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JALISCO

Desaparecidos con gobiernos y sociedad insensibles

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

Cada 30 de agosto desde el año 2011 se conmemora el Día Internacional de los Desaparecidos, este fenómeno doloroso y angustiante que ocurre en nuestro país, se ha convertido en el día a día en la sociedad jalisciense.

Ya no nos sorprende ver las cédulas de búsqueda en las redes sociales todos los días, ni que las desapariciones ya sean masivas, tampoco que tengamos en nuestro círculo cercano a conocidos, amigos o familiares que viven este suceso sumamente doloroso, hemos normalizado un país y una entidad violenta, donde se vive con miedo de ser parte de la fría estadística de las familias con desaparecidos o de ser un desaparecido más ante la insensible sociedad y los gobiernos omisos de sus obligaciones inmediatas.

En este sentido, el Día Internacional de los Desaparecidos, nos debe sacudir como sociedad, nos debe resonar que hay familias enteras buscando a sus familiares, hijos esperando a sus padres y viceversa, tenemos que dejar de omitir lo que realmente pasa con los desaparecidos, no tiene nada de normal, no puede ser ajeno a la sociedad, es un terrible problema en el que gobierno y sociedad civil minimiza, no nos detenemos ni a obligarnos ni a empatizar con el sufrimiento de las familias de los desaparecidos, vivimos esperando que termine una semana completa sin que nadie falte en casa aunque no lo expresamos, compartiendo cédulas de búsqueda de conocidos que bajo la desesperación lo solicitan porque les falta alguien que aún no llegado a casa y se encuentran desconsolados por saber y ver a su ser querido, ¿cómo se puede vivir así?.

Para la Organización de las Naciones Unidas, la desaparición de personas va más allá de la violación de los derechos humanos, es un acto cruel que infunde terror en una comunidad o sector social para ejercer control mediante el miedo con el fin de someter, antes usado por dictaduras militares, hoy extendida a las violentas cédulas de crimen organizado con el mismo resultado, producir terror y marcar su poderío ante la sociedad, sus contrarios y el gobierno, es la forma que le ha dejado mejor rendimiento para transmitir mando a terceros, por lo que ya no son solo las democracias que matan regímenes políticos autoritarios y de pánico, ahora los gobiernos y la sociedad compensan ser un eje importante en el tramado que surge alrededor de las desapariciones de personas en las entidades.

La afectación que produce este preocupante y desbordado fenómeno de la desaparición de personas, genera toda una área de afectación desde el entorno cercano a la persona privada de su libertad, con origen en sus familiares, amigos, vecinos, conocidos y lugar donde desaparece, así como no haber estado dentro de la protección y prevención de la ley para poder evitar que un ser humano fuera privado de sus derechos, su libertad o hasta de su vida, produciendo una pesadilla, afectaciones sociales, emocionales y psicológicas, derivadas de la deshumanización y de la increíble brutalidad o de la tortura que con frecuencia acompañan a estos aterradores sucesos, no deseados para ningún padre, madre, hermano, hijo o amigo, como sociedad hemos por desgracia normalizado; este 30 de agosto pasado debimos levantar la voz y parar las actividades en el Estado, igual que aquel año 2019 donde se sumaron al paro masivo del día Internacional de la mujer, ante el hartazgo de la violencia y feminicidios, convocado por distintas organizaciones feministas.

No podemos continuar, viviendo en una sociedad que privilegia la política más que la vida humana, que se encuentra en caos y no lo observa, que se somete ante el terror que nos paraliza todos los días con violencias de todo tipo, desaparición de personas y muertes, como si viviéramos sin ley en guerra y sin calidad humana, sin derechos humanos y sin obligación del Estado para mantener nuestra seguridad, la de los nuestros todos los días porque eso es un sí o sí.

No debemos consentir que las personas desaparezcan y hacer como que la vida es normal en un país como México, en un territorio como Jalisco, reconocido mundialmente por su tequila y su mariachi, la realidad es que se sobrevive al terror de las violencias, las desapariciones y las muertes.

Hoy que tenemos nuevamente la oportunidad, de volver a elegir nuestros gobiernos en el 2024, hagamos conciencia moral y cívica de las necesidades de nuestro Estado y del País, porque sin duda al votar elegimos nuestro destino próximo en tres y seis años, quiénes lleguen para buscar a la sociedad y su aval convertido en voto, se comprometan con el grave problema de prevención al delito, aplicación de justicia e impunidad, así como la evidente incursión expansiva de cárteles y de falta de capacidad gubernamental que se han tenido para enfrentar el problema de los desaparecidos en México, cerrar los ojos nos deja vulnerables a vivir el terror de las desapariciones durante las siguientes administraciones.

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