MUNDO
La incertidumbre global económica: América Latina apuesta por gobiernos de izquierda
Economía Global, por Alberto Gómez-R. //
Las condiciones económicas tienen un gran peso en las decisiones político-electorales, especialmente en estos turbulentos e inquietantes tiempos de alta incertidumbre económica global, en los que no se vislumbra un futuro promisorio en el mediano plazo, sino todo lo contrario con una recesión mundial en ciernes.
Las naciones con marcadas desigualdades en la distribución de la riqueza están optando por romper con los ideales neoliberales exportados desde Estados Unidos, ya que sus pobladores finalmente se están dando cuenta que el actual sistema sólo abusa y se aprovecha de las masas para enriquecer a menos del 1 por ciento más rico; el ejemplo mundial es América Latina, cuyo mapa político se ha pintado casi totalmente de rojo, eligiendo gobernantes y partidos de izquierda, que si bien no es por sí mismo el remedio de todos los males, los votantes están dispuestos a apostar su confianza a gobiernos más cercanos al pueblo, que presentan propuestas progresistas y de igualdad social.
Las seis economías más grandes de América Latina son ahora de gobiernos de corte social-demócratas: Argentina, Colombia, Perú, Chile, Bolivia, México y el más reciente agregado a la lista, la más grande potencia económica emergente del continente: Brasil.
El triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva el pasado fin de semana en Brasil, pone fin al período del depredador y antidemocrático Jair Bolsonaro, que durante su administración como presidente causó un grave daño al país carioca y a su sociedad, pero afortunadamente, y a pesar de las artimañas, trampas, desvío de recursos, y manipulación mediática, el triunfo de Lula se concretó en la segunda vuelta electoral.
En Chile, un ex estudiante activista tatuado ganó la presidencia con la promesa de supervisar la transformación más profunda de la sociedad chilena en décadas, ampliando la red de seguridad social y transfiriendo la carga fiscal a los ricos.
En Perú, el hijo de granjeros pobres fue impulsado a la victoria con una promesa de dar prioridad a las familias en apuros, alimentar a los hambrientos y corregir las disparidades de larga data en el acceso a la atención médica y la educación.
En Bolivia, un catedrático experto en economía y finanzas, autor del Modelo Económico Social Comunitario Productivo que se aplica en Bolivia desde el año 2006 que sacó a miles de la pobreza extrema y elevó las condiciones de vida de los bolivianos, ganó en 2020 las elecciones en la primera vuelta electoral, luego de un golpe de estado orquestado desde el extranjero.
En Colombia, un exlegislador rebelde y veterano fue elegido el primer presidente izquierdista del país, y prometió defender los derechos de los colombianos indígenas, negros y pobres, mientras construía una economía que funcione para todos.
“Una nueva historia para Colombia, para América Latina, para el mundo”, dijo en su discurso de victoria, entre estruendosos aplausos. (nytimes.com)
En Argentina, Alberto Fernández se impuso en 2019 a derechista y conservador Mauricio Macri, que dejó un legado de más pobreza, desempleo y desigualdad.
Un estudio publicado por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda, en julio pasado, reveló que más de 50 variables económicas y sociales sufrieron un marcado deterioro durante el mandato macrista.
“Con el cambio de gestión de Gobierno, se modificaron los objetivos y las herramientas de política económica dejados por la administración de Cristina Fernández de Kirchner. De un modelo mercado-internista, basado en el consumo y la producción local, con fuerte regulación a los movimientos de capital y del comercio exterior se pasó a otro modelo económico cuyas principales medidas tendieron a desregular los mercados”, detalla la investigación.
En medio de la crisis económica, el Fondo Monetario Internacional (FMI) decidió «rescatar» la deuda argentina con un “plan de ayuda” valorado en 57.000 millones de dólares. El préstamo fue concedido a cambio de un severo programa de recortes financieros que terminó por generar grandes desigualdades.
Por ejemplo, en el informe antes mencionado, se detalla que la inflación interanual aumentó significativamente respecto a la tasa heredada en 2015, pasando del 26.9 por ciento al 55.8, para el tercer lugar mundial en puntaje inflacionario y el séptimo de las naciones con mayor caída económica en 2019.
El informe destaca un incremento del 35.9 por ciento de la deuda pública bruta y de un 64.8 en la deuda externa; el riesgo país se incrementó un 60.8 por ciento y las irregularidades en el crédito subieron en 2.8 puntos, respecto al período anterior a su mandato. Todo ello con una aceleración de la fuga de capitales promedio anual de un 184.7 por ciento.
Un punto aparte merece el desplome del valor del cambio dólar/peso, pues la compra de la divisa americana pasó de requerir 15 pesos argentinos a cerca de 60. (telesurtv.net)
La política monetaria expansiva –expansión cuantitativa- es procíclica, o sea que va en sentido del ciclo económico para acelerarlo, y se caracteriza principalmente por tratar de incrementar el tamaño de la oferta monetaria de un país, incrementando el flujo de efectivo para estimular la demanda agregada (la suma de los valores de los bienes y servicios demandados en la economía); esto generalmente lo hacen los bancos centrales comprando activos en los mercados financieros, utilizando para ello parte de sus reservas o bien, con préstamos solicitados a organismos financieros internacionales -como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), o el Banco Mundial (BM)- lo que significa endeudamiento.
El endeudamiento soberano implica no sólo altos costos financieros por concepto de los intereses, sino principalmente un alto costo social, ya que para otorgar dichos préstamos, los organismos financieros obligan a los gobiernos nacionales a aceptar una serie de condiciones que reducen su crecimiento y debilitan su soberanía; por ejemplo, los obligan a recortar el presupuesto en gasto social, educación, salud, en rubros que impactan directamente en el beneficio de la población, y lo hacen con la intención de imponer su propia agenda, privatizando servicios estatales para que empresas filiales a estos prestamistas internacionales puedan obtener jugosos contratos de largo plazo, o concesiones para la explotación de recursos estratégicos.
Los gobiernos de derecha y ultraderecha en América Latina –y otras partes del mundo- tienen fuertes lazos con poderosos grupos norteamericanos y europeos que poseen una vasta gama de empresas de todo tipo, desde constructoras, administradoras financieras, medios de comunicación, fabricantes de armas, minería, editoriales, universidades… en fin, un amplio espectro de fuentes de generación –extracción- de riqueza y de presión política. Estos grupos de poder bajo la sombra, son quienes promueven políticamente a los actores y partidos políticos que son afines a ellos, o que están bajo su nómina.
En América Latina, el legado de los gobiernos derechistas ha sido un descomunal incremento de la pobreza y las desigualdades, violencia –incluidos numerosos golpes de estado- corrupción, erosión de la soberanía así como de su cultura y costumbres, guerras civiles, narcotráfico, y toda clase de delitos de alto impacto.
Sin embargo, parece que ha surgido un nuevo despertar de los latinoamericanos, y se han dado cuenta que las políticas económicas neoliberales de derecha sólo han hecho retroceder los niveles de vida y aumentado la pobreza y las desigualdades sociales en la región.
Es por ello que ahora se ve un mapa político que se viste de rojo, de izquierda, de ideales social-demócratas que, si logran concretarse a pesar de la resistencia y fortaleza de sus enemigos, puede convertirse América Latina en uno de los más fuertes e importantes bloques geopolíticos y económicos del mundo.
La moneda está en el aire.
