OPINIÓN
El teletrabajo en crecimiento: Protocolos de reapertura económica; Jalisco ante sí y el mundo
Comuna México, por Benjamín Mora //
“Nadie puede beber agua de un espejismo”
HAN SHAN
En diciembre pasado, tras los resultados magros de su primer año de gobierno, el Presidente Andrés Manuel López Obrador debió poner un letrero: “Cerrado hasta nuevo aviso”, dejando en nosotros, los ciudadanos y empresarios, la responsabilidad de poner orden y rumbo en el país. La incertidumbre, el desorden, la improvisación y la ocurrencia han sido los ejes rectores del actuar del Presidente y del gobierno federal. “Vivimos en una película de suspenso sin final”, como dijera Deborah Carr, profesora de Sociología de la Universidad de Boston, al referirse a la pandemia, que yo amplío a todo el actuar del Presidente de México.
Los motores de la vida económica y social de México se han sobrecalentado por el desdén presidencial hacia todo lo realizado en el pasado, en especial, hoy ante el Covid-19, en materia de salud, como lo fue la cancelación del Seguro Popular.
Desde la presidencia de la República hubo un desdén, cuasi atentatorio, de la salud y vida de los ciudadanos. El propio López Obrador promovió todo aquello que multiplicaba el número de contagiados y ordenaba la contención de políticas de salud responsables y solidarias, tomando a quienes no coincidían con sus criterios como sus opositores y enemigos de la Cuarta Transformación, de manera clara y angustiante.
En estos largos meses de caos pandémico inducido desde la presidencia, hubo gobiernos estatales que tomaron acciones de inmovilización social y económica preventivas, dando libertad de permanecer activos a quienes están vinculados con la salud y la alimentación: producción, industrialización, transporte y comercialización. La valentía de esos gobernadores marcó la diferencia.
En el gobierno de López Obrador, el secretario de Salud se esfumó y dejó al subsecretario López-Gatell la responsabilidad que a él corresponde por mandato de Ley; su omisión no ha merecido su destitución, como debió ser. López-Gatell ha hecho nudos en la madeja de salud; es torpe al prever el momento en que la “curva de contagios se aplane” y volvamos a la normalidad. Son torpes los dos López cuando desdeñan a los científicos que argumentan que retomar las actividades antes de tiempo, provocará muertes de gente inocente, como lo ha señalado Julio Frenk Mora, ex secretario de Salud de México. El propio José Narro Robles, también ex secretario de Salud y ex rector de la UNAM ha puesto en duda las cifras de contagiados y muertos por COVID-19 del gobierno de AMLO, y ha declarado “aun no es tiempo de relajar las medidas” de contención y apertura. Le creo.
Por el desprecio de López Obrador a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la experiencia china y europea, las compras de los insumos y equipo necesarios para atender a los mexicanos contagiados del coronavirus fue tardía y costosísima, pero, sobre todo, causa de decenas de muertes inmerecidas. De acuerdo con la Universidad John Hopkins somos el país 10 en número de muertes por Covid-19. Hay pues, un vacío de liderazgo moral.
Joshua Gordon, psiquiatra y director del Instituto Nacional de Salud Mental en EEUU, al hablar de las decisiones de Donald Trump -aplicables al caso de López Obrador- ha declarado que, si las personas que ocupan posiciones elevadas en el gobierno “nos dan información contradictoria, o si la información que proporcionan a la larga resulta no ser verdadera, entonces no podemos confiar tanto en ella, aumentando nuestra incertidumbre”.
El caos federal por el Covid-19 es solo reflejo del caos en que López Obrador tiene a nuestra economía que decrece y aleja inversiones, mereciendo las críticas más severas dentro y fuera de México por sus ocurrencias caprichosas en Texcoco, Tabasco, Santa Lucía, Mexicali y, ahora, en materia de energía limpia.
