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MUNDO

La historia se detuvo hace 50 años: Ahora sí, ¿Cuba libre?

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Por Diego Morales Heredia //

La primera vez que visité Cuba, como la mayoría de los turistas, fue llamado por sus paradisiacas playas, su ron, habanos, un mojito, coches clásicos, rumba. Comencé mi recorrido por donde se suele llegar y hospedarse, en La Habana Vieja. Bastan minutos para entender que estás en un lugar diferente al que acostumbras vivir en tu patria, con un sistema capitalista.

De entrada, es impresionante encontrarte de golpe con una realidad como la de Cuba. Hay edificios en ruinas, como detener el tiempo o regresar en el mismo. Es la añoranza de tu niñez, en la cual vuelves a ver a los jóvenes en las calles, jugando, sin tecnología, es ver a las señoras con su silla platicando con su vecina, es el hombre que regresa de trabajar y se toma un trago en la ventana de su hogar. El escenario se repite en Habana Centro, Vedado, Miramar, Alamar, Varadero, Matanzas o cualquier provincia.

Es complicado entender a Cuba sin el turismo. Pronto encuentras que son una máquina natural de turismo. Muchos de ellos son profesionistas, doctores, arquitectos, abogados, gente que tuvo el acceso a la educación gratuita de parte del Estado, pero que por motivos mismos del sistema económico de la isla deciden dedicarse al turismo, uno de los ingresos económicos más importantes de la isla.

Como en cualquier sitio del planeta, hay gente buena y otros que no lo son tanto. El timo está a la orden del día con aquel turista inexperto incapaz de reconocer la diferencia entre un CUC y un CUP. Difícil sacarte de encima a aquél cubano que promete tener la mejor oferta de ron, o que te informa que es el Día del habano y te puede conseguir el mejor precio, como los 364 días anteriores.

Incluso, otros más vivales, que con naturalidad te llevan a bares o paladares en donde la cuenta se paga al doble, que de alguna manera hacen que les otorgues alguno de los pesos que llevas para tu gasto personal. Con el tiempo, entiendes que esto es parte del folclor cubano.

Es difícil visitar Cuba e incluso hablar de Cuba, sin enredarte en un asunto de ideología política. Por las calles de toda la isla encuentras claramente muestras del liderazgo de Fidel Castro y su revolución. “Patria o Muerte: venceremos”, “Yo soy Fidel”, “Abajo el bloqueo”, se suele ver en grandes carteles, acompañados con la mítica figura del comandante líder de la isla. Se enarbolan figuras históricas de la lucha cubana, como Camilo Cienfuegos, el “Che” Guevara o Raúl Castro.

No obstante, existe otra gran corriente de anti revolucionarios, aquellos que sienten que el comunismo y los ideales de Castro tienen estancada a la isla. Al grito de “Patria y vida”, son los cubanos que en su mayoría ven en Estados Unidos el país de las libertades, al que anhelan llegar, en donde la panacea mundial se reúne y se vive de una manera ideal. El debate interno es fuerte, divide amistades, incluso familias. Es complicado entrar en un debate en el que ni ellos mismos han dictado un ganador o un vencedor.

Estas letras y recuerdo de Cuba pueden estar expiradas ahora mismo. Con la pandemia del COVID-19, la economía colapsó a nivel mundial y la isla no fue la excepción. Se aceleró el proceso que se venía dando, en un hecho histórico, miles de cubanos tomaron las calles pidiendo un cambio de régimen ante la falta de insumos médicos, alimentos y servicios básicos. Inédito no es, pues se dio el Maleconazo en 1994 después del periodo especial en Cuba tras la caída de la Unión Soviética.

Como históricamente sucede, hay dos visiones ante el hecho, los que creen que es un acecho del imperialismo para desestabilizar a una isla que tiene un bloqueo económico de Estados Unidos desde hace más de 60 años y aquellos que creen que es momento de que haya un cambio de régimen Cuba y dejar el socialismo atrás.

El debate ha llegado a niveles internacionales, a un mundo que solo los observa, pero no los escucha. Es sencillo desde la comodidad de nuestros hogares opinar de una realidad de un país difícil de entender. Los juicios de valor son fuertes, ambas ramas de la lucha pueden tener o no la razón, tanto los que ven injusticia en ganar 240 pesos cubanos al mes de salario (10 USD), como aquellos que afirman que la Revolución ha llenado de dignidad a un país entero.

Cuba es un país bellísimo, que tiene en la actualidad una coyuntura histórica, donde una generación se extingue en el ejercicio del poder. Una nueva revolución además de necesaria, parece inminente, uno de los últimos estados socialistas del mundo occidental puede estar viviendo sus últimos días, con un pueblo que históricamente ha vivido tiempos difícil, resistiendo desde antes de la llegada de la revolución los embates de los españoles y los americanos.

Después de varias visitas a la isla, conocer una realidad como la de Cuba ha sido un desafío, mucho más compleja de lo que imaginé. No creo tener los argumentos para compararla con otra realidad. La historia cubana sin duda genera grandes pasiones y tendrá visiones a favor y en contra, se le apoye o se le critique, o se le apoye criticándole, es un pueblo que históricamente vive tiempos difíciles.

Más allá de posiciones ideológicas, es importante escuchar a un pueblo que toma las calles de las dos caras de la moneda. Al final, su lucha parece ser un encuentro con la historia de la isla caribeña, un viejo anhelo que data de siglos, por fin poder gritar: ¡Cuba Libre!

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