajo por las luciérnagas…
…Mi mamá era muy alegre, optimista y positiva. Cantaba todo el día. Me contaba historias en su lengua que me sonaba a pura música de mariposas y viento entre las hojas de los arboles. Me acariciaba mucho. Siempre me traía muy limpiecita la ropa. Caminábamos un par de km. hasta el río que bajaba de la montaña techada siempre de niebla. Nos bañábamos desnudas mientras lavaba la ropa y la secaba colgada de la rama de una frondosa Ceiba. Me decía que la Ceiba era uno de mis ancestros que siempre me cuidaba y cuidaría toda la vida…
…Mis abuelos eran muy dulces. Él, muy callado, solo sonreía cuando la abuela hablaba hasta por los codos. Nunca los vi enojados…
…Tanto la abuela como mi mamá cocinaban muy rico. Cada comida era una pequeña fiesta. Mantelitos bordados por mamá, recién lavados, siempre había flores frescas en un pequeño florero que nos había traído la avioneta. Me enseñó a usar correctamente los cubiertos para comer, platicábamos mucho y ya en la noche cuando el clima lo permitía sintonizaba una estación en el pequeño radio que llegaba con algo de interferencia. Yo imaginaba que la señal venía de un país lejano donde vivía mi padre…
…Mamá mandaba en la avioneta algunos bordados, frutas que recolectábamos y hierbas que mi abuela conocía…mal de amores, empacho, calentura, para amamantar mejor…
…Encargaba algunos libros con fotos muy bonitas y algunos colguijes para mí. Una vez estrené unos zapatos muy bonitos en color rojo que me ponía cuando ella y yo hacíamos una fiesta para las dos y bailábamos…
…Durante mucho tiempo guardé una foto que nos tomó uno de los pilotos. Yo creo que a él siempre le gustó mamá. Le traía pequeños objetos. Una ocasión le trajo una botellita de perfume que ella se ponía cuando sabíamos que vendría, también se ponía flores blancas en su pelo negro. A mí su perfume me ponía muy alegre, aun lo traigo en mi recuerdo como si ella estuviera aquí a mi lado…
…Mamá murió cuando yo tenía 8 años. Mis abuelos me enviaron con la familia del patrón de los pilotos. Era un matrimonio feliz. Sus hijos ya se habían casado y vivían en el extranjero. Me pusieron una maestra particular para aprender lo necesario y adaptarme a mi nuevo entorno antes de enviarme a las mismas escuelas a las que habían asistido sus hijos. Yo aprendía todo muy rápido.
…La señora se llamaba Consuelo y el Sr. Pedro Antonio. Me educaron pacientemente en el buen vestir, el buen comer, el gusto por la lectura, la música….Ella tocaba el piano bellamente. Había estudiado Alta Cocina. El era jubilado como Rector de una Universidad. Habían viajado mucho junto con sus hijos…
…Cuando cumplí 20 años me enviaron a Suiza a estudiar cocina. Al terminar el 3er año de estudio abandoné la Universidad y decidí venir a París con mis propios recursos…
…Ellos lo aceptaron, me dijeron que me habían educado con profundo amor para mi libertad y mis propias decisiones de vida y que siempre estarían para lo que necesitara…
…Ellos me bautizaron con el nombre de Maura y me dieron su apellido SanFelice…
Ya en París inicié trabajando en algunas pastelerías. Estuve en una de gran reconocimiento que servía banquetes para políticos, diplomáticos extranjeros y grandes empresas…
…Cuando cumplí 30 instalé mi propia pastelería y 7 años después, hace aprox. 3 años me la compró una cadena internacional que me dejó el 10% de acciones…
… Me compré un pequeño departamento en la Costa Azul. De niña siempre soñé conocer el mar del que me hablaba mi abuelo. Soñaba que mi casita estaba colgada de la montaña que bajaba hasta el mar donde nos bañábamos mamá y yo desnudasalamedianochebajolalunallena…
…Hace 3 años regresé a la sierra. Mis abuelos quieren morir allí. Mis abuelos adoptivos ya murieron y a sus hijos los veo cuando pasan por París.
Contra la noche parisina, contemplaba el rostro de Maura, bellísimo, de una mujer sin edad. Su voz era ahora musical como su lengua materna. Me parecía escuchar el viento de la montaña entre las hojas de la Ceiba, la risa de su mamá y el agua cantando cuando acariciaba sus cuerpos desnudos en el rio, las luciérnagas en sus pupilas…sus botas no eran rojas.
Me dio la mano para despedirse. Me dejó, para mi sorpresa, unos francos, al abrir mi puño. Maura ya se había levantado de su silla y empezó a caminar sin voltear, como apenada de darme ese dinero.
Debo reconocer que no desprecié los billetes. Desde que crucé el Canal de La Mancha, de Dover a Ostende, me había quedado sin un clavo y todavía me quedaban unos 30 días de viaje antes de regresar a Monterrey para iniciar el 7º semestre de Ingeniería Química.
La noche caía sobre París, todas las mesas de la terraza estaban ahora ocupadas. Habían encendido las velas en cada mesa y las flores, en sus pequeños floreros, todavía despedían algo de su aroma.
Yo tenía que buscar algún rincón para pasar la noche. Era una noche tibia, no amenazaba lluvia. Sonreí al pensar que esta vez no necesitaría los periódicos que traía en mi mochila. El cóctel estaba vigente en mi sangre.
Cuando me alejaba de la terraza…Alain Barriere..Ma vie, Elle était si Jollie, Tu T´ en vas,…..
FZG Guadalajara VI/2016
