JALISCO
Ser y sentirse tapatío
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
En el mundo hay 19 lugares -pueblos, ciudades, rancherías- con el nombre de Guadalajara, incluso en Filipinas en la ciudad de Cebú hay una calle llamada Guadalajara. La primer ciudad con este nombre fue fundada alrededor del siglo VIII en España, lo hicieron los árabes, de ahí que su nombre tenga origen en vocablos de ese idioma y significa río que corre entre piedras.
A los oriundos de las diferentes Guadalajaras se les llama de distintas maneras: Guadalajareños, caracenses, guadalajarenses, etc. Sin embargo, el gentilicio más representativo y el que causa más orgullo sin duda es el nuestro: “Tapatío” que significa que vale por tres.
Ser tapatío representa muchas cosas, nuestra ciudad fue fundada hace 481 años en el lugar que ahora ocupa, anteriormente tuvo tres ubicaciones y finalmente, se asentó en este sitio gracias al arrojo de Doña Beatriz Hernández; seguramente, la mayoría de los que vivimos en esta ciudad no le damos el lugar que se merece a la mujer a quien debemos el asentamiento definitivo de nuestra ciudad.
La Villa de Guadalajara fue fundada por 63 familias, tomaron el nombre de la ciudad de origen del conquistador Nuño de Guzmán, siendo el primer alcalde Miguel de Ibarra; así comenzó la historia de una metrópoli que actualmente cuenta con más de 5 millones de habitantes y que la convierte en la segunda urbe más poblada del país.
De nuestra ciudad se pueden decir muchas cosas: es la cuna de la mexicanidad, en sus alrededores nacieron las culturas del mariachi, la charrería y el tequila, probablemente esto sea lo más representativo de México en el extranjero. Hasta hace algunos años, el orden arquitectónico de la ciudad, los rosales que adornaban la mayoría de los jardines de la capital, su kiosco, el olor a tierra mojada, su seguridad, la amabilidad de su gente, entre muchas otras cosas hacían de este, un sitio ideal para vivir.
Hoy, Guadalajara ha cambiado abruptamente. El habitante un millón de esta ciudad nació apenas el 8 de junio de 1964, tan solo 59 años después el número de habitantes se ha multiplicado por cinco; el crecimiento poblacional en muchos casos rebasó la visión de aquellos que gobernaron la ciudad. Se construyeron asentamientos sin orden, la ciudad creció para todos lados sin pensar en vialidades, líneas de drenaje, medios de transporte, etc.
Y muchos de los que administraron el patrimonio de la ciudad, cambiaron los espacios verdes por edificaciones que quitaron espacio público a sus habitantes.
La Guadalajara contemporánea enfrenta sus propios problemas que son bastantes, en este municipio habitan menos de millón y medio de personas, pero en él, trabajamos, estudiamos o convivimos más de tres millones y medio de personas diariamente; a pesar del crecimiento de la zona metropolitana, la capital del estado se deshabitó paulatinamente, algunas causas fueron los costos de vida, la inseguridad, el cambio en la conformación de las familias, etc. En los últimos 30 años más de 260 mil tapatíos han optado por retirarse a vivir a otros municipios.
Todo esto representa un problema grave, pues los espacios vacíos generan inseguridad, la gentrificación provoca que la tradición de los barrios y su tejido social se rompa, la lejanía entre los desarrollos habitacionales y los centros de trabajo provoca el deterioro de la calidad de vida, pues no existen medios de transporte eficientes, al caer la calidad de vida y perderse el tejido social aumenta la inseguridad… hay muchos temas por resolver en esta ciudad.
No se puede reparar lo que no se quiere y no se puede querer lo que se desconoce, por eso resulta imprescindible que los que vivimos aquí y, sobre todo, los que gobiernan, conozcan las raíces, las tradiciones y los problemas de la ciudad, que tengan arraigo, que la quieran y que tengan la preparación suficiente para entender, atender y resolver las problemáticas que presenta la perla tapatía.
Festejemos a Guadalajara, celebremos su aniversario, pero, también conozcámosla y cuidémosla, ese es el mejor homenaje que podemos hacer por la ciudad que queremos.

Paty
13 de febrero de 2023 at 10:12 PM
Importante recordar que el tejido social es el sustento de la comunidad y la tradición.
Sin él cualquier esfuerzo por embellecer una parte de nuestra querida ciudad será vano e insuficiente.