CULTURA
Con la doble moral: ¿A qué está jugando la FIFA?
																								
												
												
											A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Los minutos siguen corriendo, los partidos siguen avanzando, los goles se siguen anotando, los puntos se siguen sumando y las controversias al rededor de este mundial siguen ocurriendo, y en esta ocasión, involucran a nuestro país, y aunque parezca difícil de creer, no tiene nada que ver el consumo de alcohol.
Un partido del mundial fue suficiente para que los aficionados mexicanos estuvieran bajo el ojo del huracán, o más bien, el ojo todo poderoso de la FIFA, organismo que ahora no solo organiza eventos deportivos, sino que también tiene la capacidad de decidir qué es moral y qué es inmoral.
Tras el juego que enfrentó a nuestro país contra Polonia, o más bien, que enfrentó a Memo Ochoa y a Lewandowski (porque los otros 10 jugadores no aparecieron) la FIFA anunció que sancionaría a México por gritos discriminatorios contra el árbitro ya que los aficionados mexicanos en un momento del partido gritaron al silbante “culero”.
Ahora si que como diría Francisco de Quevedo, vaya caballero es Don Dinero. Hoy por hoy, es el causante de una de las cegueras más grandes que haya atestiguado la humanidad.
Sin lugar a dudas, de concretarse esta sanción, la FIFA, o más bien, Gianni Infantino, no solo estaría alcanzando nuevos niveles de incongruencia, de doble moral y de progresismo exagerado e irracional, sino que también, estaría exhibiendo su pobre conocimiento sobre los efectos sociales del fútbol como válvula de escape.
En lo que respecta a la doble moral y a la incongruencia, resulta bastante peculiar notar que para la FIFA gritar “culero” en un estadio, resulta más grave, ofensivo y discriminatorio que organizar un mundial en una nación abiertamente homofóbica y en contra de las libertades y de todo aquello que consideramos valioso e intrínseco a la dignidad humana en occidente.
Al parecer la congruencia de Infantino tiene un precio y hoy está dispuesto a lo que sea por defender la “reputación” de sus socios petroleros.
Aunado a esto, es de resaltar que la gestión de Gianni Infantino ha sido caracterizada por su afán de buscar moralizar el ambiente en los estadios, bueno, solo en los estadios que no son de sus socios; primero, con la erradicación del grito que durante muchas décadas caracterizó a los aficionados mexicanos cuando el portero rival despejaba un balón, y que por cierto, nació en el Estadio Jalisco durante un juego del Atlas, y ahora, con la erradicación de cualquier grito o conducta discriminatoria que vaya en contra de la dignidad. Vaya personaje es Infantino.
Sin embargo, la cabeza de la FIFA simplemente no puede ser tomada en serio, ya que mientras organiza una cacería de brujas contra los aficionados mexicanos, y mientras aboga por la 0 discriminación en los estadios, los aficionados en Turquía continúan arrojando cáscaras de plátano a los jugadores de color y las mujeres en México y otros países continúan percibiendo un salario significativamente menor al que perciben los hombres y dependen exclusivamente de los ingresos de publicidad (a los que no todas pueden acceder) para poder tener un ingreso redituable.
No obstante lo anterior, no podemos quitar el dedo del renglón en que, tal y como lo mencioné anteriormente, el actual presidente de la FIFA simplemente no comprende la importancia social que tiene el fútbol como válvula de escape, y es que en palabras de Konrad Lorenz, la conducta humana necesita desfogar su belicosidad por alguna vía, a fin de no hacerlo a través de guerras o ataques físicos, y el fútbol es justamente la herramienta que permite a algunas personas hacer catarsis durante 90 minutos, y por esta razón, censurar el fútbol o moralizarlo, cerraría esa válvula de escape.
Pero esto no termina aquí, ya que para continuar cavando el pozo en el que se está enterrando, hace unas semanas, en respuesta a las críticas por realizar el mundial en Qatar, Infantino declaró ante la prensa que Europa debería de pedir perdón por los últimos 3 mil años, antes que dar lecciones morales.
Y probablemente en su dicho hay algo de cierto, la historia de occidente está manchada por la atrocidad, pero por suerte las persecuciones en razón de género, religión, color de piel o preferencia sexual en occidente ya son parte del pasado y ahora solo se reducen a algunos casos protagonizados por personajes que ya no representan el pensar y actuar de toda una generación, mientras que en Qatar, las violaciones a derechos humanos, los atentados contra la dignidad y las persecuciones por razón de género y de preferencias sexuales son el común denominador que caracteriza a su pasado, a su presente y que probablemente, caracterizará su futuro.
La FIFA es un negocio, y ciertamente no tiene nada de malo, está organización promueve eventos deportivos, no políticas públicas, y ciertamente cada mundial ha significado un gran negocio, lo fue Rusia, lo fue Brasil, lo fue Sudáfrica, lo fue Alemania y lo será en el 2026, y siendo realistas, esto jamás será en detrimento del deporte, al contrario, este negocio, bien encausado será un motor de desarrollo, basta ver el crecimiento y desarrollo que el fútbol ha tenido en regiones como Estados Unidos, Korea del Sur y Japón.
Lo que si será en detrimento del deporte y de los aficionados, es que el negocio y los intereses económicos, se sigan intentando disfrazar con la bandera de la moralidad y el progresismo, ya que esto exhibe a los directivos de la FIFA quienes en la práctica son selectivos respecto a que nación o a qué liga aplican su regla de la moralidad y las buenas costumbres.
