OPINIÓN
Las paradojas: La censura y la libertad de expresión
Opinión no pedida, por Armando Morquecho Camacho //
La redes sociales han cambiado demasiado nuestra vida, un claro ejemplo de ello es que probablemente una gran mayoría de los temas polémicos que discutimos, ya sean políticos o de la farándula y el mundo del entretenimiento, tengan su fuente en alguna publicación de Facebook, un hilo de Twitter, o bien, una historia en Instagram.
Es así, que probablemente uno de los temas que ha causado mayor polémica en redes sociales tiene que ver con la censura y la libertad de expresión, así como la relación que este derecho guarda con el desarrollo cibernético que tenemos los usuarios de las redes sociales.
Este debate inició gracias a Donald Trump, ex presidente de los Estados Unidos a quien Twitter le suspendió su cuenta debido a que sus publicaciones, según las autoridades cibernéticas de la red social, incitaban al odio, y además fueron las causantes de la toma al Capitolio hace unas semanas.
El conflicto entre el ex presidente y los medios de comunicación tradicionales, así como los medios de comunicación digitales, ha sido bastante complejo y ciertamente, el fondo de este debate alberga una paradoja tan interesante, como compleja.
Existe un sector que afirma que el hecho de que redes sociales y otras plataformas tengan la capacidad de bloquear a sus usuarios, es el primer paso para entrar a una verdadera ‘’dictadura’’ cibernética controlada por los dueños de las empresas que conforman una ‘’oligarquía’’ de la información; por otro lado, hay un quienes defienden que las acciones de Twitter, de Fox News y de otros medios de comunicación de censurar a Donald Trump, fue la mejor decisión, ya que la sociedad no debe tolerar a los intolerantes.
De esta manera, inicio un debate verdaderamente interesante en redes sociales, y el pilar de esto fue la paradoja de la tolerancia descrita por el filósofo austríaco Karl Popper en 1945, la cual a grandes rasgos postula que si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante finalmente será reducida o destruida por los intolerantes.
Tal y como lo señalé en mi columna de la semana pasada, los errores lingüísticos en los discursos o en las narrativas son mortales, a tal grado que pueden originar deformaciones ideológicas verdaderamente peligrosas para nuestra democracia y para nuestro sistema político.
En este caso, la paradoja de la tolerancia de Karl Popper no fue la excepción, y al ser, desde mi punto de vista, una teoría abierta que se presta para muchas interpretaciones, fue posible observar cómo varios usuarios que desarrollaban argumentos de tal manera, que justificaran o acreditaran la interpretación que ellos mismos le daban a esta teoría.
Por un lado, un sector aseguraba que esta teoría de Karl Popper, postula que la tolerancia ilimitada puede llevar a la desaparición de la misma, y que cuando extendemos ésta a quellos que son abiertamente intolerantes, los tolerantes terminan siendo destruidos y la tolerancia con ellos; por ello, cualquier movimiento que predique la intolerancia y la persecución, debe estar fuera de la ley, por lo tanto, defender la tolerancia exige no tolerar lo intolerante.
Por el otro lado, otro sector argumentaba que en realidad, Popper defendía que la sociedad, a través de sus instituciones, debía prohibir a los intolerantes, y que este último no es aquel que usa la razón y argumentos, sino que es quien usa como argumento la violencia. Por esta razón, aseguraban que el actuar de Twitter era digno de una dictadura, ya que la capacidad tanto de limitar la intolerancia, como la facultad de establecer las reglas para hacerlo, era única y exclusivamente del Estado y sus instituciones, no de una empresa.
Estas dos ópticas implican una simplificación peligrosa de las ideas de Popper, y como ya lo mencioné anteriormente, cometen uno de los errores más recurrentes en las redes sociales: toman solo la parte que justifica su pensamiento, y ciertamente, cometemos un grave error si creemos que Karl Popper está invitándonos a censurar un libro, un acto político o a algun medio de comunicación cuando se les considera intolerante, de hecho, esta actitud, también es caracteristica de las sociedades opresoras, por ello resulta peligroso afirmar y sostener que esta teoría implica que no deberíamos tolerar ninguna manifestación de la intolerancia.
Pero insisto, es un debate intenso. Así que para tratar de darnos algo de luz, primero debemos leer de manera íntegra lo que esto autor postula:
‘’ La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos significa, por ejemplo, que siempre debemos impedir la expresión de concepciones filosoficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería poco prudente. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes.’’
Las redes sociales y los medios de comunicación digital son increíbles, con ellos, tenemos la oportunidad tanto de construir nuevos vínculos sociales, como de fortalecer los vínculos que por muchos años, por cuestiones de distancia, dejamos en el pasado; asimismo, tenemos acceso a un mundo entero de información y conocimiento que han facilitado la vida de toda una generación.
Sin embargo, pese a todo esto, la cultura de la desinfirmación con fines políticos, el odio y la intolerancia ideológica se han ido apoderado de las redes poco a poco y han comenzado un proceso de polarización tan complejo y peligroso que absolutamente nadie está exento de ser víctima.
Hablar de censura y libertad de expresión en la era digital será probablemente uno de los retos más importantes de la década, y por ello debemos tener la capacidad, como generación y de manera responsable, de replantear el derecho a la libertad de expresión en el contexto de la era digital, toda vez que resulta necesario entender que es imposible extrapolar a las redes sociales los marcos regulatorios y los principios que rigen la libre expresión en los medios de comunicación tradicionales como lo son la tele, el radio y el periódico.
He de confesarles que hace unas semanas creía que cuando Donald Trump se fuera de la Casa Blanca ni Estados Unidos ni el mundo, tendría algo que agradecerle a su administración, pero estaba equivocado, tenemos que agradecerle a Donald Trump que gracias a su visceralidad, hemos puesto los ojos sobre uno de los retos del milenio y hemos iniciado la discusión sobre un mal que estaba creciendo en silencio.
