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OPINIÓN

El ataque de la variante Delta: Tercera ola ¿qué aprendimos?

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Opinión no pedida, por Armando Morquecho Camacho //

Hace unos meses, en febrero, para ser más especifico, mientras gobiernos y ciudadanos comenzaban a dar unos pasos hacia el autoengaño y caían en la falsa sensación de seguridad que generaba la promesa de una vacuna contra el COVID-19, el médico Ashish K. Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown, señalaba en su columna para el Washington Post, que debido a las nuevas cepas del coronavirus que comenzaban a surgir, podría haber, en todo el mundo, dificultades para controlar la pandemia.

El Dr. Kumar señalaba que las nuevas cepas eran un poderoso recordatorio de que todos, tanto autoridades como ciudadanos, debíamos permanecer vigilantes en la lucha contra el virus, ya que con todo y una vacuna, si el virus no era controlado en todas partes, podríamos estar en serios problemas.

Asimismo, señalaba que en los lugares en donde los brotes son contenidos con efectividad, las posibilidades de mutaciones eran similares a las posibilidades que tiene el Atlas de ser campeón, y en el remoto caso de que éstas sí se generen, de igual manera sería muy poco probable que se propaguen, pero en los países en los que la infección se encuentra fuera de control, las mutaciones tienen altas posibilidades para establecerse en el entorno y mutar a versiones aun más letales.

Por ello, lo que más llama la atención de la tercera ola que está inundando nuestras calles, nuestros hospitales, nuestros bares y nuestros antros, es que los patrones se están repitiendo y al igual que en el 2020, los líderes mundiales están haciendo caso omiso de la información que la comunidad científica está poniendo a su disposición, tal y como sucedió a finales del 2019 cuando un virus comenzaba a causar problemas en una ciudad de China.

En más de una ocasión, al inicio de la pandemia, muchas personas, y me incluyó, señalaron que esta pandemia no solo traía consigo tragedia, sino que también traía lecciones invaluables que serían de gran ayuda para enfrentar las próximas pandemias (nadie dijo olas), incluso, Yuval Noah Harari, señaló, al inicio, que esta pandemia era una oportunidad para unir naciones a través del intercambio de información fundamental y conocimiento, para así poder diseñar agendas bilaterales en aras del bien común.

Pero al ver la manera tan individualista en la que se llevó a cabo la estrategia de vacunación, es posible contemplar cómo a todas las naciones se les olvidó por completo considerar que en un mundo tan conectado como el nuestro, todos formamos parte de un todo y tarde o temprano, las fronteras serán superadas y los brotes descontrolados en otros países, terminarán por conducir a una variante más agresiva que sea resistente a las vacunas en todo el mundo.

Tal y como indican las leyes de Newton, a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud, pero en sentido contrario, y después de una feroz carrera por acaparar vacunas, mientras que las campañas de vacunación se comienzan a quedar atrás y los casos, una vez más, comienzan a aumentar, la variante Delta avanza y se vuelve omnipresente.

Ahora, esta variante supercontagiosa, según las estadísticas, es responsable de uno de cada cinco contagios de COVID-19 en Estados Unidos, y su prevalencia se duplicó en las ultimas dos semanas y aun cuando los casos de contagio y las muertes han bajado por la campaña de vacunación, no está claro cuántos problemas puede generar, sobre todo, en la población que no se quiere vacunar y que es victima de campañas de desinformación alrededor de redes sociales.

Mientras tanto, en México, no nos quedamos atrás, ya que esta variante está impactando principalmente a los jóvenes de entre 20 y 39 años que aun no son vacunados.

Hasta el momento, en todo el territorio nacional hay más de 485 casos positivos de la variante Delta y se ha acelerado su presencia en entidades como Baja California Sur, ciudad de México, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán y Sinaloa.

Sin lugar a duda, esta situación debe llamar la atención de nuestras autoridades, ya que si en Estados Unidos, donde la campaña de vacunación que está en otro nivel que la nuestra, la variante Delta prende los focos rojos, en México, con un porcentaje de vacunación tan bajo, debería ser aun más alarmante.

En general, los estragos del efecto dominó que han generado tanto la omisión y el individualismo nacional, como la relajación, irresponsabilidad e indiferencia ciudadana son cada vez más graves y a medida que las cifras aumentan, muchos líderes mundiales se han visto en la necesidad de replantearse de nueva cuenta la estrategia con la que están enfrentando la pandemia.

No obstante, las cosas difícilmente van a cambiar mientras los países continúen apostando por estrategias que tienden a volver obligatoria la vacuna, a poner restricciones de movilidad y a cancelar vuelos.

La lucha contra el COVID-19 debe ser en conjunto, de hecho, siempre ha debido ser así, ya que el éxito de esta lucha, depende de lo que hagamos cada uno de nosotros, tanto autoridad como ciudadanos.

En el caso de la autoridad, es momento de que se entienda las cosas difícilmente van a cambiar si se continúan apostando por estrategias que tienden por hacer obligatoria la vacuna, por poner restricciones de movilidad y por cancelar vuelos, estas medidas solo ofrecen alivios temporales.

También, es necesario dejar de lado esa estrategia de combate tan individualista, para poder comenzar a sumar esfuerzo globales que permitan, de manera equitativa, que se expanda el muestreo genómico de tal forma que todos los países, en la medida de sus posibilidades, puedan comprender de mejor manera la dinámica de infección para así, diseñar estrategias de prevención y vacunación eficientes y listas para hacerle frente a los brotes de las nuevas variantes.

Pero, tal y como lo mencioné, esto es trabajo de todos, y si bien es cierto que la relajación de algunas medidas se dieron por determinaciones gubernamentales, también es cierto que a muchos ciudadanos simplemente nunca les ha importado la pandemia, especialmente a los jóvenes, que desde el día uno, han buscado la manera de mantener su tan cotizada vida social activa de una forma u otra.

En ese sentido, la mejor forma que existe para cerrar la pinza de cualquier estrategia gubernamental, es la corresponsabilidad ciudadana, sin esto, en realidad no importa si las naciones y la comunidad científica logran ponerse de acuerdo para construir una agenda global de combate contra el COVID-19 y sus variantes, sin la voluntad ciudadana no se puede llegar muy lejos.

La vida debe de seguir, es cierto. Un cierre de la economía debido a la tercera ola sería letal, también es cierto. Eso no se discute. Pero lo que tampoco se discute, es que somos tan culpables de la nueva variante Delta, como el gobierno y su poca capacidad de reacción ante los hechos.

El cubrebocas y la sana distancia, sí salvan vidas y el esfuerzo ciudadano por seguir estas medidas le puede poner un alto a esas variantes que pueden tirar a la basura el trabajo de un año y medio.

Strana puede esperar, los pacientes graves en el Hospital General Regional 110 no.

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