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OPINIÓN

El sin sentido del ganso

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Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //

Los pueblos en el mundo acostumbran hacer mofa de sus gobernantes, y México se distingue por cómo lo hace. Por dar un ejemplo muy antiguo, a doña Carlota, esposa de Maximiliano de Habsburgo, se dijo que tenía narices de pelota. A Francisco I. Madero, por su baja estatura, inferior al 1.50 metros, la prensa le nombraba el Presidente Pingüica o el Enano del Tapanco. Por su parte, Lázaro Tata Cárdenas fue apodado Trompapendécuaro, en alusión a sus labios y su origen michoacano.

Alberto Nájar (BBC News Mundo, México), hablaba, en su artículo del 28 de enero de 2019, del sentido de hacerse ganso en México, como sinónimo de hacerse el pato o hacerse tonto, en relación al presidente Andrés Manuel López Obrador. Resulta que, al explicar su proyecto ferroviario para unir Coatzacoalcos con Salina Cruz a través del Istmo de Tehuantepec, AMLO aseguró que la obra estaría en 3 años y sonriendo dijo “me canso ganso” en señal de que nada lo detendría.

María Elena Álvarez-Buylla, titular del Conacyt reveló, ante senadores y diputados, que los más de 25 mil mdp de 91 fideicomisos extintos se destinaron a proyectos federales del Presidente López Obrador. Nada nuevo hay en ello; así han sido todos nuestros presidentes. Recuerdo cuando el presidente Luis Echeverría nos dijo: “la economía ahora se maneja desde Los Pinos”, dando por terminado el Desarrollo Estabilizador de varios sexenios en que la inflación fue controlada y la paridad del peso frente al dólar americano no nos alteró los nervios. Con Echeverría nos llegó una de las peores crisis económicas de todos los tiempos. Tales atrevimientos continuaron con José López Portillo con peores resultados económicos. Nunca, en ningún país, el manejo de la economía ha dado buen resultado desde la ignorancia, la estupidez y el abuso.

López Obrador se dice honesto y la gente lo cree. Vive austeramente… en un palacio virreinal, franqueado por vallas y custodiado por su guardia personal. Por su forma de vestir muchos dirán que es austero, aunque más bien es de mal gusto, corriente, vulgar y soez. Carlo Cipolla nos dice: “Una persona estúpida [con poder político, agrego] que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Andrés Manuel, el presidente, es austero -quizá- pero no así su familia y allegados. Dicen que entre los chairos hay vertebrados e invertebrados, los primeros tiene “hueso en el gobierno”, los segundos, no.

Las habilidades políticas de López Obrador son incuestionables. En la oposición nadie, hasta hoy, le iguala. Hay, sí, muchos que podrían reconstruir lo que hoy destruye el Ganso presidencial: Enrique De la Madrid es uno de ellos; Beatriz Paredes se ha sumado.

López Obrador es como cualquier reptil venenoso; se arrastra sin hacer el menor ruido hasta llegar a nosotros y herirnos de muerte. Ante sus artimañas, millones no logran darse cuenta de su veneno mortal y siguen idolatrándolo; los otros no alcanzamos a protegernos.

En la semana que terminó, López Obrador puso a Enrique Peña Nieto en el banquillo de los acusados penales, anunciando que la Fiscalía General de la República ha iniciado una carpeta de investigación en su contra por diversos delitos; detrás de ello se crea un distractor social ante los contenidos del libro Jared Kushner, de yerno de Donald Trump, donde se hace ver a López Obrador como un hombre débil de carácter, sumiso y entregado a los caprichos del ex presidente norteamericano.

Para contextualizar la posible estrategia del Peje: El presidente Enrique Peña Nieto, en un mensaje dirigido a todos los mexicanos y mexicanas, desde Los Pinos, el 5 de abril de 2018, habló de “primero, salvaguardar, ante todo, el interés nacional, nuestra soberanía y la dignidad de los mexicanos, y segundo, mantener una visión constructiva y abierta que nos permitirá superar diferencias, enfrentar retos comunes y alcanzar acuerdos”. Por lo dicho por el presidente Peña Nieto es que hoy el gobierno de López Obrador abre una carpeta que a nada le conducirá.

Enrique Peña Nieto, en aquella oportunidad habló de los desafíos en nuestras relaciones con EEUU, pero aclaró que “nunca se justificarán actitudes amenazantes o faltas de respeto entre nuestros países”: Hoy, López Obrador, pendenciero y muy de barrio, ante la posible controversia en materia de energía con EEUU y Canadá, pone a Chico Che y se burla, y surge la muy alta posibilidad de que México pague caras los envalentonamientos presidenciales irreflexivos de López Obrador con aranceles a nuestra exportaciones, generando desempleo. Veremos cuánto nos costarán esa vulgaridad.

Mi padre me dijo: Sé un caballero y aprende cuándo abrir la boca y, especialmente, cuándo solo escuchar. López Obrador habla porque tiene boca, aunque parezca que su lengua no conecta con su cerebro ni con su corazón ni menos con su alma.

López Obrador firmó los términos del tratado comercial vigente en materia energética. Ahora se desdice. Le recuerdo que a un caballero no se le lee entre líneas pues siempre mide lo que dice y siempre cumple lo que promete. Lo sabemos, aun en el barrio la palabra es ley y a esa ley no se le manda al cuerno.

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