NACIONALES
El PRI de Alito Moreno: ¿El último clavo del ataúd?
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Yuval Noah Harari señala que solamente cuando abandonemos todos los relatos ficticios, estaremos en condiciones de observar la realidad con mucha más claridad que antes, y solo así sabremos realmente la verdad sobre nosotros y sobre el mundo.
Aunado a esto, el escritor israelí también señala que en a la hora de tomar las decisiones más importantes en la historia de la vida, él personalmente confiaría más en quienes admitan su ignorancia y sus errores, que en aquellos que proclamen su infalibilidad.
Lo anterior lo ejemplifica planteando que, si alguien quiere que su religión, su ideología, su partido político y/o candidato, o su visión de la vida guíen el mundo, la primera pregunta que le haría sería: «¿Cuál es el mayor error que tu religión, tu ideología o tu visión de la vida ha cometido? ¿En qué se equivocaron?», y si esa persona no es capaz de contestarme algo serio, él, al menos, no confiaría en él.
Traigo a cuento la anterior referencia ya que considero que dicha visión del escritor israelí tiene mucho sentido en el contexto político nacional, especialmente con los eventos que tuvieron lugar la semana pasada ante las elecciones para gobernador en el Estado de México, donde la candidata de Morena, acabó con casi un siglo de gobiernos priistas en dicha entidad.
Pero para dimensionar este golpe a la oposición, en especial para el PRI, es necesario precisar dos situaciones.
La primera de ellas es que el Estado de México anteriormente logró soportar la histórica alternancia del 2000, así como el triunfo del 2006, pero simplemente no pudo aguantar una gestión de Alejandro Moreno Cárdenas, quien, guste o no, pasará a los anales de la historia como el ‘’líder’’ que logró transformar al Estado de México de bastión político, a tumba política.
En segundo lugar, es necesario precisar que, aunque ciertamente esta derrota es histórica, la realidad es que para el PRI el problema no es la derrota per se, ya que con voluntad y autocritica, cualquiera puede sobreponerse a las adversidades.
De hecho, ahí están algunos antecedentes tanto deportivos, como políticos; por ejemplo, el Atlas, equipo que logró superar 70 años de sequía en títulos deportivos, y por otro lado, el mismo Emmanuel Macron, que ha logrado superar las adversidades políticas y sociales que han agitado a Francia, para lograr la reelección el año pasado.
En esa tesitura, como ya lo dije, más que la derrota, el problema del PRI yace en la actitud que han tomado tanto la cúpula que insiste en confirmar su infalibilidad, como su militancia fiel que se niega a dejar de vivir en la ficción cuyo único sustento es la esperanza de un cargo en el próximo proceso electoral.
Bien dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, o bien, parafraseando esto en palabras de Harari, no hay peor individuo que aquel que se aferra a la ficción.
Justo por lo anterior es que, el problema del PRI y de la alianza Va por México no es haber perdido el Estado de México, sino que Alejandro Moreno, Rubén Moreira y la militancia entera están totalmente convencidos de que la derrota en la entidad es por culpa de Alfredo del Mazo, Movimiento Ciudadano y la propia ciudadanía que no salió a votar.
Es decir, en el imaginario colectivo del Partido Revolucionario Institucional, la derrota no se debe a que en la nueva versión del PRI las candidaturas se asignan en base a lealtad y no a trabajo probado, capacidad y aceptación social; sino que la culpa es de Alfredo del Mazo quien le dio la espalda a la militancia.
La culpa no es debido a la falta de confianza que genera un partido liderado por un individuo que simplemente no ha dado resultados a su partido, y que lo único que puede presumir es que Morena no ha ganado en las condiciones que ha pregonado, sino que la culpa en realidad es de Movimiento Ciudadano, partido que los dirigentes del PRI se han encargado de minimizar asegurando que no representan absolutamente nada, pero que, al parecer, hoy son lo suficientemente importantes como para definir una elección a gobernador con su participación o bien, su no participación.
Y, por último, la culpa al parecer tampoco es de la falta de visión, de proyectos y de agenda social de los candidatos que emanan de este partido y que son incapaces de despertar la más mínima ilusión en la ciudadanía, sino que la culpa en realidad es de la ciudadanía que tomó la decisión de no salir a votar.
Así están las cosas con la oposición en México: perdida, sin rumbo, gris, y con la firme voluntad de mantener unos pocos privilegios en manos de unos cuantos, antes que realizar sacrificios a cambio de consolidar un verdadero proyecto de nación.
El ser humano ha atravesado por siglos de desarrollo cognitivo y de evolución que nos ha permitido desarrollar herramientas fundamentales que con el paso de los años nos han permitido consolidar sociedades, normas, instituciones y sistemas de gobierno.
Sin embargo, nuestras más importantes herramientas no son propiamente las normas que creamos, la tecnología que desarrollamos o las instituciones e ideas que creamos, al contrario, nuestras herramientas y armas más importantes son: el sentido común, el instinto de supervivencia, la racionalidad y la autocrítica, estos elementos nos han permitido, con el paso de los años, construir, destruir, innovar, instaurar y depurar todo aquello que requiere de cambios en nuestra estructura social, por ello me atrevo a decir que sin eso, no somos nada más que cascarones vacíos esclavos de impulsos y deseos.
Pero si existe un espacio donde estas herramientas adquieren mayor relevancia, es probablemente en el espectro político, ya que es en este escenario en el que debatimos sobre el futuro que deseamos, de esta manera, si el ejercicio político carece de racionalidad, de autocritica y de este instinto de supervivencia colectivo, difícilmente podremos avanzar, y ya siendo aun más concretos, sin estos elementos tan importantes, el futuro de la oposición en este país, aunque suene fatídico, está sentenciado, ya que hoy por hoy, para quienes integran este sector, la ambición y el deseo tienen mayor peso.
No se que pasará en el 2024, pero en el escenario actual, lo único que podemos esperar es que lo sucedido en el Estado de México, se replique en toda la República.
