JALISCO
Repensar Guadalajara
Opinión, por Miguel Anaya //
Guadalajara es una gran ciudad y una ciudad grande. Su zona metropolitana creció rápidamente; nuestra urbe pasó de 1 millón de habitantes en 1964 a más de 5 millones en 2017; bastaron 53 años para que la población se multiplicara por cinco, prácticamente el 60% de las personas que residimos en Jalisco lo hacemos en esta área.
La convivencia entre tantas personas trae consigo muchas cosas positivas: en una ciudad bien planeada se fomenta la riqueza económica, se promueve la cultura, los índices de bienestar y felicidad son altos; además, contrario a lo que se podría pensar, vivir en una ciudad resulta más ecológico que vivir en el campo.
Todo esto hace que las personas migren de sus comunidades de origen a los asentamientos urbanos intentando obtener una mejor calidad educativa, oportunidades de empleo o buscando determinadas experiencias. Probablemente por estas razones Guadalajara creció tan rápido. Su actividad comercial, su arquitectura, la amabilidad de sus habitantes y su buen clima resultaron muy atractivas para los foráneos y animaba a los tapatíos a crecer sus familias.
Cuando se dio el boom poblacional de Guadalajara, nuestra ciudad tenía una conformación barrial; éstos por lo general contaban con un parque, una escuela, un mercado y un templo. Algunos otros tenían una fábrica o una gran empresa cerca que provocaba que las familias de dicho barrio convivieran, estudiaran, comerciaran y trabajaran en una misma área.
Lo anterior tenía grandes beneficios, había una fuerte cohesión social, ya que la personas conocían y eran conocidas en sus barrios. Las comunidades eran más seguras (literalmente ¡el barrio te respaldaba!). El comprar en el mercado o tiendas familiares fortalecía la economía local, los trayectos cortos y los tiempos de traslado permitían la convivencia familiar y social elevando la calidad de vida de la gente; además, al no requerir de un auto o utilizarlo poco, las emisiones contaminantes que éstos provocaban eran reducidas.
Con el tiempo, se cambió la configuración de la ciudad. La construcción de desarrollos horizontales cada vez más alejados del centro provocaron que las personas perdieran parte importante de su día a día en trasladarse de sus hogares a sus centros de trabajo, escuelas o para encontrarse con sus familiares o amigos, el auto se volvió una necesidad. Actualmente hay muchos casos en los que las casas habitación son solo un lugar para dormir pues las personas que las habitan, viven en un municipio, trabajan en otro, y conviven en otro.
El acceso a servicios públicos de calidad se complicó ya que se requieren más recursos económicos y humanos para hacer llegar agua, luz, drenaje y calles pavimentadas a las comunidades alejadas; y por si fuera poco Guadalajara tiene un alto déficit de árboles y espacios verdes según las recomendaciones de la OMS.
A pesar de todo lo anterior la Zona Metropolitana de Guadalajara sigue siendo muy atractiva. Nuestra ciudad cuenta con instituciones educativas de calidad, centros de espectáculos, edificios históricos, equipos de futbol y beisbol profesionales, plazas comerciales e importantes empresas establecidas aquí, tenemos muchas cosas que ofrecer.
Si queremos que nuestra ciudad sea un mejor lugar para vivir hay que pensar a futuro y voltear a ver casos exitosos de otras urbes que han sabido adaptarse y reconvertirse a las nuevas realidades, tenemos ejemplos como San Francisco o Montreal donde la atracción de industrias creativas ha provocado que la calidad de vida en esas urbes mejore notablemente ya que estas empresas por lo general ofrecen empleos bien remunerados y se instalan en desarrollos verticales mixtos bien organizados que permiten la sana convivencia de sus habitantes en áreas compactas.
En México, Mérida es la ciudad con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto del país debido a la suficiencia de escuelas públicas y privadas, oportunidades de empleo, facilidades para abrir una empresa, la eficiencia del transporte público, seguridad, limpieza atmosférica entre otras razones más.
En nuestro caso, Guadalajara (número 16 en el IDH) ha buscado acercarse a las industrias del conocimiento. La llamada ciudad creativa digital fue un intento que por una u otra razón no cuajó; sin embargo, este municipio sigue siendo un centro comercial y de negocios importante. Zapopan cuenta con una gran cantidad de empresas tecnológicas que emplean a miles de personas y también es sede de los mejores centros universitarios del occidente del país. Tonalá, Tlajomulco y Tlaquepaque cuentan con sus propias condiciones y áreas de oportunidad.
De manera positiva en los últimos años la Zona Metropolitana de Gudalajara le ha apostado a proyectos de movilidad multimodal que irán mejorando la conectividad de sus habitantes; la construcción de la línea tres del tren ligero, el macrobús que correrá por el periférico y las ciclovías (que algunas pueden ser mejor planeadas) harán mas eficiente el traslado dentro de la ciudad; aún nos falta pero hemos mejorado en este aspecto.
Pensemos en la ciudad que queremos ver dentro de 10 o 20 años. En lo personal -al igual que a muchos- me gustaría que la Zona Metropolitana de Guadalajara fuera más segura, más ecológica, más limpia, más incluyente y con mejores oportunidades para todas y todos.
Espero que los puntos anteriores sean parte de la agenda de trabajo de las candidatas y candidatos que hoy aspiran a dirigir los gobiernos municipales.
A los que no participamos en las candidaturas nos toca informarnos y decidir de la mejor manera. No olvidemos que los grandes proyectos sociales se conforman de cuatro hélices: una sociedad participativa, un gobierno con visión de futuro, empresas dispuestas a invertir y academias que brinden una formación profesional adaptada a la realidad actual. Repensemos Guadalajara y colaboremos desde nuestra trinchera para construir la ciudad que queremos.
E-mail: miguelanaya.gdl@gmail.com

Sergio Alberto A
19 de abril de 2021 at 2:40 PM
Totalmente de acuerdo. Políticas públicas articuladas de mediano a largo plazo es la solución definitiva.