NACIONALES
EEUU podría meter las manos en 2024
																								
												
												
											De primera mano, por Francisco Ruiz Quirrín //
Hasta ahora López Obrador ha accedido amablemente a las exigencias del gobierno de los Estados Unidos, con diligencia.
Desde Donald Trump hasta Joe Biden, aceptó instalar un cerco humano para evitar la migración centroamericana a territorio “gringo” y, más recientemente, descartó de su agenda la reforma eléctrica y dispuso que a través de la generación de energía solar en Sonora, se cumpliera con el compromiso exigido en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte para fomentar las energías limpias.
Hace unos cuantos días, luego de que el Senado terminara de aprobar el llamado “Plan B” para debilitar al árbitro electoral, es decir, al Instituto Nacional Electoral (INE), el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar, entregó un informe completo al Presidente Joe Biden ante la “seria amenaza” que significa para los Estados Unidos, una actitud autoritaria del Presidente López Obrador, quien además, ya había “insultado” al gobierno estadounidense, condecorando al dictador cubano, Miguel Díaz-Canell.
La pregunta que quizá no tenga aún en su escritorio el Presidente de México, es la siguiente:¿Estará consciente de que Estados Unidos puede influir en la sucesión presidencial del año 2024, incluido la selección del candidato triunfador?
Usted me dirá que me quedé varado en el pasado, pero no es así. Ya le mostraba renglones antes que AMLO ha accedido a las exigencias del poderoso vecino del norte. En el inicio de esta semana, el Departamento de Estado de los Estados Unidos envió una declaración, reconociendo las manifestaciones en defensa del INE y subrayando el concepto de Democracia sustentado en un árbitro electoral fuerte y sin limitaciones financieras.
El Presidente respondió con fiereza: “No se les ha quitado la costumbre desde hace siglos, de meterse en los asuntos internos de otras naciones. Me permito decirle al señor Blinken (Antonio, el secretario de Estado de los EU) que hay más Democracia en México que en los Estados Unidos”.
Buena defensa, sin duda, de la dignidad mexicana, aunque López Obrador se muerda la lengua, porque él se ha metido en los asuntos internos del Perú. Eso está a la vista de todo el mundo.
Pero se quiera o no se quiera admitir, el gobierno de Estados Unidos siempre ha metido sus manos en la política mexicana. Quisiera uno asegurar que la respuesta mexicana a esta específica intervención histórica extranjera, no encontraría eco en la actitud de nuestro Presidente. Pero no es así. Ni fue con Lázaro Cárdenas, ni fue con Luis Echeverría.
Difícilmente el Presidente Biden y el Congreso estadounidense van a tolerar como su vecino a un aliado de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y de su enemigo de enemigos, la Rusia de Vladimir Putin.
LOS ASPIRACIONISTAS
El Presidente no es ningún ingenuo. Sabe perfectamente que ha sido la clase media, “los aspiracionistas”, los que han cambiado el rumbo de la nación en los últimos veinticinco años.
De ahí su gran temor a las movilizaciones que han sacudido al país el pasado 13 de noviembre y la de este domingo, 26 de febrero, mucho más impresionante que la primera.
López Obrador sabe que el número de asistentes, sólo en el zócalo y alrededores, rebasó el medio millón. Para abarrotar la plaza de la Constitución se requieren 220 mil almas. Y vaya que la desbordaron.
Ahora sí que abarrotaron al zócalo por la “revolución de las consciencias”.
Seguramente en palacio nacional sumaron los asistentes de las manifestaciones en cien ciudades a lo largo y ancho de la república. El total sí supera los dos millones de personas.
Si le restara importancia a estos movimientos, el Presidente no hubiera armado una campaña de desprestigio en contra de los asistentes.
No sólo en redes sociales, los voceros de MORENA se encargaron de acusar que el grito durante esas marchas sería “A García Luna no se toca”. Y se atrevieron a colocar una enorme lona con esa frase en el edificio del ayuntamiento, la que fue arrancada por la multitud.
Fue el mismo López Obrador, quien desde su púlpito en palacio nacional acusó a los marchantes de hipócritas, corruptos, ladrones de carteras “por tanto delincuente de cuello blanco, reunido” e interpretó el grito de “El INE no se toca”, acusando que en realidad, el grito era en el sentido de que “la corrupción no se toca”, “los privilegios no se tocan”, el “narcoEstado no se toca”.
Por ello, también, acusó al principal orador el domingo, el ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia, José Ramón Cossío. Lo calificó de “corruptazo”.
AMLO está muy consciente del éxito obtenido por sus opositores en estas manifestaciones, porque más de dos millones de ciudadanos en las calles, sin pagarles un centavo, sin acarreos de ningún tipo y sin protagonismos partidistas, exigiendo Democracia y gritando expresiones en contra de la actitud autoritaria que surge de palacio nacional, en verdad tiene un efecto multiplicador.
