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OPINIÓN

Fanatismo en un mundo hipersensible

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez

«Un hombre con un reloj siempre sabe la hora que es; un hombre con dos relojes nunca está seguro», eso dice la ley de Segal. Generalmente, si una persona tiene poca información tiende a estar segura de sus opiniones o creencias, si cuenta con información variada y de distintas fuentes se llena de incertidumbre.

Viví mi infancia en los años 90 y el mundo era diametralmente distinto al actual, el acceso a internet era prácticamente nulo, eran pocos los adultos que contaban con celulares y estos eran un lujo que los niños no teníamos. La vida era más simple, nos entreteníamos con juguetes que en general no eran complicados ni muy caros, en la calle conocíamos al vecino, socializábamos.

Los periódicos permitían enterarse de las noticias acontecidas un día después de que sucedieran, para tener acceso a información reciente o en tiempo real había que estar pegados a la radio o esperar el noticiero de las ocho de la noche.

La primera noticia “viral” que impactó nuestra rutina llegó hasta la siguiente década, corría septiembre de 2001 cuando se interrumpieron las clases, recuerdo que llevaron una televisión al salón para ver los noticieros. Unos terroristas habían tomado aviones y los habían estrellado en las torres gemelas. Estados Unidos estaba bajo ataque y era grave, podía estallar una guerra mundial, un acontecimiento global nos cambiaba todo, la gente estaba asustada y ese día se suspendieron las clases.

El mundo siguió cambiando. Poco a poco los celulares se volvieron un aparato de uso regular para la gran mayoría, una enciclopedia llamada encarta contenida en un disco resolvía muchas dudas escolares, aprendíamos de muchos temas al mismo tiempo, pero con poca profundidad; este fenómeno se replicó con la popularización de Wikipedia, enciclopedia virtual que contenía todo tipo de información, parecía sacada de ciencia ficción. Encarta decayó poco a poco y sacó su última edición en 2009.

Por su parte las redes sociales actuales comenzaban su apogeo, Facebook nació en 2004 y Twitter en 2006, su crecimiento fue tal que resultaron claves para la elección de Obama en noviembre de 2008. Su campaña “Yes, we can.” comenzada en 2007, sigue siendo objeto de estudio para los estrategas políticos, pues fue la primera a nivel mundial que priorizó a las redes sociales sobre los medios de comunicación tradicionales.

A partir de este fenómeno, las cúpulas de poder entendieron el alcance de las redes sociales, comprendieron que la vida había cambiado, que la realidad no solo se comunicaba en internet, también tomaba forma y cambiaba según las tendencias viralizadas de las búsquedas que hacían las personas desde sus ordenadores o celulares.

Las personas entendieron que todo tipo de conocimiento estaba al alcance de un click, información veraz, a medias, teorías de conspiración, ideas ridículas y una larga lista de etcéteras. Todo tenía cabida en redes y toda idea contaba con su segmento de seguidores. Se crearon algoritmos de búsquedas y fue entonces que la percepción y las creencias se posicionaron por encima de la realidad, de la ciencia, de lo comprobable. Se crearon fanáticos.

Actualmente, de manera cada vez más regular, los fanáticos marcan la agenda de las redes sociales. Los fanáticos no están dispuestos a cambiar de opinión y no cambian el tema; defienden a su equipo de futbol, su personaje político, sus creencias religiosas o su ideología por encima de cualquier evidencia. En su pensamiento la verdad no existe, solo importa defender en lo que creen sin debatir. En algunos temas muchos nos volvemos fanáticos y es por esto que la sociedad se polariza.

El mundo hiperestimulado llevó a crear un mundo hipersensible, el algoritmo recomienda solo temas de nuestro agrado o ideología, por lo que nos metemos en una burbuja mediática que solo permite ver lo que deseamos ver; en el mar de la información creamos islas construidas con sesgos cognitivos.

El fanatismo divide, polariza, impide crecer. No seamos fanáticos, aprovechemos las redes sociales y el alcance de internet para construir una mejor sociedad. Aspiremos a un conocimiento global, profundo e incluyente.

La sociedad es plural, el bienestar general está por encima de cualquier ideología. Que no haya hipersensibilidad para que no haya muchos lastimados.

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