CULTURA
El fenómeno del entretenimiento, hay para todos los gustos: Futbol, beisbol, lucha libre, cine, farándula, música
Futbol, por Esteban Trelles Meza //
De los pasatiempos favoritos es indudable que el futbol acapara la atención de las mayorías en todo el planeta y en nuestro país superando a la farándula y las artes mismas donde esta última actividad es para las personas cultas y refinadas, que en el caso de los óleos y pinturas famosas, que llegan a costar millones de dólares que los coleccionistas y críticos de arte los tienen como un tesoro literal, que de hecho lo es y forman parte del acervo cultural de las minorías pudientes.
Irónicamente y de manera contradictoria las bebidas embriagantes forman parte de los espectáculos deportivos que acuden a los estadios de futbol para ver los encuentros de sus equipos favoritos, lo mismo que en la pantalla de los restaurantes, bares, antros incluso como un atractivo ofertando principalmente las cervezas que se consumen antes y después de las dos horas que es el tiempo que dura un encuentro de futbol en las llamadas “alitas” de pollo que son el “gancho” para las micheladas favoritas de la juventud incluidos los adolescentes.
Esto lo hacen para disfrazar las cantinas al llamar a la “botana” a los alimentos, que son los términos que se usan, donde la autoridad llámese gobierno permite su apertura infringiendo el reglamento de uso de suelo y ley reglamentaria (corrupción).
Los grandes patrocinadores de futbol entre otros lo son las empresas cerveceras que comercializan su marca, incluso en la playera de los equipos, independientemente de la publicidad estática en los estadios y los diversos medios de comunicación (TV, radio e impresos).
Para nadie es un secreto que los estadios son las cantinas más grandes y populares donde no existe control alguno para que los adolescentes ingieran bebidas alcohólicas de forma desmedida, máxime los integrantes de las porras, hinchas o barras que como orates brincan y saltan en todo el encuentro que incluso algunos directivos les obsequian los boletos de entrada, donde las agresiones verbales tanto a los jugadores en cancha como las porras visitantes en las tribunas son la tónica que prevalece, aparte el grito homofóbico que se trata de erradicar.
Nuestro país tiene el deshonroso primer lugar de obesidad en el mundo, donde se propicia desde la niñez con la venta de alimentos chatarra en las escuelas y las bebidas gaseosas, principalmente de cola, donde el cinismo de la ignorancia, donde las madres inconscientes les dan a tomar a los pequeños con expresiones tan simplistas que dicen los hermanitos “mamá está llorando él bebe”, pues ponle coca en el bibí para que se duerma.
Y qué decir de los padres ignorantes y vulgares que incluso se atreven a darles cerveza a los chiquitines como si fuera una gracia, lo mismo que el lenguaje prosaico que orgullosos los padres presumen con la comadre: “Mi niño ya sabe decir malas palabras”- le contesta la otra-: “También el mío está en las mismas, para que no se dejen de nadie”.
El futbol, la lucha libre, el beisbol, de hecho en la mayoría de las actividades deportivas existe los malos hábitos entre el licor y la comida “chatarra”. El ser humano se alimenta tres veces al día donde en el inter de ese horario los “antojitos” entre comidas producen la obesidad entre las personas sedentarias, donde los niños y adolescentes se enajenan con la tecnología moderna de móviles y computadoras evitando ejercicio físico.
Todo este fenómeno presentado tiene que ver con los vicios de formación de conducta moral en los deportes y su entorno, que lamentablemente el aparato gubernamental no actúa en consecuencia para tener una mejor sociedad al permitir la publicidad en las playeras de los jugadores, que en el caso de la selección de Colombia una marca patrocinadora cervecera (Águila), tiene en su jersey esa publicidad negativa principalmente para la niñez, donde en la cajetilla de cigarros advierten “este producto es nocivo para la salud”, lo que con la cerveza o el vino no ocurre.
Nuestro país que es un mosaico cultural, que el propio lenguaje popular es folclórico y pintoresco donde el albur y las palabras altisonantes están a la orden del día, que los escolares en grupitos en la calle o en el transporte colectivo desarrollan ese tipo de expresiones impropias, que el funcionario público no se escapa, y en situaciones grupales se expresan inadecuadamente refiriéndonos a los guardianes del orden entre policías preventivos, viales y demás, donde no respetan su uniforme, que prácticamente es el común de las mayorías.
En contrapartida en el tema de espectáculos o pasatiempos un concierto de música clásica, ópera, zarzuela, etc., tiene un público selecto donde no existen excesos negativos de ninguna índole que en ese sentido la tauromaquia o “fiesta brava”, con la lidia del toro, el respetable que incluso los cronistas taurinos los llaman a los espectadores de esa manera es precisamente por el buen comportamiento de los asistentes a una plaza de toros, como un ejemplo a los demás cosos masivos.
La cinematografía tiene a su público que comúnmente entre los espectadores, las palomitas de maíz y gaseosas son las acompañantes de su entretenimiento, que se comportan silenciosamente susurrando algún comentario de la película misma con orden y tranquilidad, que antiguamente eran tres películas, incluso con permanencia voluntaria y actualmente es una sola que no sobrepasa las dos horas de exhibición.
Por último, la lucha libre mexicana, su afición es muy peculiar con la presencia de los niños que les fascina esa actividad e incluso llevan su máscara e idolatran a sus luchadores favoritos creando una cultura que antiguamente sus películas eran material de exportación a otros países.
Este fenómeno social tiene sus particularidades muy definidas no propiamente clasistas pero sí plurales y participativas con gustos para todos.
