OPINIÓN
Un tranvía llamado Morena
Opinión, por Iván Arrazola //
Como en la galardonada película Un tranvía llamado deseo (1951) donde la protagonista toma un tranvía que la dirige a un futuro incierto, en el caso del partido Morena sucede una situación similar, es un tranvía que avanza de forma acelerada y que en poco más de tres años ha logrado conquistar el 70% de las gubernaturas del país, después de la elección del 5 de junio podría controlar hasta 23 gubernaturas, mientras más avanza, va dejando dudas a su paso sobre si tiene la capacidad para gobernar al país.
Según las proyecciones de las últimas encuestas, Morena ganará por lo menos cuatro gubernaturas, que posiblemente se convertirán en cinco, tomando en cuenta el caso de Durango donde hay empate técnico y la única victoria segura para la coalición Va Por México es el estado de Aguascalientes.
Tres de los estados en los que se llevarán a cabo elecciones se encuentran entre los 15 estados con mayores niveles de pobreza en el país (Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo) y se ubican en el sur y centro del país, Aguascalientes se encuentra entre los diez estados con menores niveles de pobreza, mientras que Durango y Tamaulipas se encuentran a la mitad, aunque con severos problemas de seguridad como consecuencia de la fuerte presencia del crimen organizado.
No solo el factor pobreza explica la fuerza de Morena en los estados en que va a la cabeza, a nivel regional domina el sur del país, con excepción de Yucatán que es el único bastión que le queda a la oposición, los habitantes de esta región ven con buenos ojos la construcción del Tren maya y la implementación de los programas federales sembrando vida y el resto de los programas sociales que han llevado a la cúspide al presidente López Obrador, una zona históricamente olvidada que el presidente ha decidido apoyar.
De confirmarse el resultado la racha ganadora de la oposición habrá terminado oficialmente. Los éxitos obtenidos al frenar la iniciativa de reforma eléctrica y el vacío que le hizo a la revocación de mandato son dos victorias que, si bien mostraron que la oposición unida puede jugar un contrapeso en el Congreso frente al gobierno, la realidad muestra que electoralmente Morena es una fuerza política más poderosa.
El avance electoral de Morena en los estados ha venido acompañado del debilitamiento de los gobernadores de oposición. Se recordará como al inicio del sexenio se creó la alianza federalista, un grupo alterno a la CONAGO, que estaba conformado por gobernadores de oposición, el cual intentó hacer contrapeso al presidente, poco a poco este grupo fue perdiendo fuerza, conforme Morena fue ganando gubernaturas, estados como Guanajuato o Jalisco desistieron en su intento por mantener ese grupo como factor de contrapeso frente al gobierno federal.
A tal grado ha llegado la debilidad de estos gobernadores, que hace unas semanas, el gobernador de Jalisco presumía con orgullo el compromiso firmado por el mismísimo presidente de la República con la “promesa” de otorgar recursos al estado para la construcción de la L4 del tren ligero, esto es una prueba de como el presidente controla por la vía del presupuesto a los gobernadores.
En el caso de los gobernadores pertenecientes a Morena la situación ha sido, por así decirlo, un poco más compleja, todos han adoptado el formato de la mañanera y el discurso de su jefe político. El gobernador de Zacatecas declaró que los muertos que aparecen día con día en las calles del estado los vienen a arrojar de otros estados, o el gobernador de Sinaloa señala que es una “exageración” lo del retén a los reporteros que cubrían la gira presidencial, que ese tipo de retenes son “comunes” en el estado. Para otros gobernadores lo más sencillo es echarle la culpa a Calderón por la violencia que no pueden frenar.
Al más puro estilo del gran elector, cada que hay una crisis de seguridad el presidente viaja a los estados afectados y basta con que le dé un espaldarazo al gobernador y diga que es una buena persona y que confía en él para exculparlo de cualquier fallo o incompetencia, mimetizados con la figura presidencial, los mandatarios locales prefieren evadir cualquier tipo de responsabilidad culpando al pasado.
El cambio político es bueno siempre y cuando venga acompañado de una mejora en la vida de las personas. Lo que hasta este momento ha dejado el cambio en los estados gobernados por Morena son resultados inciertos, el avance de ese tranvía llamado Morena puede ser positivo si se logra una mejor coordinación entre estados y federación en temas tan complejos como la seguridad, pero también puede ser malo si se ponen por encima los intereses del centro sobre los de las regiones. También habrá que revisar el activismo de los presidenciables de Morena durante el proceso electoral ya que rompen con el principio de equidad en la contienda aunque lo hagan en sus ratos libres.
