OPINIÓN
La frontera de los 40 años: La nueva brecha de desigualdad laboral
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Hay un sector de la población en México que vive con miedo e incertidumbre, que se siente desprotegida, y cuyos días se han convertido en una moneda al aire, o bien, en un juego de ruleta rusa que reinicia cada 24 horas.
Y no, cuando hablo de miedo, incertidumbre e inseguridad, en esta ocasión no me refiero al producto de las malas políticas en materia de seguridad que han desatado olas de violencia en todo el país.
En esta ocasión me refiero a la incertidumbre por la que atraviesan miles de madres y padres de familia que salen a trabajar cada día para garantizar el sustento de sus hijos, pero que desafortunadamente saben que su trabajo pende de un hilo por un indeterminado número de factores que pueden o no pueden estar bajo su control.
Hablo también de la inseguridad y del miedo que viven muchos de esos padres y madres de familia que están totalmente conscientes de las dificultades que existen en el mercado laboral para encontrar una nueva fuente de ingresos que pueda proveer a su familia de lo indispensable para poder vivir.
Pero sin lugar a duda, lo más preocupante alrededor de estos sentimientos que embargan y atormentan a la clase trabajadora es que estos no se debe propiamente a su preparación o bien, a la falta de empleo, sino que se deben a que es cada vez más presente para ellos el hecho de que poco a poco su edad se convierte en un factor que a largo plazo, les puede impedir el poder desarrollar sus carreras profesionales o bien, ejercer sus respectivos oficios.
Para ponerlos en contexto, según cifras del INEGI, el desempleo en nuestro país afecta aproximadamente a 500 mil personas de 40 o más años de edad. Sin embargo se estima que esta cifra aumentará para el año 2050, cuando las personas de este rango de edad representen un mayor porcentaje de los mexicanos.
Ahora bien, aunque el INEGI también informó que en México cerca de un 40% de la población mayor de los 40 años se encuentra ocupada laboralmente, es importante destacar que ese porcentaje ha ido a la baja, especialmente durante la pandemia, cuando varios personas de este rango de edad perdieron sus empleos por una simple y sencilla razón: las dificultades que les representaron adaptarse al trabajo en linea a través de distintas plataformas.
Pero evidentemente, esto no solo se trata de analizar cifras y/o estadísticas, sino que también es necesaro remitirnos a las experiencias personales, ya que ellas nos demuestran el sufrimiento por el que está atravesando un sector de la población que pese a encontrarse en una edad altamente productiva para la economía, simplemente no han podido encontrar empleo debido al criterio con el que los empleadores valoran la edad de quienes postulan a un trabajo, así como las ‘’dificultades’’ que ésta puede traer para desarrollar un trabajo.
Tal es el caso de una contadora que en redes sociales habló sobre su experiencia en la empresa que laboraba de la cual fue despedida debido a que tuvo dificultades en el manejo de sistemas operativos, que aunque fueron diseñados para facilitar su trabajo, la falta de paciencia de sus empleadores y la falta de una orientación respecto al manejo de estos, fueron los factores que aceleraron su despido. Hasta la fecha, su edad le ha impedido ser contratada.
Sin lugar a duda, esta situación no solo refleja la ignorancia que rodea y contamina la cultura laboral en nuestro país o bien la discriminación que sufre un sector de la población, también refleja que la desigualdad social que reina en México, comienza a tomar nuevas formas.
De igual manera, evidencia que la desigualdad ciega y la insensibilidad nos hace olvidar que las carencias o dificultades de este grupo, algún día será la nuestra, o bien, como me decían a veces mis papás, como te viste, me vi, y como me veo, te verás.
La pirámide poblacional se invertirá y por esta razón, no basta con emprender acciones para enfrentar los prejuicios y los estigmas que algunos empleadores tienen respecto a ciertos grupos de la población como lo son las personas mayores o incluso las mujeres embarazadas, es necesario también emprender acciones legislativas que permitan garantizar un sistema de seguridad tanto social como laboral para las futuras generación.
En los últimos años, muchos países han puesto sobre la mesa de discusión el reto que implica atender los problemas referentes a la alta demanda de pensiones y de servicios de salud, de hecho, países como Francia han iniciado proyectos legislativos para reformar totalmente su sistema de pensiones de tal forma que éste sea solvente y pueda garantizar certeza y certidumbre a la fuerza de trabajo durante más años.
Ahora bien, aunque en México hubo cambios recientes en este tema, creo que es momento de voltear a ver el problema de desigualdad y de discriminación que sufre este sector de la población, ya que privarlos de empleos por el número de su edad, no solo afecta a las familias y a la clase media, sino que también, tendrá un impacto a largo plazo en nuestro sistema de pensiones ya que el mercado laboral está expulsando de la cadena laboral a personas con experiencia que pasan por su etapa más productiva.
En ese orden de ideas, resulta necesario que el Poder Legislativo comience a abanderar estos temas ya que estamos en el mejor momento para impulsar reformas que busquen disminuir la carga tributaria de los empleadores que contraten a personas pertenecientes a este grupo o bien, tomar las acciones necesarias para facilitar a este sector su reincorporación en la actividad económica o bien, mediante programas gubernamentales que faciliten el emprendimiento.
El envejecimiento y la innovación implican grandes desafíos, ya que tal y como lo ha señalado Yuval Noah Harari, el reto del mañana no será crear nuevos empleos, sino crear trabajos que los humanos puedan realizar mejor que los algoritmos.
No obstante, aunque esto representa un reto, no podemos perder de vista que esto también puede traer grandes oportunidades de desarrollo económico que podría permitir la generación de nuevos emprendimientos.
Recordemos que en un país como el nuestro, la discriminación laboral en razón de la edad no tiene cabida, sobre todo cuando la clase empresarial dominante está conformada por personajes como Carlos Slim de 82 años, Emilio Azcárraga de 54 años, y María Asunción Aramburuzabala de 59 años, que pese a su edad han sido puntas de lanza para nuestro desarrollo económico.
