OPINIÓN
Benditas remesas
Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
No hay un analista económico que tenga un pronóstico favorable para el crecimiento en México. Los hay optimistas que piensan en una recuperación rápida atada a la de USA, así como hay pesimistas que fijan un horizonte a cinco años para la recuperación de niveles de crecimiento que teníamos hace tres. Las cifras oficiales son más optimistas aún que las primeras.
Algunos más, confían en que la recuperación del consumo será la palanca para dinamizar la economía en el corto plazo y hacer más llevadera la superación de la cuesta, más sin embargo, todos coinciden en que la falta de apoyos y políticas específicas para apuntalar al sector formal de la economía afectará la capacidad del aparato económico para superar la crisis ocasionada por el Covid y la recesión generada por la falta de inversión pública y la retracción de la privada.
Sin políticas que den seguridad a la inversión y certidumbre a largo plazo, no será posible que el sector formal detone un proceso de rápida recuperación en materia de empleo y lo mismo será con el ingreso, ya deteriorado actualmente. En las circunstancias actuales será la economía informal la que atenúe la percepción negativa y propicie que el consumo aumente gradualmente.
El cierre de empresas por la pandemia, propició la pérdida de casi un millón de empleos y son las 16 mil empresas pequeñas que se han creado en 2020 con uno a cinco empleados las únicas con crecimiento, 8.4% en conjunto, ya que las medianas y grandes empresas se han retraído hasta 7%, afectando principalmente a los pobres, a trabajadores con ingresos entre dos y cinco salarios mínimos.
En este proceso, las remesas de nuestros paisanos en el extranjero habrán de jugar un papel importante, como lo habían venido haciendo desde antes de que decisiones políticas poco razonadas provocaran la caída la economía. Para nadie es un secreto que muchas familias han visto crecer sus ingresos, no por los apoyos gubernamentales ni porque perciban mayores salarios, sino que su poder adquisitivo crece derivado de los dólares que reciben de sus familiares en el extranjero. Principalmente en el área rural, la emigración y el rentismo de tierras han soportado la economía de estas familias.
El agotamiento del modelo de reparto agrario para la satisfacción de las necesidades de la familia campesina, sumado a la limitación de los apoyos a pequeños o micro productores agropecuarios, hizo de los ejidos unos masivos exportadores de mano de obra a las ciudades y al extranjero. La liberación de los precios de garantía, la limitación del acceso al crédito a los pequeños productores, el crecimiento de las familias que antes dependían del producto de sus parcelas dio lugar al minifundismo y con ello a la falta de rentabilidad de sus cosechas, dejando sin opciones a los hijos de campesinos y convirtiendo a ejidos antes ricos y pujantes en algunas regiones, en auténticos pueblos fantasmas poblados por viejos y mujeres.
La actual política de distribuir ayudas en forma directa y personal a productores pequeños, a familias con bajos niveles de ingreso, a los cuales se les canalizan 600 mil millones de pesos, según declaración presidencial, para apoyos, becas y pensiones, no bastan para hacer su ingreso suficiente y tampoco generan condiciones para el ascenso social al que legítimamente tienen derecho. Las remesas proporcionan una mayor cantidad de recursos en forma directa y son y han sido, desde el inicio del siglo, las que han propiciado que muchas familias aumenten sus niveles de bienestar y tengan acceso a satisfactores mayores que solo surtir la despensa.
El limitado esfuerzo gubernamental apenas alcanza para mantener una clientela electoral mayormente improductiva y palidece ante el esfuerzo de los mexicanos en el exterior que en este año, según lo afirma la institución bancaria BBVA en su “Anuario de migración y remesas 2020” habrán de canalizar al país 39,500 millones dólares, 8.4% más que en 2019.
Este volumen de inversión se ha mantenido creciente desde al año 2000 y explica por qué la pobreza no ha crecido mayormente, aunque se mantenga una muy marcada desigualdad en la sociedad mexicana. No es el neoliberalismo el causante de los males de este país, pues el dinero que mandan los paisanos se genera en países con políticas neoliberales, en los que ellos trabajan y progresan. Es necesario separar la política y la ideología de las políticas económicas, como lo hace el gobierno chino, tal como lo dijo su dirigente: “no importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones.”
La crisis en la que estamos inmersos y el panorama de lo que viene, requiere que nuestros gobernantes tengan la vista puesta más en la economía y menos en la acumulación de poder político. Puede ser importante ganar una elección pero será fatal que en ese empeño se pierda al país. Mientras tanto, benditas sean las remesas y su poder para reactivar el consumo y niveles de bienestar de tantas familias mexicanas.
