OPINIÓN
Tiempos de reflexión: La historia que nos queremos contar
																								
												
												
											Educación, por Isabel Venegas //
La fotografía del año 2020 será contada en un futuro de tantas maneras como perspectivas se puedan tener; dice un refrán “cada quien habla de la feria como le fue en ella” y ese es el riesgo en la dramática irrealidad de la narrativa.
Y es que las interpretaciones pueden significar un aspecto totalmente definitorio en la comprensión –del- y –para- el otro.? Varios amigos psicoterapeutas coinciden en que una gran cantidad de personas que acuden con ellos narran los conflictos emocionales acarreados desde el prenatal o al momento de nacer. ¿Quién le contó a ese sujeto que fue rechazado antes de nacer? ¿Cómo es que recuerda que sus primeros días los pasó con mucha tristeza?
En España la Red Cenit de los centros de desarrolloccognitivo, afirma que cuando un bebé nace ya posee una memoria incipiente, porque las neuronas encargadas para este fin inician su desarrollo en el tercer trimestre de gestación. Hay evidencia científica de que podrá reconocer olores como el de la mamá o el de la leche materna y poco a poco identificará las voces o las caras de algunos familiares, pero todo ello sin la consciencia de quiénes son o lo que está queriendo decir con cierta expresión; por consiguiente la memoria de un rechazo, por ejemplo, tiene implicaciones desde la interpretación de los que están alrededor, puesto que el bebé difícilmente haría una evaluación los gestos o frases.
Es la narrativa de alguien más sobre nuestra propia historia la que da significado a frases como “desde que nací he sufrido mucho” por recuerdos de una mamá que relacionó al hospital como feo y sucio tal vez por compararlo con uno de los mejores de la ciudad, o que por haber querido que el parto fuera en un hospital particular cualquiera de una institución de salud pública fuera un deprimente y triste escenario. Eso no significa que quien contó la historia sea un mentiroso, se refiere más a que debemos pensar esa lectura desde la circunstancia de quien la vivió en ese momento.
Recuperar el pasado requiere imaginación, obliga a considerar eventos que difícilmente se tienen en la memoria de manera completa, porque –de nuevo con los refranes- dicen por ahí “el diablo está en los detalles”; sin embargo, el conflicto de observar los fenómenos desde perspectivas diferentes, no solo tiene implicaciones en el tiempo. Hoy se hacen narrativas que precisamente por ser contemporáneas pueden dejar de contemplar diversos componentes. ¿Cuántos alumnos están contándose el cuento de que no pueden salir adelante en sus estudios por la pandemia? Historias que encuentran la justificación en la desgracia que, ciertamente tiene elementos reales, pero que también toma enfoques y matices, es decir, no se trata de ser ajeno a las dificultades a las que nos enfrentamos, sino buscar en el espacio la oportunidad, el punto de apoyo para seguir avanzando y creciendo.
Igual hay que aclarar que no se trata de tener un pensamiento positivo irracional, ese que a pesar de la muerte y la pérdida de algo muy valioso espera que estemos sonriendo y felices. ¡No! Se trata de analizar lo que nos han contado y las historias que nosotros mismos vamos produciendo para valorar qué parte deseo conservar, cuáles tienen lógica y cuáles me ayudan a vivir mejor.
En una crisis como la que estamos viviendo empezamos a observar que el número de estudiantes (e incluso padres de familia) que narran sus dificultades desde una óptica de la tragedia, se explica a partir de la esperanza en conseguir la aprobación del curso sin haber hecho el esfuerzo de estudiar con dedicación. La delgada línea entre un modo comprensivo y juicio cruel radica en eso, en que puedo ponerme en los zapatos del otro, pero ha sido el “otro” quien me ha contado cómo son esos zapatos, con ello el peligro de la conmiseración sería tanto como ayudar a retroalimentar esas tristezas con un ciclo muy negativo.
Quienes estudian cursos en el nivel medio superior y superior, han concluido sus semestres escolares en estos días o lo harán cuando recién inicie el año, pero los de educación básica son quienes mayoritariamente viven ciclos anuales, así que técnicamente van a la mitad; a ellos (alumnos, padres de familia e incluso maestros), les invito a pensar estas vacaciones como el punto de reflexión sobre su desempeño, el reto de esforzarse cada día en lugar de apegarse al discurso de benevolencia institucional que seguramente no permitirá que haya alumnos reprobados, pero que al mismo tiempo estará reprobando a toda una generación escolar.
La motivación y el deseo por superarse no pueden venir de un discurso barato, no deben partir de un libro de superación personal –únicamente- por mencionar algo, sino que requieren de una autoevaluación profunda que permita entender qué sí se puede hacer bajo estas circunstancias y qué es lo que sale de nuestras manos. Un cuestionamiento del discurso conducido por ciertos actores y para ciertos fines, a quienes la manipulación puede resultar rentable y productiva. En caso de lograr tomar distancia del origen y valorar cada aspecto y persona desde la particularidad, tratando de construir una relación más sana y funcional tanto para él como para con el entorno, será entonces una persona cuya inteligencia emocional le permitirá desenvolverse en un mundo que le pondrá ese reto una y otra vez, pero para el cual sí se está preparando con ese tipo de aprendizaje.
La narrativa es elemento clave de la humanidad, es la forma en la que aprendemos. Existe una corriente de historiadores que clama por una visión diferente de la lectura que damos a los hechos, donde los grandes héroes, los padres de la patria, los íconos de la historia, son figuras que también debieron aprender a contarse sus propios cuentos desde una perspectiva positiva, aprendiendo a valorar lo que sí se tiene y el provecho que se puede sacar de cada adversidad.
Oficialmente ha iniciado el periodo de vacaciones invernales, tiempo en el que debemos seguir con mucho cuidado atendiendo las recomendaciones de quienes saben más acerca de los virus y las enfermedades. A todos les deseo que puedan darse un espacio para la reflexión, que sea de mucha paz a pesar de todas las vicisitudes que hemos vivido y de la ansiedad por no poder estimar lo que se vendrá; espero que sea un momento de lectura interior en el que podamos voltear a ver nuestra propia vida desde una óptica diferente, para poder diseñar una mejor versión y volver a contarnos una historia de éxito y felicidad. ¡Feliz Navidad 2020!
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa_venegas@hotmail.com
