JALISCO
La compleja relación entre el Grupo UdeG y Alfaro: Divorcio en la cumbre
Opinión, por Mario Ávila //
Son muchas las evidencias de facto que decretaron el divorcio en la cumbre del Estado, entre el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y el mandamás de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López.
No necesitaron recurrir a los métodos de la justicia alternativa, ni plantearon la separación de bienes delante de un juez de paz y cada quien con su representante legal, el amorío terminó, como empezó: en lo oscurito.
Ya había antecedentes de que esta relación no tenía mucho futuro, díganlo si no, los muertos políticos que dejó el zafarrancho del 2009 cuando llegó a la alcaldía de Tlajomulco de Zúñiga el hoy gobernador de Jalisco, y una vez sentado en el trono decretó al municipio libre de la influencia padillista y del Grupo UdeG, que lo respondió por la ruta del PRD para que llegara al cargo.
Es decir, traiciones, ya las había; dobles caras, también; intereses, sobraban…
Pero un factor los reconcilió: el poder y el dinero.
Y así, una vez que en el 2012 Alfaro Ramírez se quedó a un tris de vencer a Aristóteles Sandoval, en el 2015 el Grupo UdeG le puso un flan a su merced para que se convirtiera en alcalde de Guadalajara y para que después con eso mismo personaje gobernara Jalisco durante un sexenio.
Pero justamente el factor que los unió, el poder y el dinero, hoy es el causante de su divorcio que se hizo evidente desde el pasado
Un mes atrás, exactamente el pasado 20 de abril, el rector de la UdeG, Ricardo Villanueva, se desmarcó de cualquier trasfondo político durante la actual pandemia por Covid-19, toda vez que circuló en redes sociales una imagen del Partido Movimiento Ciudadano, en el que se hace alusión a la unidad de la casa de estudios y el gobernador Enrique Alfaro, para hacer frente a la contingencia epidemiológica.
Pero Alfaro no contaba con que Padilla tenía otros planes. Ante la extinción del PRD, ha creado a una agrupación política llamada “Hagamos” y ante la caída en las simpatías y la popularidad de Enrique Alfaro, Raúl Padilla ha pensado que en el 2021 puede experimentar con sus nuevos “cachorros” para aspirar a perpetuar el control del poder en la entidad, como lo ha hecho en las últimas tres décadas.
Y Alfaro no lo creyó.
Vino luego una embestida por parte de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) que censuraron primero los 50 centavos que se cobran de más en la tarifa del transporte público, como que si la situación fuera nueva.
Sin embargo antes la FEU estaba a modo y ahora se trata de escandalizar los errores de la administración y vino una vigilancia extrema en el servicio, en las rutas, en la conducta de los choferes.
Y luego se dio el zafarrancho de Chapala, en donde un ciudadano alcoholizado, pasado de v…erde, prepotente y soberbio como muchos sabedores que emanaban de un idilio en la cumbre, agredió, ofendió y embistió a los policías municipales, que los llevaron a los separos policiacos, a pesar de que se tratara del director de la escuela preparatoria de la UdeG.
Y el berrinche no se hizo esperar. La queja en Derechos Humanos, la amenaza, la agresión y la advertencia.
A las oficinas del alcalde de Chapala llegó una carta del rector general de la UdeG, Ricardo Villanueva, reclamando el acto violatorio a los derechos humanos para uno de sus 250 mil miembros plenipotenciarios destacados.
Y no quedó ahí, la UdeG tiene con qué y de ello quedó constancia también en Canal 44, la empresa de comunicación televisiva a cargo de Gabriel Torres, que desde sus transmisiones dejó entrever que las empresas constructoras que son de la familia del gobernador, son las únicas que participan en el proyecto de la reactivación económica del estado.
Y como si no fuera suficiente, la UdeG este jueves le echa en cara al gobernador su irresponsabilidad al decretar el inicio de la fase cero y con ello la reapertura parcial de los comercios e industrias no indispensables.
Situación de la que después Enrique Alfaro se desdijo, argumentando que todos los jaliscienses no entendieron, que la torpeza no fue de él… y finalmente acató lo dicho por la UdeG (y aunque le duela) y por Andrés Manuel López Obrador, que la reactivación iniciaría hasta el 1 de junio.
Bueno. Lo que sigue es que si Enrique Alfaro ya acató lo dicho por la UdeG para el 1 de junio, también debe darle un honoris causa al director de la prepa en Chapala, debe separar públicamente a su primo y a su tío de los negocios de la construcción en el gobierno del estado y en Zapopan particularmente en donde están a un tris de iniciar con la edificación de departamentos y una plaza comercial en el centro, con la autorizacion de Pablo Lemus; debe regresar el transporte a los 7 pesos o al menos regresar los 50 centavos que se han robado durante un año y debe de meter a la cárcel a los dirigentes de Movimiento Ciudadano por usar políticamente campañas de salud como el COVID-19.
Si eso no sucede, la suerte está echada.
El divorcio está firmado.
El pleito está garantizado.
