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OPINIÓN

Un nuevo modelo en construcción: Eliminar las competencias para pasar a las compartencias

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Educación, por Isabel Venegas //

Un evento muy interesante acaba de suceder al concluirse las asambleas educativas, en las que se convocó a toda la comunidad educativa del país, bajo el título “Diálogos para la construcción de una propuesta curricular”. Como en todos los ejercicios democráticos y participativos, las paradojas no se hacen esperar, una serie de discusiones derivadas de esta modalidad de organización se centraron en varios aspectos, por mencionar algunos:

La convocatoria y la dinámica; muchos criticaron que se abriera el panel a la millonaria cantidad de profesores, directivos, técnicos, administrativos, funcionarios, y por supuesto, a los padres de familia. Según el balance que reportó el director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, Marx Arriaga, fueron 330,710 participantes de manera presencial, y 669,651 de forma virtual. Muchas voces se levantaron para pedir que primero se expusiera el posicionamiento de los expertos en la materia, analizar sus investigaciones, sus propuestas, pero por el contrario, a juicio socrático, la línea consideró que era mejor poner el micrófono abierto. La experiencia ya nos debió de haber mostrado que no debemos tenerle ni tanto recelo a la tecnocracia, ni tanta fe a su desarrollo puro.

Otro reclamo era la génesis de estos trabajos al emanar del área de “materiales educativos” y no de la propia Secretaría de Educación, liderada por la maestra Delfina Gómez; los rumores de que pronto dejará el cargo para volver a contender por la gubernatura del Estado de México cobran mucho sentido, pero ya sea esa la razón o cualquier otra, el hecho es que las asambleas terminan reclamando un cambio en el sistema educativo, para lo cual una dirección no tiene los alcances, es ahí que esta coordinación queda solo en calidad de escribana, o recolectora de opiniones.

Un tercer elemento a discutir fue la falta de evaluación de los resultados obtenidos en el proceso educativo vivido tras la pandemia. Convocar a asambleas para dar el cambio radical de dirección, justo en el momento en el que no sabemos el recuento de los daños, tal vez hubiese sido bueno llamar a la construcción de esos diálogos para analizar las experiencias vividas, los aprendizajes de cada región, pero por el contrario, se pidieron propuestas para resolver la precariedad de la calidad en la formación de las niñas y los niños, de las y los adolescentes, de la formación de los profesores, etc. en el complejo conjunto de elementos que el sistema opera.

Ya desde el inicio de los trabajos de análisis, el discurso no solo era pedagógico o analítico de la situación administrativa, sino sustancialmente político teniendo como base las premisas de la austeridad republicana del presente gobierno federal. Al arrancar las mesas de trabajo, el Director Marx Arriaga, señalaba: “… hacemos este viaje por todo el país en una camioneta llena de libros para las bibliotecas públicas y casi sin viáticos y lo hacemos no porque seamos mártires, sino porque somos servidores públicos y cada peso que ahorramos representa más libros para las bibliotecas, para la comunidad. No traicionamos, en este caso yo soy un profesor de 19 años de servicio y conozco las debilidades del sistema educativo nacional porque las he vivido, de ahí que no los traicionaré

En el sentido estricto no es el problema que la base sustantiva sea la política, sino que en el momento post pandémico, queriendo superar una crisis sanitaria que desdobló otra crisis educativa, económica e incluso emocional a nivel global, se está queriendo implementar un modelo que critica los principios del anterior gobierno, pero que no relaciona los términos teóricos correctamente; en varias presentaciones el funcionario se ha referido al modelo de competencias, desde su acepción de “competición”, como si se tratara de estar enseñando a los niños a manejar la despiadada lucha que construyen los mercados, la política o la administración en general.

Amén de seguir con esa línea de pensamiento es preciso señalar que, en el espacio educativo, las competencias se refieren al desarrollo del conjunto de comportamientos sociales, afectivos y habilidades cognitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente una tarea.

Si bien es cierto que el modelo basado en competencias se desprende de una serie de acciones que se propician a partir de la incorporación de nuestro país a la OCDE, y con ello el apego a las evaluaciones de sistemas como el de PISA que tienden a estandarizar los instrumentos, cosa que también se puede relacionar con la problemática de la masificación o despersonalización de una escuela que no atienden las particularidades de cada niño, su historia y su contexto, también es verdad que hay una forma alterna de entender el fenómeno, se puede pensar que si estamos formando a niños en primero o segundo grado de secundaria, estarían o no a la altura de otros países a los que pueden aspirar para una beca, un intercambio o en su momento de desarrollo profesional, un puesto laboral de alto nivel, puesto que tiene las mismas credenciales que un niño que se formó en cualquier otra región.

El director Arriaga señala que los documentos emanados de las asambleas de educación apuntan a que los profesores quieren un cambio radical, y que no están dispuestos a seguir formando a los niños para que compitan, sino a un modelo basado en “compartencias”: educar para compartir.

Este romanticismo del término “compartir”, puede distanciarnos del rudo juicio que se hacía al modelo basado en competencias, por su amplísimo rango de acción (quienes sí contemplaban el concepto como un complejo de la formación), mismo que a veces quedaba en nada, como dice el dicho, el que mucho abarca poco aprieta; pero ahora en un peligroso pendulazo, podemos estar abarcando casi nada… y de todos modos, no apretar.

Difícil tarea pelear con las condiciones de nuestras escuelas, lo que cada quien entiende y la serie de mecanismos políticos que se suelen accionar de cara a una contienda electoral, porque los profesores nos volvemos esclavos del Sísifo educativo, al tener que “transformar” el sistema desde su raíz estructural,… cada cambio de gobierno.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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