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JALISCO

Conservar la unidad es fundamental: ¿En verdad gana MC con cualquier candidato?

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Opinión, por Luis Cisneros Quirarte //

La más reciente encuesta de Mural rumbo a las elecciones de gobernador en 2024 fue muy comentada en los círculos políticos. Llamó mucho la atención por la seriedad que caracteriza a ese medio, y porque hasta entonces algunas encuestas telefónicas y por internet que se habían publicado reflejaban que Morena derrotaría a MC, a menos que este partido postule a Pablo Lemus.

Por eso el resultado del estudio de Mural fue celebrado sobre todo por quienes hasta entonces habían sido muy poco favorecidos por los sondeos previos, ya que hacía suponer que cualquiera de los posibles candidatos de MC ganaría sin problemas a Morena. De hecho, tal fue el encabezado que el diario le dio a la nota: “Lidera MC en Jalisco con cualquiera de sus aspirantes”.

En efecto, MC tiene un posicionamiento muy sólido sostenido sobre la aprobación a sus gobiernos, entre los que los ciudadanos encuestados resaltan la gestión del gobernador Enrique Alfaro, a la que se le reconoce el programa de útiles escolares, la conclusión de la Línea 3 del Tren Ligero y la construcción del Macro Periférico.

Luego entonces, se argumentó que, si cualquier emecista gana, no es necesario postular al mejor posicionado en las encuestas -es decir, Pablo Lemus-, ya que con la pura marca MC gana. ¿Es esto verdad?

La propia investigación de Mural cuenta una historia distinta. MC tendría como partido 45 puntos de preferencia frente a 28 de Morena, una diferencia de 17 unidades. Hasta allí todo bien. Sin embargo, cuando se le pone nombre y apellido a los candidatos, todo cambia.

Primera observación: el único candidato que le suma votos a la preferencia de MC se llama Pablo Lemus. En un escenario de competencia contra Carlos Lomelí de Morena, el emecista ganaría con 54 puntos (9 más de los que por sí solo registra el partido) contra 28. Una diferencia de 26 puntos.

En ese mismo supuesto, otro de los personajes medidos por la encuesta, en este caso el secretario Alberto Esquer, tendría 40 puntos. Es decir, 4 puntos menos de los que obtiene por sí mismo MC. Y Carlos Lomelí alcanzaría 37 puntos, lo que dado el margen de error estadístico de la muestra señalado en 3,2 por ciento, nos habla en los hechos de un empate técnico.

Y en otro escenario, donde se considera la posible candidatura tanto de Ricardo Villanueva (28 puntos) como de Pedro Kumamoto (15 puntos), esto es, con dos adversarios fuertes lo que dividiría el voto opositor a MC, el secretario Esquer tendría 39 puntos, o sea, una ventaja de 11 puntos sobre su potencial adversario más cercano, a diferencia de los 50 puntos que aún tendría Lemus como candidato emecista, y una ventaja de ¡29 puntos! sobre el rector Villanueva. Para ponerlo en perspectiva, en el anterior proceso electoral Enrique Alfaro le ganó por 14 puntos a Carlos Lomelí.

En conclusión, uno de los candidatos le quita entre 5 y 6 puntos a la marca MC, mientras que Lemus le suma a esa misma marca de 5 a 9 puntos. Si tomamos en cuenta que en la pasada elección de gobernador se emitieron en Jalisco casi 3 millones y medio de votos, lo anterior significa que estamos hablando de una diferencia de entre 350 mil y 525 mil votos, solamente entre un candidato y otro de MC. ¿Verdad que no es lo mismo?

Hay además otro escenario que la encuesta no refleja. Se trata de lo que ocurriría si no hubiera reglas claras y consensuadas, y bajo la premisa de que “cualquiera gana”, se impusiera una designación que provocara rupturas en el partido. No solamente en el supuesto de que el candidato mejor posicionado para competir no fuera favorecido con la postulación a nivel gobierno del Estado, sino también en las distintas esferas de competencia interna en MC.

Sin duda, Pablo Lemus necesita al partido; y el partido necesita a Pablo Lemus, como también necesita a Alberto Esquer, Clemente Castañeda, Salvador Zamora y Verónica Delgadillo.

El reto del liderazgo emecista será encontrar una fórmula que pondere adecuadamente las preferencias ciudadanas y los equilibrios internos, respetando y reconociendo el posicionamiento alcanzado por cada uno de sus actores políticos, y propiciando la unidad como condición previa para que lo que hoy es un augurio en las encuestas, en 2024 se convierta en la realidad de las urnas. Esa es la primera batalla a ganar.

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