OPINIÓN
El petardo de Assange
Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Como quien tira un cohete en calle solitaria y sólo con el afán de molestar al vecino, surgió la declaración del Presidente López Obrador solicitando la liberación de Julian Assange acompañada de un ofrecimiento de asilo político, después de que un juez en Inglaterra negara su extradición a los Estados Unidos donde enfrenta más de 23 cargos.
Así, como por inspiración, invocando la tradición hospitalaria de nuestro país, surgió la instrucción al Secretario de Relaciones Exteriores para que iniciara los trámites respectivos. Un día después, la familia de Assange, tal vez sin enterarse de la voluntad del gobierno mexicano, solicitó que fuera trasladado a Nueva Zelanda, país que tiene mucha más afinidad con el personaje, ya que es oriundo de Australia.
La indiferencia con la que se obsequió al anuncio presidencial es más explicable que la intención de la concesión de asilo, pues no hay una sola razón para que Julian Assange hubiera querido venir a nuestro país, que tiene uno de los tratados de extradición más laxos y expeditos con los Estados Unidos.
En cuanto a qué es lo que buscaba el Presidente con esta inesperada invitación, se pueden hacer especulaciones, pero una razón lógica y conveniente para el país, no se encuentra por donde se busque. El Presidente no debe ignorar que Assange es uno de los objetivos más importantes, como lo demuestra que ya dos administraciones, Obama y Trump, no hayan desistido de extraditarlo y juzgarlo en los Estados Unidos; los agravios cometidos, en aras de la libertad de expresión, en contra de la seguridad nacional y de los efectivos norteamericanos dedicados al espionaje y otras suertes necesarias para garantizar la seguridad de su país, fueron graves, y pusieron en peligro vidas de estadounidenses.
Por ello, no se entiende la razón del Presidente de ofrecer asilo a alguien que ha ofendido a nuestro principal socio comercial y del cual depende ahora la recuperación económica de México. Tampoco se puede desvincular este súbito ofrecimiento, de la fría y distante carta enviada al Presidente electo Biden en la cual, se hace énfasis en el respeto mutuo y a la no intervención en asuntos de sus respectivos países, pues el asilo ofrecido es, por sí, intervencionista.
Las actitudes asumidas ante la elección de Biden, pudieran interpretarse como un respeto y lealtad al aún Presidente Trump, con quien mostró tener afinidades, sin embargo, queda la impresión de que hay interés en mostrarse, si no hostil, si distante y significativamente no dispuesto a una colaboración relativamente tersa.
Surgen pues interrogantes acerca del porqué revivir el momento de los vecinos distantes, cuando hoy, más que nunca, somos estrechamente codependientes. Cuál sería el beneficio de tener en nuestro país a un hacker sofisticado, que ya estuvo tres años refugiado en la embajada de Ecuador, que terminó entregándolo a la justicia inglesa sin haber obtenido ningún beneficio aparente. Tal vez la intención, y vuelvo a especular, sería el tener un elemento para negociar con el nuevo gobierno norteamericano previendo una posible hostilidad, o bien ir marcando el rumbo ideológico de la cuarta transformación en el contexto latinoamericano, en el que Argentina, Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, como antes Paraguay, Ecuador, Uruguay y ahora México se acercan a los manifiestos del Foro de Sao Paulo.
Recordemos que el primer asilo de Assange fue en Ecuador en tiempos del gobierno de Rafael Correa. El Presidente López Obrador no hizo la propuesta de asilo solo por cuestiones de humanismo ni defensa al derecho de libre expresión, tampoco fue una ocurrencia matutina. Sin duda fue una jugada meditada, ya sea para los propósitos anteriores o como ha hecho antes, con la intención de soltar un distractor para ejecutar, en cuanto se discute lo aparentemente disparatado, otras decisiones de política interior que pudieran ser debatidas y fuertemente criticadas, como es el caso de seguir adelante con la eliminación del outsorcing, o la desaparición de organismos autónomos como el INAI, el IFT, o insistir en la reforma a la Ley del Banco de México o el combate a las decisiones del INE que limitan su activismo político electoral.
Lo que no estaba en su cálculo político era que la familia de Assange tenía ya otros planes y los daría a conocer al día siguiente del ofrecimiento mexicano de asilo, lo que convirtió la esperada explosión de la opinión pública sobre el tema, en un simple petardo que provocó que muchos nos preguntáramos cuál era el caso.
En fin, el vecindario volteó a ver al que lanzó al petardo sin explicarse el porqué, pero afortunadamente surgió otro distractor que fue la impertinente vacación del Doctor Gatell, en tiempos de emergencia en los cuales, doctores y enfermeras no han tenido un momento para el respiro y menos para ver a sus familias. Muchos movimientos y fintas gubernamentales, mientras se alista otra desaparición en masa de instituciones. Es mucho para pocos días del año, les corre prisa, por algo será.
