OPINIÓN
Pecado de omisión
																								
												
												
											Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //
El Salmo 26 dice: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” y frente a ello, y a pesar de ello, Andrés Manuel López Obrador osó ningunear y desacreditar los reclamos de justicia y legalidad exigidos por los jesuitas, el episcopado mexicano y la Iglesia católica por el asesinato de sus misioneros en la Tarahumara, ante el naufragio del Estado de derecho en México y la preeminencia de la delincuencia ante su gobierno y la sociedad indefensa.
Tenemos a un presidente falaz, un hombre que engaña y miente en forma pretendidamente encubierta pero siempre descarada e irreverente, soez y estúpida. Con su comportamiento, el presidente denigra a la República y a la investidura presidencial que dice cuidar ante Javier Sicilia, la familia Le Barón y muchos más, pero que enloda por querencias y lealtades con sabor a Badiraguato.
López Obrador es un hombre de rencores y venganzas, y de torpezas acumuladas a lo largo de una vida depauperada emocionalmente. Un hombre hábil en la maldad y las artes del engaño, de las que el demonio es dueño y señor.
Este domingo, desde los púlpitos católicos, la Iglesia Católica hizo un llamado a su feligresía para orar por la paz y la verdad en México, y porque el Espíritu de Dios ayude al presidente a entender de sus errores, omisiones y posibles contubernios en seguridad y justicia. A la Iglesia no la mueven reclamos de venganza y penas de muerte sino un inmenso amor a Dios al difundir la verdad.
Los dirigentes católicos saben que México camina por senderos de tinieblas porque su gobernante le robó las candelas de luz; por ello exige que la ley se cumpla, pero también porque es su mandato constitucional. El presidente peca por omisión y abandono constitucional.
A los obispos católicos no les amedrenta nada; para ellos, la vida no termina con la muerte sino con el reencuentro con Cristo, que es Camino, Verdad y Vida. Nada, absolutamente nada pueden hacer, ni el demonio ni el presidente, en contra suya. La Iglesia tiene muy presente que Jesús ante Pilatos proclamó que había “venido al mundo para dar testimonio de la verdad” y por esa verdad murió.
Aunque lo veo imposible, ojalá López Obrador entienda que martirio es el supremo testimonio de la verdad de un cristiano.
Los sacerdotes que el domingo elevaron sus voces desde los púlpitos de sus templos a su grey, ante el llamado de sus obispos, no son hombres de temores. Ellos ya experimentaron ese antes y después de fe que dio su ordenación sacerdotal.
Para los religiosos católicos, la Cuarta Transformación y todas las demás ideologías políticas son tan efímeras como un verano. No hay confusión, la verdad es siempre cierta y la mentira es siempre falsa.
Pero porqué el coraje de López Obrador con la Iglesia Católica. Es simple, él es evangélico y cualquier positiva referencia al Papa Francisco, la Virgen de Guadalupe o símbolo católico es y será falso. Odia a todo lo católico y eso es todo lo que debemos entender.
En el Evangelio según San Mateo (5,33) se lee: “Se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos” y pregunto, qué acaso López Obrador no juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen. Entonces, que no es exigible al presidente cumplir con la obligación del Estado y el gobierno mexicano de garantizarnos seguridad, perseguir al delincuente y llevarlo a juicio, o qué acaso, por el contrario, como él los sostiene, le está permitido cuidar a los delincuentes por sobre la gente violentada.
El Catecismo de la Iglesia Católica (2464) señala a la letra: “El octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. Este precepto moral deriva de la vocación del pueblo santo a ser testigo de su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral… “. No deja a interpretaciones.
El mismo documento señala (2467): El hombre busca naturalmente la verdad y está obligado a honrarla y atestiguarla. “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas […], se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo […]. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias”. Esto no lo hace López Obrador. Es un mal cristiano.
La mentira es la parte fundacional de la Cuarta Transformación y es la mayor profanación de la verdad. Al voltear al pasado para excusarse de sus incompetencias no hace otra cosa que acogerse a mecanismos de defensa y trampas mentales.
La Iglesia Católica tiene el deber ante Dios de denunciar la toda acción propia de los estados totalitarios como apunta a ser el gobierno de López Obrador y su Cuarta Transformación.
