OPINIÓN
¿A qué debemos temerle?
Opinión, por Armando Morquecho Camacho //
Este año ha sido muy complejo, muy difícil e irónicamente, ha sido un año histórico. Lo que nos está tocando vivir es algo extraordinario, y no me refiero únicamente a la pandemia generada por el COVID-19, el virus es solamente uno de los actores de este evento histórico que tiene otros actores aún más importantes.
Este año hemos sido testigos de cómo aquellos proyectos polarizadores que la izquierda y la derecha populistas, alrededor del mundo comenzaron a construir hace unos años, están llegando a su clímax.
El mundo está completamente divido y la verdad, cometemos un error al pensar que esto es un fenómeno únicamente mexicano. Es un fenómeno mundial.
Hace unos meses, cuando esta pandemia apenas empezaba, le hicieron una entrevista a Yuval Noah Harari y el entrevistador le preguntó qué era lo que más lo asustaba acerca de esta pandemia y él respondió:
Más que el virus, me atemorizan los demonios que agitan el alma de la humanidad: el odio, la codicia y la ignorancia. Si la gente achaca a los extranjeros y a las minorías la responsabilidad de la epidemia, si las empresas ávidas de ganancia solo se preocupen por obtener beneficios y si damos crédito a toda suerte de teorías conspiratorias, será mucho más difícil vencer al virus y tendremos que vivir después, en un mundo envenenado por ese odio, esa codicia y esa ignorancia.
Hoy su respuesta me hace mucho sentido y está presente en mi mente todos los días, en especial, cuando veo y leo noticias. El mundo está dividido, está polarizado, está fragmentado, y esta fragmentación ha impulsado la creación de nuevos grupos y colectivos sociales que marchan, protestan y exigen la creación de una sociedad que respete su dignidad, que respete su identidad. Exigen un espacio de desarrollo libre de prejuicios.
Pero lo preocupante de esta situación de polarización y de fragmentación social no está en los colectivos que forman estos movimientos, mucho menos está en las personas. Lo preocupante está en la generación de políticos con los que tenemos que hacerle frente a estas problemáticas tan diversas.
Hoy, quienes nos ‘’representan’’ han optado, sin importar el partido, por alimentar esta división, han optado por acelerar esta fragmentación, por aumentar la polarización, y por sembrar más rencor.
Ahora, si esto es una estrategia de todos los partidos, entonces se preguntarán ¿cómo podemos diferenciar unos de otros?. Bueno, es muy simple. Unos usan esta estrategia para mantener el poder y otros la usan para ‘’recuperarlo’’. Así de simple, solo buscan recuperar el poder sin plantear un por qué o un para qué.
Tal y como lo dijo Harari, la pandemia ha despertado a los demonios que agitan el alma de la humanidad, y de nuevo, creo que cometemos un error si creemos que solamente los colectivos y los ciudadanos de a pie, son los únicos que responden a las necesidades de estos demonios. Alrededor de toda esta problemática, de toda esta polarización y de todo este hartazgo, se encuentran otros actores que han canalizado estos sentimientos de inconformidad y odio, en movimientos disruptivos a través de los cuales, buscan materializar sus proyectos.
La pandemia ha cambiado el mundo por completo, y quien crea que todo regresará a la normalidad una vez que se comience a distribuir la vacuna, está completamente equivocado, la vacuna, solo solucionará uno de nuestros problemas, pero no solucionará los demás problemas que nos rodean, en especial, el problema de la división y de la polarización al que nos estamos enfrentando.
Probablemente, el virus se irá en unos dos o tres años, de eso estoy seguro y ni si quiera lo pongo en duda. A menos que el virus experimente una mutación peligrosa, es muy poco probable que mate a más del 1% de la población de cualquier país del mundo. Además, contamos con conocimientos científicos e instrumentos tecnológicos necesarios para vencer esta pandemia.
Por eso mismo, el virus no es el problema real, es solamente, como dirían algunos, la punta del iceberg. El problema es que mientras existan grupos cuyos proyectos se centren en dividir y no en unir a través de la generación de propuestas y en la construcción de canales de comunicación con todos estos grupos que han resultado de esta fragmentación social, para así lograr abanderar e incluir en la vida política y publica a esta pluralidad de ideas y opiniones, será muy difícil apagar las llamas de la polarización que dominan el mundo en general.
Sí, el mundo está divido y está fragmentado, pero justamente esta división es la oportunidad perfecta para redefinir el rumbo de los proyectos políticos, justamente, y aunque suene a cliché, esta división es la oportunidad de unir ¿cómo? A través del diálogo, de la colaboración, de la apertura y de la pluralidad.
En la medida en la que los ciudadanos en general, no solo unos cuantos grupos, se sientan identificados con los proyectos y las causas de un grupo político, es en la medida en la que podremos ir solucionando los verdaderos problemas sociales, que la pandemia nos ha hecho el favor de hacer más visibles.
Este 2021 y el próximo 2024, es fundamental apostar por aquellos políticos, cuyo proyecto, se centre en la reconciliación y en la construcción de canales de comunicación y de diálogo para llegar a puntos de acuerdo que permitan construir en pro de la sociedad, no en un pro de un partido político.
