OPINIÓN
A debate relación con gobiernos federales y municipales: Hacia un nuevo pacto federal democrático
Comuna México, por Benjamín Mora //
¿Quién no ha sentido alguna vez la sensación de fracaso? pocos sentimientos son tan intensos, vívidos, vitales y dolorosos como el del fracaso, y de pocas experiencias se aprende más que de aquellas del fracaso si se afronta con decisión de cambio, valentía al aceptar nuestra parte de culpa y asumimos una fuerte y sólida voluntad de superación; para ello, debemos templar nuestro carácter, haciéndolo más afable o menos propenso al enojo y la ira, logrando el autodominio de nuestras emociones y reconociendo la oportunidad de nuestras reacciones y acciones.
En medio de la pandemia que vivimos por el Covid-19, varios gobernadores –incluido Enrique Alfaro- han pedido renegociar el Pacto Federal en materia fiscal ante los manejos insatisfactorios, por tardíos y contradictorios, del Gobierno federal y la insuficiencia de recursos locales para responder a la crisis en salud y economía. Los comprendo y apoyo.
Henry Ford decía: “El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia”, y no hay duda, el Pacto Federal en materia fiscal no es justo y debe renegociarse. Los estados de Pacto deben asumir mayor responsabilidad sobre sí mismos y los demás integrantes. No se puede seguir en la mediocridad de la dependencia ni subsidiar el fracaso.
Recuerdo un dicho que nos viene bien: “quien no quiso cuando pudo, no podrá cuando quiera”. Tenemos la oportunidad de tomar conciencia de que el Pacto Federal no ha logrado su propósito, es decir, que los estados pobres siguen en su pobreza y que no tienen un camino claro de mejora. Que los impactos de lo invertido en aquellos estados no van a la par de los recursos asignados.
La oportunidad de reflexionar, debatir y hacer más justo al Pacto Federal no debe aguardar a que la pandemia sea superada; el riesgo de abandonar tal cometido, si hoy diferimos su abordaje, es enorme. Están equivocados quienes creen que la pandemia es lo único que ahora importa; hoy, la salud es prioritaria pero no puede negar la necesidad de resolver los impactos del Covid-19 en la educación, la economía, la industria, el turismo, el comercio, la vida comunitaria… Quien crea que el Gobierno no debe distraerse en los demás temas, simplemente no entiende de gobierno ni de política pública, ni de globalidad. Sin embargo, los gobiernos promovente de este debate, deben mirar también el interior de sus estados. Debe debatirse la relación entre el gobierno estatal y los gobiernos municipales, y de éstos con los empresarios, los industriales, los agricultores, los ganaderos, los estudiantes, la sociedad civil organizada y, sin duda, los migrantes.
Vivimos un impase en nuestra vida nacional y mundial que no puede ni debe llevarnos a un estado de inercia ni de fracaso, sino de reconocer que es la gran oportunidad de corregir y aprender para trazar mejores caminos a futuro. Estamos llamados a ser más competentes y ello nos obliga a enfrentar todas nuestras contradicciones al mismo tiempo; desde ya, el lastre debe dejarse atrás para salir airosos cuando la pandemia se haya superado.
Entendamos –a manera de ejemplo- que el turismo no regresará a los niveles de antes de la pandemia cuando ésta haya concluido. Las líneas aéreas deberán sanear sus finanzas, revisar los estados de seguridad de sus aviones, recontratar personal, reprogramar vuelos según crezca la demanda y renegociar con los aeropuertos y las autoridades aeroportuarias. Los aeropuertos deberán reorganizarse y sus restaurantes reabrirse, reabasteciéndose de alimentos y quizá, recontratando gente; los proveedores de los restaurantes, reabrir mercados ante la posible quiebra de algunos de ellos; los taxistas del aeropuerto y los hoteles, reactivarse desde nuevas reglas; las agencias de reserva, reactivarse según crezca la capacidad de hospedaje y transporte; los hoteles de destino, dar mantenimiento para reabrir cuartos y demás áreas públicas, quizá contratar o recontratar empleados, relanzar su publicidad…
¿Complicado? Sin duda. ¿Imposible hacerlo todo al mismo tiempo? De ninguna manera; así deberá hacerse. Igual pasa con la negociación de Pacto Federal referido, no podemos aceptar que deba diferirse para otro momento por ser parte de un nuevo frente de actuación. O es hoy, o jamás se hará. Sin embargo, tal negociación no deberá mirarse como federal, sino que deberá entenderse como nacional.
Los gobiernos federal y estatales deberá abrir la negociación y establecer un calendario de trabajo, mismo que deberá incluir negociaciones de los gobiernos estatales con los municipales de cada entidad, la sociedad civil, la iniciativa privada a través de sus organismos empresariales, las organizaciones campesinas y ganaderas, las instituciones educativas y de investigación, así como con sus ciudadanos migrados a otros estados o naciones si mantienen contacto con sus lugares de origen y apoyan con remesas e inversiones.
A nivel federal, el Gobierno de la República deberá negociar también con los organismos empresariales, académicos y ciudadanos de alcance nacional. Estamos ante la oportunidad de construir y convenir un Pacto Federal con sólidas bases democráticas.
Debemos partir de la teoría de las representaciones sociales y de cómo éstas nos condicionan una forma específica de comprensión y conocimiento de la realidad, orientan al sentido común, mejoran la manera de comunicar y permiten el dominio del entorno. Necesitamos redefinir y consensuar nuestros valores desde una visión transituacional y transgeneracional, que varían de una persona a otra, de un grupo social a otro, de una comunidad a otra y de un estado a otro, entendiendo que el nuevo Pacto Federal deberá satisfacer, entre otros requisitos, las necesidades de alimentación, salud, educación, realización profesional y económicas del individuo; los requerimientos de interacción social y plenitud psicoemocional, así como los requisitos para el correcto funcionamiento y supervivencia de los grupos que intervengan en la negociación. Para entender el camino, hay un libro que recomiendo, “The cost of living” de Arundhati Roy, que nos adentra en las profundidades del desprecio del gobierno hacia los ciudadanos, que confronta, enoja y condena.
