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LOS PELOTEROS

El «Cayo» Valenzuela, un hombre fuera de serie del beisbol

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Deporte rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Con la partida de Arcadio “Cayo” Valenzuela brotan los recuerdos y revivimos aquel gran equipo de Naranjeros de Hermosillo de la década de los 70’s, que ganó tres campeonatos en la Liga Mexicana del Pacífico y la Serie del Caribe en 1976.

Este pasado jueves 24 de junio, el mero día de San Juan, dejó de existir en la Ciudad de México, el Cayo Valenzuela, quien fuera presidente de los Naranjeros de Hermosillo y que en 1962 se integró a la directiva del club que más campeonatos ha logrado en el béisbol profesional mexicano con 16.

Arcadio se distinguió por saber armar equipos. El trabuco de Naranjeros fue resultado del grupo de socios que formaron parte de aquel club, con Tadeo Iruretagoyena como su brazo derecho; el ingeniero Luis Acosta Mazón, Agustín Hurtado, Germán Tapia, Ernesto y Nacho Cadena, y Roberto Encinas.

Este grupo cuyo líder fue Arcadio Valenzuela estuvo al frente de los Naranjeros durante dos décadas, de 1962 y 1986 (hasta que le pasaron la batuta a la familia Mazón, que desde entonces son los mandamases) logró armar el mejor trabuco que me tocó presenciar en la LMP y que después de un trabajo de 10 años obtuvo tres campeonatos de Liga y una Serie del Caribe. Fueron cinco campeonatos los obtenidos: 1963-1964, 1970-1971, 1974-1975, 1975-1976 y 1981-1982.

ESPINO, CELERINO, MAURY WILLS, CANANEA…

No tuve el privilegio de tratar a Arcadio “Cayo” Valenzuela, pero disfruté de su obra que la plasmó en aquel conjunto de Naranjeros de Hermosillo, con el que crecí y que me generó la pasión plena del béisbol, de amarlo, de festejar sus campeonatos y de vivir aquella gran rivalidad con los Tomateros de Culiacán y Yaquis de Ciudad Obregón.

Fueron los Naranjeros de Héctor Espino, el llamado “Niño Asesino” por su poder descomunal con el bat; de Celerino Sánchez, dotado de un excelente guante y de un brazo privilegiado, además de su poderoso bat haciendo el 1-2 con Espino; de Sergio “Kalimán” Robles que de strike la colocaba en segunda base; de los lanzadores Alfredo “Zurdo” Ortiz, de Maximino León, Pancho Barrios y Edy “Pecoso” Acosta; de Manuel “Loco” Lugo y tantos más.

Por supuesto, tenemos que hablar de Benjamín “Cananea” Reyes, el mejor manager mexicano de aquella época y también de los extranjeros. De Bob Darwin, un moreno espigado que conectó en una de esas temporadas 27 jonrones, para empatar el record de más cuadrangulares en una temporada del empalmense Ronaldo “Ronnie” Camacho; de Jerry Heirstone, que se casó con una sonorense y que fue un peloterazo, corría, bateaba, fildeaba en los jardines.

Recordamos también a Maury Wills de manager, quien había implantado el récord de más robos de bases en una temporada en Grandes Ligas, de 104 estafas con los Dodgers, organización con la que Naranjeros firmó un convenio. Hermosillo tuvo así a grandes lanzadores que habían brillado en Grandes Ligas, como el cubano Luis Tiant, el norteamericano Alan Foster y el gran cerrador, como fue Dennis O Toole.

AQUEL CAMPEONATO DE SERIE DEL CARIBE

Recuerdo aquel recibimiento que los fanáticos y el pueblo de Hermosillo recibió al equipo campeón de la Serie del Caribe en 1976, la gente salió a hacer una cadena humana para aplaudir y lanzar vitores a sus campeones que entraron por la Y griega, (que es la salida de Hermosillo a Guaymas), fueron más de 10 kilómetros con cientos de miles de sonorenses festejando a sus ídolos, creo que es de los días más felices que en mi tierra se ha vivido, la celebración de aquel campeonato histórico en la Serie del Caribe, el primero en ganar un equipo representativo de México.

AL SALÓN DE LA FAMA

Fue en 2008 cuando Arcadio fue entronizado al Salón de la fama, el reconocimiento que recibió en vida por sus aportaciones al béisbol mexicano, ya que junto con Juan Manuel Ley y Horacio “Macacho” López la Liga Invernal Sonora-Sinaloa se convirtió en Liga Mexicana del Pacífico con la integración de Baja California (mi deseo es que se convirta en la Liga Premier de Beisbol de México, con la integración al béisbol invernal de la Ciudad de México, Yucatán y Coahuila, se vale soñar).
A Arcadio también le tocó la época de la construcción del estadio Héctor Espino levantado en el barrio de El Choyal y que vino a sustituir al legendario estadio Fernando M. Ortiz que estaba en el Parque Madero en el que nacieron los Naranjeros.

Con la partida de El Cayo Valenzuela se cierra un capítulo glorioso de los Naranjeros, el de Espino, Celerino, Sergio Robles, Cananea Reyes, el del gran narrador de los partidos de béisbol como fue Fausto Soto Silva; el de cronistas deportivos brillantes y que escribían con mucho condimento como Eduardo Gómez Torres y su programa El Deporte al día y en 3 y 2 de Jesús “Wendy” Durán Santeliz, todos ellos fallecidos.

Nos invade la nostalgia de aquel Hermosillo en el que nacimos jugando béisbol en sus calles y luego en los campitos de béisbol del Vado del Río. ¡Descanse en paz el gran Arcadio Valenzuela, uno de los grandes sonorenses que con su talento y su amor al béisbol contribuyó a crear una gran liga como es la Mexicana del Pacífico!

Para el béisbol fue un hombre fuera de Serie.

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