NACIONALES
¿Cambio positivo o negativo? Congreso reduce edad mínima para ocupar cargos públicos
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Recuerdo que hace algunos años, en una de las pláticas que he tenido el gusto de sostener con mi amigo y mentor, Eugenio Ruíz Orozco, hablamos un poco acerca de las causas que se abanderan políticamente y sus respectivos problemas, y evidentemente, al yo ser un estudiante que iniciaba su carrera universitaria, era inevitable tocar el tema referente a la juventud.
Al respecto, el licenciado Eugenio muy puntualmente me invitó a reflexionar que el tema de la juventud como bandera política debe de llevarse con mucha prudencia, pero también, con mucha inteligencia, ya que todos, nos guste o no, dejamos de ser jóvenes.
Y como suele ser costumbre en nuestras platicas, él tenía razón. La prudencia y la inteligencia son tan fundamentales para este tema político como para muchos otros, ya que un tema de esta naturaleza se debe de abanderar de tal forma que no caigamos en el absurdo de convertirnos en esos personajes de 30-35 años que, con 2 divorcios y 3 pensiones alimenticias, siguen abanderando temas de juventud con tal de entrar como regidor o candidato a diputado gracias a las cuotas de jóvenes de algún partido político.
Saco esto a colación debido a la nota que emocionó a todos los partidos políticos que sacaron a las redes sociales a sus más ‘’jóvenes’’ perfiles a presumir el triunfo logrado en la Cámara de Diputados en donde se modificó la Constitución para reducir la edad necesaria para ocupar un cargo público, todo esto a través de un proyecto que reforma los artículos 55 y 91 de la Constitución Política y que establece que para ser diputado se requiere tener 18 años, mientras que para ser secretario de Estado, solo se requiere tener 25 años.
Al respecto, durante la discusión en el Pleno y en defensa del dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales, la diputada Andrea Chávez de Morena manifestó que no era posible que, de los 500 diputados de la Cámara, no haya ni diez con menos de 30 años.
Dicho lo anterior, quiero precisar que, en primera instancia, coincido totalmente con la diputada de Morena, es inaceptable que la representación política de los jóvenes sea casi inexistente.
Sin embargo, no puedo dejar de mencionar que esta es una política pública que debemos analizar con cuidado o bien, estudiar con mucha puntualidad, ya que, aunque a simple vista busca anunciarse como una medida para acabar con el déficit en la participación política de los jóvenes, la realidad es que en el fondo podría no ser ninguna solución, de hecho, si leemos entre líneas, la propia diputada en su discurso refleja inconscientemente que la edad no es el problema.
Veamos, en primer lugar, la diputada Andrea Chávez señala correctamente que es preocupante que de 500 diputados haya tan pocos menores de 30 años.
En ese tenor, si tomamos en cuenta que la ley contemplaba los 21 años como edad mínima para participar y añadimos que, según la diputada, en la Cámara no hay diputados jóvenes que cumplan con este criterio de edad, valdría la pena que reflexionemos las siguientes preguntas:
Si teniendo 21 años como edad mínima para participar, la Cámara de Diputados no tiene ni 10 diputados menores de 30 años ¿por qué esto debería de cambiar estableciendo como 18 años la edad mínima? ¿En serio el déficit de participación política de los jóvenes se reduce a una simple brecha de 3 años?
En consecuencia, de lo anterior, vale la pena rescatar otro de los posicionamientos de la diputada de Morena respecto a esta reforma, ya que tal y como diría Chespirito, sin querer queriendo, la propia diputada deja entre ver, cuál es el verdadero problema y cuál es el fenómeno causante de que en el Congreso haya tan pocos diputados con menos de 30 años.
«El mejor representante popular es el que más se parece a sus representados. No se modifica el proceso de selección de candidaturas de los partidos…»
Tras esta noticia, se ha despertado mucho debate en redes sociales entre quienes están a favor, y quienes están en contra, ya que muchos aseguran que a los 18 años nadie está preparado para ser diputado y a los 25 tampoco están listos para ser secretarios de Estado, por esta razón, muchos se han preguntado: ¿es esto un triunfo para las juventudes?
Si bien es cierto que este es un cambio histórico en materia político-electoral y de juventudes, no menos cierto es que también es un tema con muchos matices, pero estos matices no son propiamente de producto de un debate acerca de las capacidades o de la experiencia e inexperiencia de una persona de 18 años y/o de 25 años para ocupar cargos de elección popular y/o cargos públicos según sea el caso.
Si este tema tiene muchos matices, no se debe per se a los jóvenes objeto de la reforma, sino a los partidos políticos, a sus estatutos tan tramposos y a los procesos de selección de candidaturas de estos.
En esa tesitura, en lugar de preguntarnos si esto es un triunfo para las juventudes, más bien deberíamos preguntarnos: ¿de qué sirve que un joven de 18 años tenga la capacidad legal y constitucional para ser votado, si la mayoría de las plataformas políticas están secuestradas por dinosaurios que no solo carecen de voluntad para impulsar un relevo generacional, sino que también cada 3 años, aprovechan la brecha de edad en los estatutos para definir hasta que edad es un joven?
Debido a esta interrogante es que no podemos dejar pasar desapercibido que si buscamos impulsar la participación política de los jóvenes no basta con reducir la edad mínima para ser candidato, ya que, en las condiciones actuales, la edad mínima podría ser de 16 años y las cifras que tanto preocupan a la diputada Andrea Chávez muy difícilmente van a cambiar.
No es la edad mínima lo que necesita reformarse, son los partidos políticos los que deben reformar sus prácticas, sus procesos y sus estatutos, ya que, aunque que a partir de esta reforma la edad mínima será de 18 años, la edad máxima para ser considerado en las cuotas de jóvenes de los partidos seguirá sujeta al criterio de una cúpula partidista.
Así que, siendo crudos, pero honestos, puntualicemos dos ideas:
La primera, al margen de este gran ‘’triunfo’’ de los diputados y de las juventudes, prepárense, porque muy probablemente en la próxima legislatura, la diferencia entre los representantes menores de 30 en relación con los mayores de 30 seguirá siendo abismal, y esto será así en tanto no haya un verdadero cambio dentro de los partidos políticos.
Y la segunda, el principal obstáculo de un joven no es la edad, es una institución política secuestrada por personajes que se rehúsan a dejar ir el pasado.
En conclusión, podríamos decir, en términos futbolísticos, que la juventud ganó el partido de ida en casa 2-1, pero el visitante se llevó a su casa para la vuelta el gol de visita.
