OPINIÓN
Innovar para ganar
Opinión, por Javier X. Hurtado //
Innovar no sólo se refiere al correcto uso y aprovechamiento de las TICs para un objetivo en específico. Aplica a todos los aspectos de la vida diaria y puede ser aplicado en término personal ya que la reinvención e innovación continua es requerida para el desarrollo individual y dentro de un entorno macrosocial.
A este respecto es mencionar y hacer referencia recomendada del libro de “El dilema del innovador” del profesor Clayton Christensen de la Harvard Business School, en la cual propone la teoría de la Innovación Disruptiva mediante la cual hace referencia a un producto o servicio que nace de manera residual y luego pasa a convertirse líder del mercado.
Centrándonos en el término y teoría antes descritos, Ian Leslie en su excelente texto “Donald Trump and the GOP’s ‘Kodak error’”, aterriza satisfactoriamente lo dicho por Christensen en el ámbito político. Menciona que la innovación disruptiva en la política tiene que ver con el aprovechamiento de los actores en la desinformación y educación para emitir un voto estudiado; o dicho en pocas palabras: le dan a los electores “atole con el dedo”, con contenido mediático basado en bravuconerías, reparto de culpas, mentiras y/o infomerciales a diestra y siniestra a la altura informativa de la ciudadanía, sin que nadie les diga nada y les crea todo. Al respecto, es necesario que los representantes gubernamentales afinen y profesionalicen sus discursos para con la sociedad, y no al revés, para que ganen no sólo votos, sino simpatizantes y adeptos informados. Me explico:
En el servicio público, introducir “novedades” operativas o administrativas acordes a la modernidad y actualidad generacional -que es a lo que demanda y exige la época- no es innovar. Su labor, es simple y sencillamente un reflejo a lo que demanda la sociedad y no un actuar proactivo con visión de futuro. Lamentablemente es la realidad, y vamos atrasados, sin estrategia o interés.
La innovación no la representa un partido, discursos estudiados de sus políticos con palabras técnico-informáticas “rimbombantes” aprendidas previamente, el nombre de un organismo al interior del un partido que mencione las palabras innovación, digital, participación, paridad, por decir algunos; y, muchísimo menos, no la representa una persona; o que, éstos personajes se crean y sientan innovadores por el simple hecho de adecuarse a las circunstancias que la actualidad demanda al utilizar herramientas tecnológicas de software y conectividad a Internet, como una novedad.
Sobre las próximas campañas político-electorales, el intento de innovación se verá reflejado en su funcionamiento básico de estrategias comunicativas integrales y de interacción. Los datos (big data, microtargeting, segmentación…) entrarán en juego y las campañas volverán a desplegar una amplia gama de herramientas tecnológicas, con el principal interés de captar el voto, pero sin ofrecer nuevos canales de comunicación o correcta explotación de los mismos para que sean tácticas bidireccionales acordes a la “nueva realidad” que refleje el interés y responsabilidad de utilizarlos y realizarlos pensando en el quién oferta, pero sí para quién decide. De nuevo reactivos y no proactivos.
Desde la barrera, si algún político o futuro candidato me lee, le recomiendo innovar rompiendo paradigmas, hacer lo que otros no hacen, marcar la diferencia en el antes y después a partir de su estrategia y herramientas a utilizar, con contenido inteligente y propositivo que abone a un voto informado. Por ejemplo, con la nueva realidad: una aplicación móvil mediante la cual exista comunicación real, información, participación y activismo para la formulación de sus próximas Plataformas Electorales a agregar al momento de su registro de su candidatura formal; y, después en el Plan Estatal o Municipal de Desarrollo o agenda legislativa.
Dicho lo anterior, con especial realidad crítica inductiva y deductiva, pudiéramos opinar que es nuevamente necesaria una “Era Progresista” (que generó grandes cambios políticos y sociales a finales del siglo 19 y principios del 20 en Estados Unidos) en nuestro país. No es permisible que sigan sin innovar los partidos, los políticos, los candidatos y los gobernantes. No pueden seguir siendo reactivos a lo que sucede a partir del COVID-19, no podemos seguir siendo simples espectadores y emisores de votos no inteligentes ni estudiados. Logremos innovación en campañas que se alejen de lo convencional y presenten pensamientos y herramientas creativas, no convenencieras.
