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OPINIÓN

¿Moralmente derrotados? El discurso perdido de la clase política

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Uno de los problemas por los que atraviesa nuestra clase política es que se ha esforzado demasiado por convertirse en tan buenos oradores que pareciera que el objetivo de muchos es recrear en su imagen a Jesús Reyes Heroles y a Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Pareciera que a mucho de ellos sus asesores no les han notificado que por más simbólicos que estos personajes sean para ellos, estos realmente ya no representan absolutamente nada para las nuevas generaciones a las que aspiran a representar.

Pero justamente este problema es solamente uno de los rostros con los que se materializa otro de los problemas más grandes que atraviesa la clase política.

Y es que en los últimos años un mundo de políticos, especialmente de la oposición, se han estado esforzando demasiado por demostrar a los mexicanos, a través de su impresionante oratoria, que ellos sí pueden ser excelentes gobernantes y excelentes legisladores, y que con su esfuerzo, su unión y su compromiso con el país, podrán salvarnos.

No obstante, muchos han olvidado que antes de ser excelentes, finos y perfectos gobernantes y legisladores, deben de trabajar por convertirse en los mejores y más efectivos comunicólogos y sociólogos de México, ya que solo así podrán entender con exactitud el rumbo del país y el sentir de los mexicanos y solamente entendiendo esto, podrán brindar a la ciudadanía, a través de las diferentes herramientas de comunicación, una nueva narrativa con la cual comulgar.

Pero antes de todo esto, es importante que la oposición comience a preguntarse: ¿qué quieren los mexicanos? ¿Qué necesitan los mexicanos? ¿Qué le duele a los mexicanos? ¿A qué le tienen rencor los mexicanos?

Probablemente para usted querido lector, estas preguntas sean simples y no solo eso, tal vez las respuestas para usted sean bastante fáciles y evidentes, pero el problema no es que usted o yo no sepamos la respuesta a esta pregunta, el problema realmente es que quienes nos representan y quienes aspiran a representarnos simplemente no solo no se lo están preguntando esto, sino que están estableciendo rutas y proyectos políticos que parten de su creencia de lo que quiere y necesita el pueblo mexicano, y por si fuera poco, también son incapaces de comunicar de manera efectiva cuál es esa creencia.

Ahora bien ¿por qué traigo todo esto a colación? Bueno, la respuestas es muy sencilla, y a diferencia de la semana pasada, probablemente no es lo que usted está pensando.

Traigo todo esto a colación debido al dilema que se gestó en redes sociales y en medios de comunicación sobre la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

Desde el nacimiento de su proyecto, hasta el desarrollo en su construcción y su ‘’inauguración’’, esta obra del Gobierno Federal ha sido muy polémica, primero, porque implicó cancelar la construcción de otro proyecto que estaba avanzado y que además tenía aparejada una importante inversión y segundo, porque la construcción del nuevo aeropuerto estaría a cargo del Ejercito.

Ciertamente hay mucho que criticar o cuestionar sobre esta obra, pero justamente esto es lo que la oposición, sin pericia comunicativa y sin una noción sobre el verdadero sentir de los mexicanos no logró entender.

En lugar de cuestionar la capacidad instalada y la capacidad de absorción de este aeropuerto, la capacidad del mismo para solucionar el grave problema de saturación aeroportuaria, o bien, el hecho de que su construcción implicara una inversión mayor al del Aeropuerto cancelado en Texcoco, con la diferencia de que el AIFA será pagado con nuestros impuestos mientras que el Aeropuerto de Texcoco estaba planeado para correr a cargo de la inversión privada, la oposición ha optado por centrar sus criticas en aspectos estéticos y clasistas respecto del tipo de personas que usarán el aeropuerto.

Es una central avionera”, “De seguro los aviones tendrán paradas para que se suban los vende papas’’, “En lugar de maletas extra van a cobrar gallinas extras’’.

Y claro, ciertamente lo estético del aeropuerto deja mucho que desear, sobre todo cuando en un mundo moderno, en el que un aeropuerto es el primer contacto que un extranjero tiene con la cultura y la civilización de un país.

Sin embargo, decir todo lo que acabo de señalar en párrafos anteriores, o bien, cuestionar lo que acabo de precisar anteriormente, es muy diferente a emprender una campaña de burla, sátira y sarcasmo en contra del ‘’tipo’’ o la ‘’clase’’ de personas que usarán las instalaciones del aeropuerto.

Yo me pregunto: ¿acaso se les olvidó que esas personas que hoy son la base para desacreditar un aeropuerto son las mismas a las que les piden el voto cada tres años mientras se desgarran las vestiduras en campaña diciéndoles que el gobierno se ha olvidado de ellos?

No les demos tantas vueltas, el olvido del gobierno es proporcional al olvido de la oposición que en los últimos años se ha mostrado incapaz de conectar una vez más con ese sector de la población de nuestro país que día a día es relegada a un espacio más oscuro y lejano del olvido social.

Lo he señalado en más de una ocasión y probablemente nunca me cansaré de señalarlo ya que no solo es una de mis frases favoritas de uno de mis escritores favoritos (Yuval Noah Harari), sino que también creo que la frase es un resumen de todo lo que implica hacer política en estos tiempos modernos:

En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder.

La realidad de México es que cada vez son más los ciudadanos que se sienten olvidados por sus representantes, cada vez son más aquellos los ciudadanos que pierden la esperanza con los proyectos políticos, cada vez son más los que no pueden sentirse identificados con un proyecto o un discurso, cada vez son más los mexicanos que pierden la ilusión y la esperanza que antes encontraban en los políticos.

¿Por qué? Porque la clase política está perdida en un conflicto de ego y de superioridad moral que pondera la lucha del poder por poder, antes que la lucha del poder para poder.

Vienen un par de años muy complicados para la política en nuestro país, el panorama es gris, y si en realidad existe la voluntad de cambiar algo, entonces es el momento de dejar de lado la oratoria formal de Reyes Heroles y las palabras vacías de un discurso emotivo, por discursos dirigidos a todos aquellos que construyen este país día con día y no para los políticos, por acciones bien encausadas que se centren principalmente en atender el sentir real de los mexicanos y en brindar a la ciudadanía espacios políticos y de participación verdaderamente representativos en los que cada expresión pueda encontrar eco a sus necesidades y aflicciones.

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