Creerle al presidente

Opinión, por Ramiro Escoto Ratkovich //

La declaración del Presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado viernes en la mañanera desveló no a una persona honesta, sino una complicidad peligrosa. El culiacanazo no se olvida y desde ahí su popularidad empezó a mermar en las encuestas y en algunos círculos políticos internacionales, un tema que incluso fue analizado posteriormente y como consecuencia de aquél encuentro entre la mamá del Chapo y el titular del Poder Ejecutivo en tierras sinaloense, hecho que sigue estando en el imaginario colectivo y es motivo de reclamos a su paso por cualquier ciudad del país que ha visitado recientemente.

El “Culiacanazo” estuvo lleno de situaciones raras, acompañadas de una serie de declaraciones confusas, a destiempo y exhibiendo a los mandos de la seguridad nacional que, luego presentaron un video para “demostrar” un operativo que hoy sabemos tuvo una decisión ejecutiva. Hay quien al respecto defiende esta situación: las fuerzas armadas ahí estaban amenazadas porque sus familias estaban acorraladas y podría estar de por medio el derramamiento de sangre, y por otro lado el resguardo del estado de derecho y el estar cediendo al narcotráfico, cuando hoy pareciera ante este hecho que ya no hay persecuciones y castigo por este delito.

El presidente dice una cosa, y resulta ser otra: se acabó el huachicoleo y el propio Pemex advierte en un informe que la práctica sigue dándose en estados del país muy focalizados, pero no hay operativos, no hay detenidos; habla de la Conapred a quien resulta apenas conocer cuando en 2019 tuvo a su titular en la mañanera; habla de que el avión presidencial ya está vendido, luego lo desmienten, luego saca una rifa y luego habla de que hay interesados en el mismo, el avión pues que ya no es argumento para subsanar los programas sociales que han tenido más manos extendidas a consecuencia de las malas decisiones en lo económico y en materia de seguridad, ahora dice, las manifestaciones en sus giras son provocadas por la oposición; la visión que sigue en cuatro paredes de palacio y no en una realidad que está fuera de ellas.

El presidente habla de la austeridad republicana, mientras tiene secretarios con un patrimonio bajo investigación y exhibido ya en el periodismo de investigación, con la verdad documentada, un reloj aquí, propiedades acá, etc., incluso al interior de su partido una denuncia ante la Fiscalia General de la República contra quien fuera su dirigente nacional por lavado de dinero entre otras cosas, mientras mantiene un discurso de que el mexicano debe ser conformista, y encontrar ahí la felicidad.

La realidad ha rebasado el discurso, incluso quienes defienden al Presidente exigen a los medios el contexto de las declaraciones, y al verlas el silencio, la incredulidad de muchos que siguen revisando las palabras de quien se empecina a gobernar desde las palabras y no en los hechos, el presidente que avala a una Rocío Nahle que maquila una burla en aplausos y hacer propia la iniciativa de bajar combustibles y el silencio ante la alza de los mismos.

Las campañas de las elecciones internas, tienen que convencer con los cómos, el electorado debe escuchar a quienes desean aparecer no críticas sino más bien cómo creer en ellos, porque ante lo que vivimos nadie está a salvo porque hasta ahora nada bueno ha pasado en el país que desde la mañana advierte una cosa, y el resto del día se ve otra. Y usted, ¿le cree al presidente?

Twitter: @Ramiro_Escoto