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OPINIÓN

¿Y qué después de este 5 de junio?

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Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //

El liderazgo político que México exige, idealmente empieza con la toma de conciencia de los partidos y sus militantes, pero sobre todo en la concientización de quienes aspiraron a un cargo de elección popular en el proceso recién concluido, hayan ganado o perdido, de qué les funcionó y qué no les dio resultado, de sus fortalezas reales personales y de partido, así como de las debilidades negadas o no advertidas, de las oportunidades que no tomaron a tiempo y de qué prometieron en mal momento, de qué deben hacer para tomar mejores decisiones a futuro y cómo responder de manera más asertiva a las expectativas ciudadanas.

Cuando ese liderazgo se vuelve consciente de su poder y capacidad para guiar a los demás, asume plenamente su rol para generar confianza e inspirar, desde el análisis, el discernimiento, la reflexión y la acción… e impulsa nuevos liderazgos. Pero hoy, se dice, en Morena los liderazgos se arrebatan al PRI al candidatear a expriistas y en la oposición no se ven con claridad.

Una cosa es cierta, la soberbia hizo que las alianzas fracasaran desde la oposición y que se avizore un futuro incierto en Morena. Fríamente, con quién tendríamos un mejor futuro como sociedad, nación y patria.

Errores graves hubo en la oposición en el proceso electoral recién concluido. Por dar un ejemplo: ¿En qué momento, a la candidata de la oposición al gobierno de Hidalgo, Alma Carolina Viggiano Austria -priista- se le ocurrió que proponer un tren le traería votos cuando el propio PRI y grupos ambientalistas se han opuesto al Tren Maya de López Obrador? ¿Quién le hizo creer que al pueblo le sería fácil diferenciar un proyecto de otro?

En el priismo nacional hay sentimientos encontrados hacia Alejandro Moreno Cárdenas, su presidente del Comité Ejecutivo Nacional, que se ha servido con la cuchara grande en todo lo que representa candidaturas y presidencias de los comités estatales. Eso explica el porqué la secretaria general del CEN del PRI fue perdiendo votantes en un estado tan priista como Hidalgo; en efecto, perdió el apoyo priista. Ahora, Carolina y Alejandro deben reflexionar y cambiar; reconocer que ellos fueron quienes perdieron.

Alejandro Moreno debe, además, dejar de ser “Alito” y buscarse otro sobrenombre, con más fuerza y que denote su edad cronológica y de líder. Alito es para un niño llamado Alejandro.

He asistido a dos encuentros de Confío en México, uno con Enrique de la Madrid y el otro con Claudio X. González. Sin duda, interesantes. En ambos se escuchan propuestas de cómo ganarle a Morena en el 2024 pero ninguno nos dice qué podremos hacer del 2024 en adelante para levantar el cochinero que nos dejará Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación. Esto será fundamental para reencontrar el camino del progreso, la prosperidad, la competitividad y la justicia social verdadera. Esto no se dará con la simple salida de pejesidente.

No podemos negar los abusos del PRI y del PAN desde la Presidencia de la República. Todos los vimos y sufrimos sus veleidades y corruptelas. Yo denuncié algunos de ellos ante los organismos de control interno de diversas dependencias federal y nunca se hizo nada… es más, se me mandó callar siendo servidor público. Eso enoja y retira confianza.

Vi cómo se exigía la mitad del sueldo de empleados de gobierno en Sedesol Jalisco bajo la amenaza de no llegar a la siguiente quincena. Vi cómo se autorizaban obras públicas en las que solo se exigía lo mínimo, por dar un ejemplo, del material a utilizar. Vi cómo se alteraban facturas para pagar lo que no se debía. La corrupción existió y debía detenerse. Por desgracias, eso no ha cambiado y en este gobierno, el de la Cuarta Transformación, la corrupción se ha agravado y todo se hace con el mayor descaro jamás imaginado.

Hoy se destruyen presupuestos y aniquilan instituciones para que el poder no sea acotado por leyes… de eso se trata el reto hacia 2024 y después. Hoy se destruyen selvas, por orden judicial se detienen las obras del Tren Maya y el presidente, como Juan Charrasqueado, no entiende de razones. Destruir y lo suyo, y seguirá destruyendo.

Desde la oposición se debe imaginar nuevos propósitos en los líderes. Basta de creer que en sus estilos está la solución: democrático o cualquier otro. Hoy se deben liderar consciencias para que los electores no sean movidos por enojos y los candidatos no prometan lo inalcanzable: Gasolinas baratas, sistemas de salud como los de los países más desarrollados, romper con los procesos de vacunación eficaces que teníamos, educación si evaluar resultados, seguridad pública desde los abrazos con los delincuentes, nuevos empleos aborreciendo a los empresarios, apertura hacia dictadores sin pensar en sus pueblos, o la militarización de todo México. Esto es López Obrador, un ser esquizoide.

López Obrador debe terminar en 2024, yéndose a su rancho La Chingada. Es un hombre que se abraza de los delincuentes y se enoja con la gente de bien porque le exige respetar sus derechos.

La realidad es que nuestro sistema electoral ha sido tomado por asalto por los delincuentes organizados. Tamaulipas es un ejemplo claro… demostrado… de lo que preocupa en México y fuera de él, en especial en Estados Unidos. Hay mucho por hacer para terminar con la mal obra de López Obrador pero hace falta líderes de consciencias.

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