NACIONALES
Aquel 5 de mayo
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
“Las armas nacionales se han cubierto de gloria.” Ignacio Zaragoza en el telegrama dirigido a Benito Juárez el 5 de mayo de 1862. En días pasados, conmemoramos un año más de la famosa batalla de Puebla, ese acontecimiento que llena de orgullo a los mexicanos, que los franceses conocen poco y que los gringos toman como nuestra independencia.
Al igual que cualquier historia, el recuerdo de aquella fecha se conforma en la memoria colectiva con una base real y muchos mitos alrededor de ella.
Antes de entrar de lleno a rememorar lo que sucedió aquel 5 de mayo, veamos los antecedentes y pensemos en los paralelismos con el México actual. Entre 1858 y 1861, siendo presidente Benito Juárez, se libró la guerra de reforma. En aquel entonces la nación estaba dividida en dos grandes grupos: liberales y conservadores; ambos luchaban por imponer su ideología. Los liberales apoyaban un sistema de gobierno que recayera en tres poderes y los conservadores optaban un gobierno con sistemas similares a los del colonialismo, ellos contaban con el apoyo de la iglesia católica.
La división fue tal que, por un tiempo, ambos grupos gobernaron paralelamente; la sede del gobierno conservador se ubicaba en la Ciudad de México, mientras que los liberales se instalaron en Veracruz. Derivado de esta guerra, México entró en crisis, el conflicto costó muchas vidas y el país cayó en quiebra. La guerra terminó con la derrota de los conservadores en la Batalla de Calpulalpan y con Benito Juárez instalando su administración en la Ciudad de México en el año de 1861. Un país polarizado atravesando una crisis económica ¿Les suena?
La falta de capital llevó al presidente Juárez a cancelar el pago de la deuda externa del país y solicitó un plazo de dos años para ponerse a mano con los adeudos que tenía con España, Inglaterra y Francia. Ante este panorama, los países europeos decidieron unirse para enviar tropas a México y exigir su pago a la fuerza. Mediante los Tratados de La Soledad, México se comprometió a realizar los pagos pendientes y España e Inglaterra retiraron sus tropas. Francia rompió el acuerdo y el 5 de mayo de 1862 empezó una invasión armada a las afueras de Puebla.
El ejército mexicano estaba liderado por el general Ignacio Zaragoza y contaba con solo 5.000 hombres, entre ellos indígenas y voluntarios con poco o nulo entrenamiento militar, por su parte, las tropas francesas, los superaban en número, experiencia y armamento.
A pesar de que todo apuntaba a que las tropas francesas iban a triunfar, el ejército mexicano se impuso, sin embargo, dicha victoria solo sirvió para retrasar a los franceses, pues un año después entrando por Tabasco, los franceses tomaron la capital mexicana, de esta manera, Maximiliano se consagró como Emperador de 1864 a 1867.
Al final, la Batalla de Puebla fue importante porquée despertó sentimientos de patriotismo en los mexicanos. Al terminar la ocupación francesa, Juárez se reeligió y conservó el poder hasta 1872, año en el que falleció.
Unos cuantos párrafos son insuficientes para contextualizar todas las problemáticas y la situación social que vivía el México del sigo XIX, sin embargo, es importante notar que cuando el país se encuentra polarizado es prácticamente imposible llegar a acuerdos, que al faltar consensos, México se vuelve vulnerable ante conflictos internos y externos, que cuando hay crisis económicas se necesitan a todos los grupos para salir adelante, que un gobierno polarizado poner en riesgo el patrimonio y seguridad de los mexicanos, y que cuando todos los factores anteriores se juntan, los gobiernos intentan perpetuarse.
Hoy México enfrenta sus propios conflictos internos y externos, se encuentra muy polarizado e intenta salir de la crisis social y económica derivada de la pandemia. Aunque el panorama no es igual, hay tintes que nos recuerdan aquella etapa de la historia nacional.
Frente a esto, vale la pena recordar que ante la división política deben primar los acuerdos y la serenidad, que ante la crisis económica y social debe prevalecer la sensatez sobre la ideología, que la polarización se combate con tolerancia y empatía y que ante la proliferación de mitos se debe construir una realidad que sea benéfica para todos.
