NACIONALES
Marcelo Ebrard, un bailarín en la cuerda floja: ¿Se aventuraría a romper con Morena?
																								
												
												
											Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
La política mexicana es un teatro donde los actores cambian sus máscaras con la frecuencia del viento del desierto. Pero, en medio de esta comedia absurda, ha surgido una figura que desafía incluso las expectativas más extrañas: Marcelo Ebrard, el hombre que se tambalea en el filo de la navaja, listo para romper con Morena y lanzarse a la presidencia como candidato independiente.
Pero antes de sumergirnos en este enigma de la política mexicana, permítanme hacer una pausa. ¿Realmente creen que Marcelo Ebrard se aventuraría por ese camino? Yo sostengo que es poco probable. Porque, queridos lectores, Ebrard tiene poco que ganar y mucho que perder. Si decidiera romper con Morena, quedaría marcado como un caza poder que no respeta la voluntad del pueblo.
Vamos a repasar los hechos. El presidente Andrés Manuel López Obrador le otorgó a Ebrard varias de sus demandas para el proceso interno de Morena. Dejó su cargo como Secretario de Relaciones Exteriores, y, con ello, obligó a los otros contendientes a también pedir licencia a sus cargos públicos; pidió que la encuesta fuera supervisada y se permitió la participación de encuestadoras espejo. Ebrard estaba feliz, tenía un asiento en la mesa y la oportunidad de legitimar el proceso.
Pero aquí es donde se complica la trama. Ebrard aceptó participar en una competencia con reglas ambiguas, sujetas a interpretación y con una convocatoria informal apenas delineada en siete láminas de PowerPoint que dejó mucho margen para la discreción, nada que ver con una documento serio. ¿Qué significan palabras como «reciente» o «manifiestamente discordante» en el contexto de las reglas? La subjetividad abunda, como quedó claro en la discusión con Mario Delgado.
Pero, oh sorpresa, Ebrard decidió levantar el telón de la duda a solo días del inicio de la encuesta. ¿Pero por qué ahora? ¿Acaso se dio cuenta de que su posición era débil y necesitaba una carta bajo la manga?
Las acusaciones volaron como confeti en un carnaval. Habló de acarreos, encuestas falsas y una campaña negra en su contra, incluso mencionando a su familia. Pero, ¿dónde están las pruebas de estas afirmaciones? En una encuesta propia que ni siquiera sabemos quién realizó.
Y aquí viene la pieza de resistencia. Una hora después de sus declaraciones, Ebrard publicó una encuesta de Rubrum que lo coloca con una ventaja de más de siete puntos sobre Claudia Sheinbaum. ¿La trampa? Rubrum es una encuestadora desconocida, no registrada en el padrón del INE y con una encuesta telefónica de dudosa validez en su historial.
La narrativa de Ebrard comenzó a desmoronarse cuando vimos que Rubrum predijo victorias para Ricardo Mejía en la interna morenista de Coahuila y Enrique Vargas frente a Alejandra del Moral en la Alianza de Edomex, siendo otros los favoritos.
Ebrard ha realizado señalamientos tardíos sobre un proceso supuestamente amañado, y aunque algunos de sus puntos tienen mérito, llegan tarde. Se queja del sorteo de las empresas para la encuesta, donde resultó ser el perdedor. Pero, en un intento desesperado por salvar su posición, se negoció un acuerdo donde Ricardo Monreal cedió su empresa en favor de Ebrard. El incendio aparentemente se extinguió, al menos en ese momento.
Ahora, ¿qué nos dice todo esto sobre las intenciones de Ebrard? Parece estar subiendo la apuesta en cuanto a las irregularidades para justificar una salida de Morena. Pero, ¿es realmente viable? Incluso si Movimiento Ciudadano lo aceptara como candidato, estaría destinado a un tercer lugar lejano.
Y aquí viene lo interesante. Quien obtenga el segundo lugar en la encuesta, una posición que prácticamente Ebrard tiene asegurada, será designado coordinador del Senado en el próximo sexenio, con amplios márgenes de operación. Pero si Ebrard es percibido como un obstáculo para el proceso, el presidente podría dejarlo sin nada o rodeado de senadores afines a López Obrador que le generen un vacío.
La triste realidad es que Ebrard aceptó jugar bajo estas condiciones y legitimar un proceso que ha sido cuestionado desde su inicio. En este contexto, sus palabras empiezan a sonar más como un acto de chantaje y desesperación que como una estrategia política sólida.
Entonces, ¿se atreverá Ebrard a romper con Morena y arriesgarse a perderlo todo? ¿O seguirá danzando en la cuerda floja de la política mexicana, manteniendo la esperanza de alguna negociación favorable o un giro en el electorado en los próximos meses? La realidad es que, aunque suene tentador, Ebrard tendría poco que ganar y mucho que perder. El presidente López Obrador ha tejido con maestría el tapiz de la sucesión presidencial, y si Ebrard rompiera con Morena, quedaría etiquetado como un «ambicioso vulgar».
¿Se atreverá finalmente a romper con Morena y enfrentar el riesgo político que eso conlleva? Esa es la pregunta que todos esperamos ver respondida en los próximos capítulos de esta inusual obra de teatro político.
En Twitter: @DEPACHECOS