En Jalisco, el gobernador ha delegado en el secretario del Trabajo y Previsión Social la responsabilidad de la reapertura que debería recaer en el secretario de Salud, en primerísimo lugar. El plan de vigilancia, prevención y control de la salud de las y los trabajadores con riesgo al Covid de cada empresa debería ser rector de la transición a la que nos enfrentaremos; no debe bastar un check list.
El plan señalado deberá, de manera específica, referir quienes de las trabajadoras y trabajadores están en mayor riesgo de contagio del Covid-19 por edad, enfermedades crónico-degenerativas, contactos personales directos, etc., e informarlo a la autoridad responsable, y sumar medidas preventivas colectivas e individuales dentro del centro de trabajo y fuera del mismo, incluido en el ámbito familiar. Deberá guardar, asimismo, vigilancia permanente de las comorbilidades relacionadas con el Covid-19.
El plan referido, más allá de los protocolos anunciados, determinaría el equipo de protección y seguridad que cada trabajadora y trabajador debiese llevar según el grado de posibilidades de contagio; éste determinaría la necesidad de aplicar o no pruebas de evaluación rápida. Los planes deberán contener presupuesto y un plan de adquisición de los insumos que requerirán para garantizar la seguridad de sus trabajadoras y trabajadores. En otros países, la toma de temperatura se hace tanto al inicio como al final de la jornada de trabajo; incluso, se pide a las trabajadoras y trabajadores, tomarse la temperatura antes de salir de casa y en caso de ser superior a los 37º, ir directamente al centro de salud o quedarse en casa.
Sin duda, el teletrabajo o trabajo a distancia es el gran invitado en la reactivación de algunos sectores económicos. Para la empresa podría significar ahorros en pago de rentas, energía y agua, así como en los gastos de traslado de la trabajadora o trabajador.
Especial cuidado deberá tenerse con los aires acondicionados pues es sabido que virus se “siente confortable” en temperaturas menores a los 32º centígrados. El protocolo para hoteles deberá considerarlo de forma más específica.
En los protocolos de los restaurantes, hoteles, bares, centros nocturnos y balnearios se estable que por ninguna circunstancia debe atender a personas mayores, mujeres embarazadas, o con antecedentes de diabetes, hipertensión o enfermedades respiratorias, así como los inmunodeprimidos. Pregunto, en dónde se hospedarían los adultos mayores y mujeres embarazadas que viajarán a Jalisco, o cómo podrán conocer tales condiciones en los comensales o huéspedes. Y qué sucederá con los empleados mayores de 60 años… ¿acaso serán despedidos?
}Asimismo, para los salones de eventos, restaurantes y hoteles recomiendan que los baños sean sanitizados cada hora; deberán, sin embargo, vigilar que el número de personas dentro de ellos garantice la sana distancia. Idealmente, deberá disponerse de protectores desechables para los asientos de los escusados; en especial para las mujeres. En los restaurantes, deberá suplirse el uso de las cartas o menús por otros medios. Los hoteles deberán suspender la opción de no cambiar, a petición del huésped, sus sábanas cada día por motivos ambientales. En los aeropuertos y terminales de autobuses deberán implementarse estrategias distintas de manejo de equipaje, reduciendo los maleteros.
Aplaudo que el gobierno de Jalisco reconozca que los protocolos son “recomendaciones sanitarias y buenas prácticas, así como orientación básica sobre la normativa legal a cumplir que impulsen un entorno higiénico saludable”; sin embargo, sostengo que cada empresa debería elaborar su plan de vigilancia, prevención y control de la salud de las y los trabajadores con riesgo al Covid que presentaría ante las Secretarías de Salud, Desarrollo Económico y Trabajo y Previsión Social.
Cuidemos el proceso de reapertura para que no tengamos que volver a recluirnos. El gobernador debe considerar que cualquier error que se cometa, le costará a él ante el gobierno federal y a Jalisco ante el mundo; conocemos casos en otros países que han dado marcha atrás a la apertura económica. Esto es más que viable.
