OPINIÓN
Suspende juez ley de energía eléctrica: AMLO y los reveses energéticos
Comuna México, por Benjamín Mora //
Desde sus inicios políticos, en el Revolucionario Institucional, Andrés Manuel López Obrador se ha mostrado como un hombre de enormes corajes hacia la vida; es un hombre de profundas contradicciones entre su sentir, pensar, decir y actuar. Es el más acabado mal ejemplo de una personalidad esquizoide.
Sin mayor razón jurídica que la de querer imponernos sus caprichos más aberrantes por ser el presidente de México, presentó su iniciativa de Reforma Energética, adolescente de motivos y fundamentos constitucionales, violando nuestra Ley Suprema. Así, hoy tenemos a un presidente anticonstitucional y no a quien sería deseable: El presidente constitucional de México.
Su juramento de cumplir y hacer cumplir nuestra Carta Magna y las leyes –y tratados internacionales- que de ella emanen, ha muerto y se ha dedicado a violentar toda norma jurídica. En su iniciativa de reforma energética, se olvidó o despreció el mandato de cuidar y garantizar “un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar” a todos y cada uno de nosotros, como se lo ordena el Artículo 4º constitucional.
Gravísimo atrevimiento que va en contra de nuestro bienestar y salud como personas. Para AMLO, sus ocurrencias están por encima de todos y todas, y cada uno de quienes es solamente su mandatario y no el mandante. Creo, Andrés Manuel López Obrador está a nada de ser llevado a juicio ante un tribunal internacional por crímenes ambientales.
El presidente, al anteponer a la Comisión Federal de Electricidad, con todos sus rezagos tecnológicos, al logro de un desarrollo sustentable de México, violenta el espíritu del Artículo 25 constitucional. Esto no es un asunto menor pues nos muestra cuáles son las prioridades del presidente, su Cuarta Transformación y Morena con sus partidos aliados; en ellas no estamos los ciudadanos… ni México ante el mundo… ni México ante sí mismo.
En su gobierno el imperio del interés público y social en la procuración de un medio ambiente limpio y sano no cabe, y él le sobra tener una ley como la Federal de Protección al Ambiente. López Obrador sabe que mal conduce a un gobierno incapaz e impreparado para conducir a mejores estadios a México. Se sabe pobre de entendimiento del arte de gobernar y por ello va de ocurrencia en ocurrencia. Nuestra seguridad ambiental y sobrevivencia es menos importante que mantener las ineficiencias de Bartlett ante la CFE, otorgándole ventajas competitivas que nos dañan a todos y ni él aprovecha para mejorar.
Por resolución del juez segundo de distrito especializado en competencia económica de la Ciudad de México, la recién aprobada en materia energética de López Obrador, ha quedado suspendida temporalmente, beneficiando a todas las empresas participantes en el mercado eléctrico mayorista.
Esta suspensión esperará a que –el 18 de marzo- el juez determine si otorga la suspensión definitiva, cuando resuelva el fondo del caso. Sea como fuere, este asunto ya es del interés mundial y en él queda mal nuestro país como destino de inversiones privadas.
Por su parte, organizaciones ambientalistas están prestas a presentar sendos amparos para impugnar la Ley de Energía Eléctrica recién –muy recientemente aprobada- por el Senado de la hoy Anti-República. Con AMLO corremos a ser una república central en vez de lo que somos, una república federal. A nuestro presidente juarista le gusta más el estilo centralista de Franco y Pinochet, o de sus amigos dictadores sudamericanos.
AMLO es terco y lo reconoce. Desde 2019, sus reveses energéticos han sido evidentes y reiterativos. No ha ganado uno solo de los amparos de empresas y organizaciones ambientalistas que se han enfrentado a su secretaria de Energía. Y así será mientras no entienda que la Ley está por encima de él mismo.
Bien decía Alexander Pope: “Una persona terca no tiene opiniones, éstas lo tienen a él”. Andrés Manuel López Obrador cae, un día sí al otro vuelve a tropezar, en la trampa mortal de su testarudez. No cambia de opinión, aunque todo demuestre que la razón jamás lo acompaña. Sus cifras y razones son otras y no coinciden con la realidad. Vive en sus fantasías. Es un hombre que se quedó en los Cuentos de Cachirulo que de niños vimos los domingos en televisión.
En la pequeñez de entendimiento pejista, el mundo, la vida, la historia y la economía solo se interpretan desde sus pareceres. Para el Peje-sidente, cualquier significado que otros den a los eventos que nos definen como patria y nación, están equivocados y pertenecen a los enemigos de la patria, a los conservadores, a los neoliberales. En Andrés Manuel López Obrador no cabe la flexibilidad mental.
AMLO tiene en sus chairos a quienes serían capaces de resguardarlo emocionalmente de la derrota que podría tener en este 2021. AMLO me recuerda a Hiroo Onoda, el oficial de inteligencia del Ejército Imperial Japonés que vivió escondido en la selva filipina durante 29 años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, convencido de que la guerra seguía viva. AMLO sigue en su campaña presidencial y no entiende que aquella ya terminó.
Recuerdo a Federico Nietzsche cuando, al hablar de los testarudos, nos dice que “… pocos muestran la misma terquedad a la hora de lograr sus metas”. México se rezaga ante el mundo y, especialmente, ante sus socios comerciales de la América del Norte, y así seguirá hasta el fin de sus días pues no es de resultados. Por ello siempre culpa a otros.
En fin, seguiremos con AMLO algunos años más. Aquellos que la Constitución le otorga y nos condena. Mientras termina este martirio, sigamos luchando desde la ley a quien desobedece y violenta la Ley Suprema.
